Crítica de No respires 2, nuevo home invasion que reinventa al ciego interpretado por Stephen Lang

Las secuelas tienen muy mala fama... sobre todo cuando llegan al calor de un gran éxito, lo que le ha sucedido en parte a No respires 2. Fede Álvarez dirigió No respires en 2016 y se hizo con buenas reseñas y números interesantes de taquilla recaudando hasta 150 millones de dólares a nivel mundial (habiendo invertido en ella solo 9).

Entre los ingredientes principales estaba una historia sorprendente, unas interpretaciones muy solventes y un brutal dominio del espacio con secuencias originales y muy bien coreografiadas que le sacaban un gran partido al conflicto principal: enfrentarse a una persona ciega pero entrenada y extremadamente violenta en su terreno, donde se movía como pez en el agua.

Cinco años después, llega la esperada secuela. Por una parte, un sector de la audiencia estará esperando algo similar a lo anterior, pero, tal y como los creadores de esta franquicia nos han asegurado en una entrevista, estaba lejos de su intención servirnos el mismo plato recalentado...

Es más, nunca han tenido miedo de ser algo transgresores a la hora de elegir el camino para narrar sus propuestas y tienen claro que la respuesta del público será mejor en territorios como Europa y Latinoamérica que en Estados Unidos, donde ha generado algo de desconcierto que se busque al hombre detrás del monstruo. Atentos a sus declaraciones:

El caso es que, a pesar de que sea muy encomiable que no hayan querido repetir fórmula, el guión de No respires 2 está lejos de ser tan sólido como el de la primera entrega.

Para empezar, quienes no la hayan visto, no es indispensable, dado que desarrolla una nueva historia, pero el desconocimiento sí que dejará sin efecto algunos de los momentos finales más emotivos si no se conoce la evolución del personaje principal.

Cronológicamente, la película nos hace dar un salto en el tiempo hacia el futuro. Un increíble incendio deja sin hogar a una niña, que es adoptada y criada por el exmilitar Norman Nordstrom como si de su propia hija se tratara. Trata de entrenarla para sobrevivir y de mantenerla a salvo dosificando mucho sus salidas del hogar hasta que las cosas se complican. 

El pasado regresa en forma de asalto y Norman no tiene más remedio que dejarse la piel para proteger a muchacha, a la que rebautiza como Phoenix. Unos brutales agresores invaden su casa armados hasta los dientes para llevársela y él volverá a sacar su lado más sangriento y brutal para deshacerse de ellos demostrando que sigue en plena forma y que ha estado preparándose para ello.

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Puede que una de las mayores debilidades de la película sea el cambio de perspectiva tan brusco. En la primera entrega, adoptábamos el punto de vista de los atracadores que se metían en la casa del ciego, pero ahora, estamos llamados a empatizar con él, una persona ruda e inhumana hasta cierto punto. 

También perdemos la frescura del efecto sorpresa de la primera entrega: el punto de giro era descubrir que a pesar de ser ciego (lo que se suponía que facilitaría el atraco) Norman tenía mucho que esconder. Ahora volvemos a verlo desplegando sus habilidades, pero está claramente contra las cuerdas.

Tampoco terminan de funcionar las motivaciones de los nuevos asaltantes: en este punto, el guión es bastante disperso y no se corresponde lo que pretenden conseguir con lo que hacen para conseguirlo.

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Si hay algo que permanece intacto, es el talento de Stephen Lang para crear a un personaje atormentado, complejo y a la vez, ahora sí, vulnerable de forma emocional. Este rol se ha convertido en un icono en la carrera del actor y parece haber disfrutado que cada instante en el rodaje de la película, que sin duda ha sido muy exigente a nivel físico.

Como debutante en la dirección, Rodo Sayagues deja claro que tiene cosas que aprender pero también que aportar, como algunas secuencias bien complejas a nivel coreográfico, pero No respires 2 se echa en brazos del gore con demasiada asiduidad, restándole impacto a algunos momentos por resultar reiterativos.

En suma, es una película que puede decepcionar con facilidad porque no siempre acierta con los riesgos que asume. Se habría beneficiado de un guión mejor construido porque otros aspectos como la ambientación o la banda sonora acompañan bien a una historia por momentos terrorífica.

No podemos terminar nuestra crítica de No respires 2 sin señalar que hay una brevísima escena postcréditos tras el reel final y que, a pesar de ser casi anecdótica, puede dar una pista de que podríamos ver en algún momento una tercera entrega de No respires... ¡quién sabe! De momento, la segunda entrega ha recogido reseñas bastante tibias, pero la audiencia manda.