Crítica de A Land Imagined, candidata al Oscar 2020 por Singapur y mejor película en Locarno

A Land Imagined es una película muy especial por diversos motivos que vamos a ir desgranando poco a poco en esta crítica. El primero de ellos es su origen de procedencia. Y es algo esencial para comprender la propia temática de la película y la denuncia social, algo lacónica, que expone a lo largo de su metraje, de una hora y media aproximadamente.

Se trata del segundo largometraje de su director, Yeo Siew Hua, que además de alzarse con el premio a mejor película en el Festival de Locarno y con el de mejor fotografía en la Seminci de Valladolid, fue la película escogida para representar a Singapur en los Oscar 2020, aunque finalmente las películas que pasaron el corte para competir en la categoría de mejor película de habla no inglesa fueron la ganadora Parásitos, Dolor y gloria, Honeyland, Corpus Christi y Los miserables.

Dos trabajadores de una ambiciosa empresa desaparecen misteriosamente y dos detectives son enviados para esclarecer los términos de su desaparición y tratar de reconstruir la secuencia de hechos que ha propiciado esta situación.

Uno de ellos, procede de Bangladesh mientras que el otro es de origen chino. En ambos casos se trata de personas explotadas laboralmente, por no decir que están al borde de la esclavitud malviviendo en comunas con compatriotas con los que comparten unas condiciones abusivas de trabajo.

A Land Imaginedpodría haber sido simplemente un drama social, que se limitara a exponer de forma lineal una realidad en la que impera la desigualdad social y un decalaje tecnológico abrumador. La modernización a marchas forzadas de Singapur, como otros tantos territorios emergentes en el panorama internacional, ha hecho que se contrate a contrarreloj a masas de trabajadores explotados y desarraigados contribuyendo a crear una espiral de progreso a costa de la precariedad.

Ese concepto, el de arraigo, es el que recorre de principio a fin la película: la pertenencia a la tierra es la que genera ese sentimiento y los personajes principales, están contra su voluntad lejos de sus lugares de origen mientras que exportan tierra de otros países para ganarle terreno al mar y seguir incrementando la actividad humana en la zona y el crecimiento económico de una región en la que se sienten completamente alienados.

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A Land Imagined - Galería de imágenes II (6 imágenes)

Ni que decir tiene que hay unas fuertes connotaciones no solo sociales en esta premisa sino también una fortísimo impacto medioambiental que el director explota al máximo dándole prioridad a los paisajes urbanos que poco a poco van comiéndole terreno al mar y a la naturaleza a la vez que el modo de vida de las macro-obras van fagocitando las ganas de vivir de sus trabajadores, incapaces ya de dormir e incluso soñar.

Y aquí entramos de lleno en el territorio de lo onírico ya que la propia narrativa de A Land Imagined nos lleva a seguir la historia de una forma bastante especial. Primero conocemos a los investigadores, sobre todo a Lok, que tiene una habilidad inusual para meterse en la piel de las personas a las que persigue dado que tiene la capacidad de soñar previamente con lugares en los que nunca ha estado antes.

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A Land Imagined - Galería de imágenes I (5 imágenes)

Posteriormente conocemos a Wang y a su amigo bengalí Ajit como si el investigador estuviera metido en su piel y fuera reviviendo sus experiencias y su periplo emocional, de ser una persona que se conforma con su situación a sufrir un accidente que le lleva a cambiar de puesto y a trabajar como conductor, codeándose con gente distinta que empieza a protestar por el hecho de que sus patrones les requisen sus pasaportes y les asfixien monetariamente adelantándoles jornales para mantenerlos atados, impidiéndoles cambiar de vida.

Hay un aspecto poético en la forma de contar la historia no solo por ser cronológicamente poco ortodoxa sino por tener la capacidad de hacer que los individuos se asimilen a los lugares en los viven y que los contrastes y las desigualdades se expongan de una forma tan elegante y hermosa como cruel.

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En este sentido la fotografía de Hideho Urata es fundamental y una de las partes esenciales que le da a las imágenes una plasticidad y una trascendencia únicas. Esa tierra imaginada antes de estar allí, donde solo rompían las olas, es una entelequia como los edificios y las estructuras a medio hacer que ni siquiera habían sido concebidos 30 años antes. Wang y Mindy tumbados en una imaginada Malasia es una de tantas metáforas de las personas y los lugares, valga la paradoja, que están desubicados en el mundo.

Eso sí, aviso a navegantes, A Land Imagined es, tal y como ya imaginaréis, una película solo apta para quienes estén acostumbrados al cine oriental sosegado y de ritmo pausado. Que nadie espere un thriller frenético, sino más bien una película contemplativa y elocuente desde una calma que a veces es más desasosegante que las prisas innecesarias.