Crítica de Nomadland, película ganadora del Oscar a Mejor película

No es fácil encontrar una sensibilidad tan grande como la de Chloé Zhao a la hora de retratar la vida de otras personas. Su cine, profundamente humanista como ya demostró en su debut con The Rider, es el vehículo perfecto para trasladarnos la historia retratada en la novela “País nómada: supervivientes del siglo XXI” de Jessica Bruder que ha dado pie al guión de Nomadland.

La escritora, especializada en analizar y mostrar algunas de las subculturas de los Estados Unidos, se sumerge aquí en las vidas de los llamados “Workampers”: trabajadores nómadas que se trasladan a través del país en busca de empleos estacionales y que viven en sus vehículos, ya sean estos caravanas, furgonetas o automóviles adaptados. Esto les obliga a llevar una vida frugal, algo especialmente complicado cuando en la mayoría de los casos son personas mayores que no han podido jubilarse o bien que no podrían mantenerse con la prestación a la que tendrían acceso.

Jessica Bruder se percató de esta realidad social oculta en 2013 por medio de indagaciones que la llevaron a la conclusión de que esto era una consecuencia directa de la crisis de 2008: una nueva forma de precariedad laboral que se llevaba por delante uno de los ejes centrales para la vida de cualquier persona como es tener una vivienda propia.

En Nomadland. Tierra de nómadas Zhao muestra las tremendas dificultades, las noches en vela, las preocupaciones derivadas de las inclemencias del tiempo, el desarraigo, la discriminación, la falta de recursos y las eternas jornadas en puestos mal remunerados y peor vistos y por supuesto se hace eco de la denuncia social, necesaria, detrás de este involución que hace que el capitalismo engulla y regurgite a personas a las que deja contra las cuerdas, sin más alternativa que abandonarlo todo e ir en busca de un sustento, por pequeño que sea.

Pero como creadora inteligente que es, retrata también la otra cara de la moneda: la fuerza de esas personas, su libertad, su comunión con la naturaleza y su retorno a una forma de vida ancestral. La filosofía detrás de esto es dejarlo todo como lo encuentras, aceptar trueques, cooperar con los demás viajeros que siguen su camino, aprender a desprenderse de lo innecesario, ser generoso aunque celoso de tu propiedad y, ante todo, aprender a salir adelante de forma autónoma.

Así, en Nomadland se dan cita el drama y también cierta concepción romántica de esta forma de vida, enraizada de forma profunda en la idiosincrasia estadounidense por los pioneros colonos que recorrieron esas tierras en sus caravanas. 

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Nomadland es una película sencilla en su apariencia y concepción: su estética es muy natural y se vale de pocos artificios, pero tiene muchísimas capas que merece la pena ir desgranando a través del personaje de Frances McDormand (Tres anuncios en las afueras), sencillamente inmensa en su papel protagonista de Fern. 

La película es pura poesía: rezuma lirismo, es hermosa pero también traslada muy bien la soledad, la ausencia y los rigores que padecen quienes abrazan esta forma de salir adelante.

Es especialmente emocionante el hecho de que se haya recuperado a las propias personas que aparecen en el libro interpretándose a sí mismos: es una hermosa forma de apoyarlas, de darles voz en un mundo que ha pretendido silenciarlas y darles la espalda.

¿Dónde y cuándo verla? Lo ideal es disfrutarla como se merece: en pantalla grande. Su estreno en salas se produjo el viernes 26 de marzo y desde ya, la tendréis la plataforma Disney+ vía Star.

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A estas alturas y viendo de qué trata Nomadland, puede que hablar del premio Oscar que ha obtenido pueda parecer una frivolidad, pero desde luego tenemos claro que por todas sus virtudes, bien se merece ese reconocimiento.