Crítica de La madre: Netflix se queda sin balas en este thriller a medio gas

Las palabras thriller y acción se han convertido prácticamente en sinónimos dentro de Hollywood durante los últimos años. Los grandes estudios han apostado por mezclar ambos géneros en una coctelera, en base a números y cifras.

El thriller de acción se ha convertido en el “scouting” de los equipos de béisbol, cuando transformaron el gran deporte americano en una suma de probabilidades y estadísticas. Quizás sea el análisis más acertado para justificar el porqué de tanta oferta en un mercado con mucho demanda.

En ese sentido, tras muchos batacazos continuados después de la pandemia, esos mismos grandes estudios le han dado la espalda a la propuesta y solo apuestan por ella cuando hay muchos alicientes de éxito, como es el caso de las estrellas.

Sin embargo, las plataformas streaming, valedoras de todo aquello que tritura la industria de Hollywood, han recogido el testigo en un claro caso de “hold my beer” y se han lanzado a producir blockbusters de notable envergadura en torno a este envoltorio concreto.

Netflix, sin lugar a dudas, es el mayor exponente de esta tendencia. Y su nueva película, titulada La madre, viene a renovar el fondo de armario de los thrillers de acción que ya empiezan a apolillarse en una plataforma streaming en crisis que necesita cada vez más y mejor.

La madre es una película de Netflix dirigida por Niki Caro, la persona que estuvo detrás del remake en acción real de Mulán que tantas críticas y divisiones protagonizó. También es responsable de películas como Whale Rider (2002), En tierra de hombres (2005) o McFarland (2015).

En este caso, Niki Caro ha dejado de lado la experiencia de fantasía del clásico de Walt Disney y se ha puesto al frente de un proyecto de acción con tonos thriller que está liderado por Jennifer López y Gael García Bernal. Mención aparte de la presencia de Joseph Fiennes, entre otros.

Una vez más, nos encontramos frente a una letal asesina al más puro estilo John Wick (pero sin la fuerza de Keanu Reeves), que sale de su retiro espiritual porque su hija está en peligro de muerte. Una hija a la que dio en adopción años atrás, por cierto.

Madre e hija se reencuentran en una insípida combinación de drama maternofilial que no termina de arrancar, como casi todo lo que sucede en esta cinta. Juntas deben enfrentarse a todos los peligros provocados por la vida que escogió el personaje de Jennifer López en el pasado.

De Jennifer López podríamos hablar largo y tendida. La actriz es el menor de los problemas de La madre en Netflix, pues su aportación es fresca y divertida, y su empática venganza no termina de sentirse del todo fresca por la sencillez y la ausencia de delicadeza en las formas.

Un thriller de acción muy soso y descafeinado

La cinta, de casi dos horas de duración, enfrenta a la asesina que da nombre a la película contra dos traficantes de armas, Adrian Lovell (Joseph Fiennes) y Héctor Álvarez (Gael García Bernal). Ellos son la amenaza que posibilita la trama, pero son más un “macguffin” que unos enemigos coherentes.

Sin spoilers, pero lo más interesante de uno de ellos es su relación previa con la protagonista y las conexiones dramáticas que eso genera. Otra cosa es que eso se explore en profundidad, que a todas luces no sucede. No vaya a ser que la narrativa entorpezca la acción, claro.

A pesar de haber formado parte de un violento entramado criminal en el pasado, La Madre de Jennifer López forma en el pasado equipo con el FBI para huir precisamente de esa vida. Sin embargo, como en toda historia de venganza que se precie, el pasado siempre llama a la puerta.

Estos son los ingredientes de la nueva película de acción en Netflix. Una trama sencilla (a veces, roza lo ridículo), sin interés por el desarrollo de personajes ni enfoques dramáticas, que anhela profundamente dejar atrás las conversaciones para ofrecer muchas peleas y tiroteos.

No obstante, a diferencia de la saga de John Wick que hemos mencionado, La madre de Netflix no termina de ofrecer un espectáculo visual lo suficientemente potente como para validar su desinterés por el drama, la historia y los personajes. Siempre está a medio gas.

Ese “a punto de molar” es más culpa de la estoica voluntad de Jennifer López por agradar a las masas que por el deseo de Niki Caro de hacer valer un guion que, por otro lado, es ostensiblemente barato y peca de jugar a la seriedad sin provocar reacción alguna en el espectador.

Pese a todas sus carencias y defectos, la gran virtud de ver La madre en Netflix no es otra que la de divertir. Y, sí, podríamos decir que funciona como pasatiempo si no te apetece mucho darle al coco y solo deseas una inyección de adrenalina completamente abnegada.

Desde luego, en ese sentido, cumple. Y probablemente sea el motivo por el que se mantenga unas cuantas semanas en el top de lo más visto de la plataforma streaming. Otra cosa no, pero Netflix sabe cómo vender sus productos.