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Crítica de Lady Bird, nominada a cinco premios Oscar

Lady Bird
Crítica de Lady Bird, la película dirigida por Greta Gerwig nominada a cinco premios Oscar protagonizada por Saoirse Ronan, Laurie Metcalf y Timothée Chalamet. En cines a partir del 23 de febrero de 2018.

Lady Bird es una película poco corriente en muchos sentidos. En primer lugar, por el tema que trata y en segundo lugar y más importante aún, por la forma en la que lo trata. Estamos, creo, bastante hartos de retratos de adolescencias tortuosas que sirven para vehicular dramones alejados de la realidad y Greta Gerwig dirige una mirada mucho más tierna a ese impasse que nos lleva de la infancia a la madurez.

No es casual: se ha vertido en el guión, el primero que escribe en solitario tras haber colaborado en películas como Mistress America (2015) o Frances Ha (2012), retratando su ciudad natal, Sacramento, y un entorno que conoce a la perfección.

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La película nos presenta a Christine McPherson (Saoirse Ronan), una joven que vive con su familia en Sacramento y que tiene aspiraciones que sus padres no se pueden permitir. Su idea es mudarse para poder salir de los suburbios y emprender una nueva vida lejos de la férrea tutela materna. No se trata de que Marion (Laurie Metcalf) no desee el bienestar de su hija, sino que tiene que sacar adelante a su familia desde que su marido perdiera el trabajo y teme que su hija no se centre en metas definidas.

En plena ebullición hormonal, Lady Bird, como gusta a Christine que la llamen, afronta sus primeras relaciones sentimentales, dificultades académicas para alcanzar su gran objetivo y también algunas turbulencias con sus amistades. Nada, en suma, que al espectador que haya pasado por esta etapa vital le resulte ajeno.

Y aquí radica su principal encanto: Lady Bird es una película sincera en la que cualquiera puede reconocerse. No encontrarás en ella ningún exabrupto, ninguna concesión a los topicazos y los lugares comunes del cine de entretenimiento manoseado y sí un pasaje de la vida de una chica normal que está en proceso de conocerse y definirse a sí misma.

Lo único emocionante del 2002 es que es un palíndromo

Otra de las cuestiones que hacen mella es que traslada a la perfección una inmensa nostalgia por los primeros 2000... ¡No parece que haya pasado tanto tiempo! Ambientada entre los años 2002 y 2003, nos hace darnos cuenta de lo que hemos cambiado (o no) en quince años y es fácil que nos lleve a echar la vista a nuestro propio pasado para evaluar cómo las relaciones que hemos ido entretejiendo nos han ido moldeando. 

Lady Bird
Lady Bird

El entorno es un personaje más de la película, porque a pesar de que nuestra protagonista quiere salir del cascarón y volar por sí misma, también es una historia que nos habla del arraigo y de la marca indeleble que nos deja nuestro hogar. Un comentario mordaz sobre Sacramento abre la película y le pone así palabras a esa paradoja que se extiende durante la cinta: amar el lugar que te ha visto crecer aunque también de algún modo lo aborrezcas y necesites salir de él para seguir creciendo. Justo la pugna que hay entre la hija y la madre.

Lady Bird es, además, una película bastante sencilla en lo que a puesta en escena se refiere, consiguiéndose así una gran familiaridad con los espacios filmados. Sí hay un especial interés por el color, principalmente por los tonos rojos/rosas/naranjas que vienen a subrayar a menudo la necesidad de destacar de nuestra protagonista.

Quiero que seas la mejor versión posible de ti

La mayor fortaleza de la película de Gerwig es por tanto la de retratar, posiblemente como nunca antes se había hecho, el universo de la adolescencia femenina. Ponemos el acento en esto último porque manda narices que estemos a las alturas y que no encontremos un precedente de algo parecido. El sexo no se utiliza para mostrar un trauma, las relaciones sentimentales fallidas dan pie a un crecimiento personal y no a una tragedia griega y las relaciones de amistad y familiares se muestran sin tapujos: con momentos buenos y con momentos malos.

También se ve de forma muy clara la presión del medio hacia la adolescente que busca autoafirmarse a toda costa, emprendiendo una búsqueda ensayo-error de su lugar en el mundo.

Y ojo al cuarteto interpretativo: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges y Timothée Chalamet (aspirante y digno merecedor del Oscar por su papelón en Call Me by Your Name), demuestran que el casting es EXCELENTE.

Lady Bird no es una película vacía ni indulgente pero tampoco una obra maestra por el simple hecho de abrir una brecha tan necesaria. Decir que es la mejor película del año es una exageración que solo puede hacerle daño porque inflará las expectativas sin ninguna necesidad; pero eso tampoco quiere decir que no merezca un atento visionado. Y lanzando ya un deseo al aire, que no venga sola y abra un camino de verdad.

VALORACIÓN:

A medio camino entre el drama autobiográfico y la comedia adolescente, Lady Bird apuesta por algo tan inusual en el cine como normalizar la sexualidad femenina y sobre todo, por dignificar el paso a la madurez desdramatizando el proceso.

LO MEJOR:

Tiene alma e interpretaciones maravillosas como la de Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges o Timothée Chalamet.

LO PEOR:

No tiene nada innovador en la forma y, aunque lo que cuenta da que pensar, también puede parecer demasiado anodino a algunos.
Hobby

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