Crítica de Intrusión: el fallido thriller de Netflix con Freida Pinto y Logan Marshall-Green

Parece increíble que el guionista que escribió Buried (Enterrado), la película que dio el empujón definitivo a la carrera de Ryan Reynolds y que dio a conocer en todo el mundo a Rodrigo Cortés, no consiga crear ese ambiente de agobio y tensión que le salió tan bien esta cinta, pero claro, a parte del guion también influyen muchas cosas.

Pudiera ser que el nombre de Chris Sparling nos sonase de algo y junto a la propia sinopsis de la película Intrusión, nos decidiésemos a ver este thriller ya disponible en Netflix y escrito por el mismo que se encargo del guion de Buried, pero no nos llevaríamos más que una desilusión. 

Intrusión no es Buried y ni siquiera se acerca a la suela de sus zapatos, pues esta película protagonizada por Freida Pinto, la chica a la que Dev Patel busca desesperado en Slumdog Millionaire, y Logan Marshall-Green, al que vimos dar palizas de campeonato en la estupenda Upgrade, es un productor muy menor de Sparling. 

La película empieza con uno de sus mayores fallos, pues se centra en el personaje de Pinto, Meera, tocándose las axilas y los pechos, para después descubrir, por las propias conversaciones entre los dos protagonistas, que es una superviviente del cáncer de mama.

Un dato completamente irrelevante en la trama de Intrusión, que solo sirve para crear lo que parecen dos escenas de mínima tensión y que no aportan nada ni al personaje de ella ni al de su marido. 

Después de esto, Adam Salky, el director, nos enseña el perfecto matrimonio que comparten los dos protagonistas hasta que un día, varios individuos entran en su casa y todo cambia entre los dos. 

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Siguiendo la norma habitual de las películas de miedo, un suceso ocurrido durante el allanamiento de morada por parte de los individuos, hace que Meera empiece a sospechar sobre su marido. 

Ahí da comienzo la típica investigación para saber cuánto le está ocultando. Una investigación que en esta película está llena de incongruencias y de falta de interés. 

Como por ejemplo, ¿por qué compra otra cámara de vídeo cuando se puede extraer la tarjeta de memoria de la que han pisado? Es cierto que en las películas de terror los personajes no tienden a hacer cosas muy lógicas, pero, si el marido es capaz de instalar todo un sistema de seguridad que se controla por el móvil, ella puede extraer una tarjeta de memoria. 

Pero sin duda lo más absurdo de Intrusión, y lo que más interés resta a toda la historia, es la trama protagonizada por Marshall-Green, el marido. No queremos entrar en detalles para no hacer spoilers, pero su comportamiento no encuentra explicación y parece hasta contradictorio.

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De hecho, podría parecer que Intrusión tiene un trozo de película que no ha entrado en el montaje final y que deja descolgados, no solo la trama del protagonista, sino también otros personajes como el policía, que podría haber servido como herramienta para crear más tensión o incluso ayudar a resolver la trama. 

Sin duda, Intrusión es una película fallida, otra más en un género que Netflix parece haber creado y que se empeña en explotar: películas sobre personas que son atacadas en su propia casa y que están protagonizadas por actores mínimamente conocidos.

Ni la historia, ni la dirección, ni la música, ni la iluminación consiguen crear esa atmósfera de agobio y de tensión que se podría esperar de una película como esta. Y no porque sus actores principales no lo intenten, sino porque ni el guion ni la dirección les acompañan en esta misión.

Si estás dudando que ver por la noche y te apetece algo que te dé miedo de verdad en Netflix, déjate llevar por el poder de las redes sociales, y da una oportunidad al Juego del Calamar, no te arrepentirás.