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Crítica de Las luminarias, la serie de HBO protagonizada por Eva Green

Las luminarias
Crítica de Las luminarias (The Luminaries), una serie neozelandesa de HBO protagonizada por Eva Green (Próxima). Disponible a partir del 21 de junio de 2020.

"Proudly Made In New Zealand", podemos leer en una de las imágenes promocionales de la miniserie Las luminarias, recientemente estrenada en la plataforma HBO. Compuesta por seis episodios, es una de las producciones más ambiciosas que provienen de la isla.

El acabado final es digno, desde luego, de orgullo y motivo de que puedan sacar pecho, sobre todo teniendo en cuenta el riquísimo acabado visual y el casting, encabezado por la magnífica Eva Green (Próxima).

Se trata de la adaptación de la novela de Eleanor Catton ganadora del premio Man Booker, que se desarrolla en la salvaje costa oeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda en el apogeo de la fiebre del oro de la década de 1860, y cuenta una compleja historia de amor llena de romance, crimen, magia y venganza.

De encuentros y desencuentros y sobre todo de ambiciones colmadas y frustradas en torno al material más preciado de los colonos: el oro.

Anna Wetherell es una joven que viaja desde Gran Bretaña a Nueva Zelanda para comenzar una nueva vida. En el barco que les lleva a su destino, conocerá a Emery Staines con quien tendrá una conexión inexplicable. En su breve encuentro planifican una cita con el ánimo de seguir conociéndose antes de separarse.

Sin embargo, su llegada estará marcada por la mala suerte: un ratero le arrebata a Anna su bolsa, lo que precipita un encuentro con Lydia, una artera mujer que se gana la vida leyendo el futuro a incautos que creen en la predeterminación. Ella la mantendrá bajo su influjo manipulándola para obligarla a trabajar en su negocio.

Por otra parte, Emery encontrará sus propias dificultades para salir adelante: necesitará crear una sociedad para iniciar una prospección y seguirá muy interesado en Anna, de modo que no se dará por vencido y tras su encuentro frustrado intentará encontrarla a toda costa.

Las luminarias se sale de la tónica y no ofrece una narrativa lineal y clara de los hechos: juega con dos planos temporales que se van entrelazando llevándonos del presente al pasado y viceversa.

A esto hay que sumarle el elemento sobrenatural, dado que Anna y Emery tienen una conexión, digamos, cósmica que hace que sean una suerte de almas gemelas emplazadas a encontrarse en algún momento, por más que vaya fuerzas ajenas a ellos que pretenden separarlos.

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Todo esto hace que el nudo de la trama sea un tanto desconcertante, con momentos en los que el espectador está algo perdido preguntándose a dónde quiere llevarle la narración. Estamos no ante una recreación fidedigna de la sociedad de mediados del siglo XIX sino ante una idealización glamourizada de la concepción estética que predomina en el imaginario colectivo, sobre todo gracias al rico sustrato del que nos ha provisto el western con sus marcados códigos.

Vais a ver cantinas, burdeles, matasanos, tiroteos y, también, en un segundo plano, problemas con los aborígenes y con los inmigrantes chinos que, al igual que sucedía con los indios, están denostados y estigmatizados además de ser víctimas, a menudo, de estafas por parte de charlatanes, aprovechados y ventajistas.

Las luminarias es por tanto una apuesta distinta, poco convencional y también algo desconcertante a veces, con ciertos montajes paralelos que desde luego se salen de lo corriente (un orgasmo con un ahogamiento, por ejemplo).

Puede que no sea al cien por cien satisfactoria y que exija algo de paciencia por parte del espectador para seguir adelante (aquí que cada uno juzgue el tiempo y la oferta que tiene y saque sus propias conclusiones) pero solo por lo que supone a nivel de puesta en escena con una cuidadísima dirección artística y un vestuario de ensueño, ya merece la pena embarcarse y dejarse llevar por la marea hasta la costa. Máxime cuando tenemos a Eva Green encarnando a un personaje que le encaja como anillo al dedo esperándonos en el nuevo mundo y sometiéndonos a su hechizo.

VALORACIÓN:

A medio camino entre lo místico y lo terrenal, somos testigos de la fiebre del oro neozelandesa en una recreación visualmente espectacular y alejada de la realidad de mediados del siglo XIX. Tiene la capacidad de resultar intrigante y cautivadora.

LO MEJOR:

Eva Green que, como siempre, se come la pantalla en cada aparición. El vestuario, la foto y la puesta en escena es una obra de arte.

LO PEOR:

Es algo irregular en el ritmo: aunque tiene momentos casi mágicos, en otras ocasiones resulta desconcertante, no sabemos a dónde nos quiere llevar.
Hobby

75

Bueno

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