Crítica de Raya y el último dragón, la nueva fantasía animada de Disney

A pesar de que 2020 ha sido un año muy complicado para la industria cinematográfica, en el terreno de la animación el ritmo de producción se ha podido mantener gracias a que muchos estudios han podido optar por trabajar desde sus casas. Lo complicado, claro, ha venido a la hora de estrenar, con lo que muchos estrenos se han ido directos a las plataformas de streaming, como ha sido el caso de Wolfwalkers o Soul. 

Y así llegamos a Raya y el último dragón, la película más reciente de Walt Disney Animation Studios que se ha realizado completamente con los animadores trabajando desde sus propios hogares. Esta nueva cinta de animación se estrena el próximo 5 de marzo en las salas de cine y también en Disney+ dentro de servicio Premium, como ya lo hizo el remake en acción real de Mulan.

Esta película de animación y fantasía está dirigida por Don Hall (Big Hero 6, Vaiana) y Carlos López Estrada (Blindspotting) y con un guión de Qui Nguyen y Adele Kim. En su versión original, Raya y el último dragón cuenta con las voces de Awkwafina (Ocean's 8, The Farewell), quien pone voz al dragón Sisu, y Kelly Marie Tran (Star Wars Episodio VIII: Los últimos Jedi, Sorry for Your Loss) como Raya.

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La nueva película de Disney nos introduce al mundo de Kumandra, un lugar fantástico inspirado por la cultura y los mitos del sudeste asiático. Hace siglos, los humanos y dragones vivían en armonía, pero cuando unos seres malignos conocidos como los Druun casi destruyen el mundo, los dragones se sacrificaron para poder restaurar esta paz. Muchos años después, la amenaza de los Druun crece cada vez más, por lo que la joven Raya se embarca en una búsqueda imposible para encontrar al último dragón y destruir a estos monstruos para siempre.

Con la larga historia que tiene Disney detrás, no es de extrañar que a estas alturas sus películas sean sinónimo de animación de calidad. Por supuesto que ya os decimos de entrada que el punto fuerte de esta nueva película de animación del estudio es su componente visual. El diseño de personajes está lleno de creatividad, y desde Disney han conseguido alejarse del mismo estilo cartoon exagerado que venían repitiendo en sus últimas películas para acercarse a una mezcla entre este cartoon y unas proporciones y facciones más realistas, lo que funciona perfectamente para una película de acción. 

Desde luego, hay muchos momentos en los que casi parece que estamos en una película de acción real al uso, especialmente por la iluminación e incluso el corte de muchos planos, que ayudan a las escenas. También, sin haceros spoilers, hay momentos en los que cambiamos de estilo visual pasándonos al 2D tradicional o con un acabado en 3D similar al de Spider-Man: Un nuevo universo o Promare que nos hace desear que desde Disney se atreviesen apostar por un acabado menos convencional, ya que cuando volvemos al estilo "real" de la película, casi parece soso en comparación.

También tenemos que hablar de Kumandra, el mundo donde se desarrolla Raya y el último dragón y que viene inspirado por el arte y las culturas del sudeste asiático. El acabado visual de escenarios sigue siendo una maravilla, con muchísimos colores vibrantes y diseños que no estamos acostumbrados a ver en la animación occidental mainstream, lo que desde luego consigue diferenciar a esta película de otros títulos del estudio. 

Pero vamos a hablar de los personajes y de la historia detrás de Raya y el último dragón. Una cosa buena que hay que puntualizar es que en Raya se nos sientan muy rápido las bases del mundo y las motivaciones de Raya y su antagonista, y que además casi todo el peso de la trama girando alrededor de varios personajes femeninos muy diferentes. 

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El problema es que Kumandra en sí mismo es un poco un arma de doble filo, ya que aunque es un mundo muy creativo, maravilloso y precioso, nos encontramos también con un aluvión de lore nuevo todo el tiempo, con una exposición que no está del todo medida para ponernos al día con toda la historia que hay detrás. Necesitamos conocer mucho antes de que realmente empiece la película. 

A la trama le cuesta despejar y coger ritmo, lo que desemboca en muchas ocasiones en las que no pasa nada, o en las que están pasando demasiadas cosas que no llevan a ningún sitio. Y esto se da, simplemente, porque hay que lucirse con la animación o meter aventurillas intermedias para entretener y rellenar, pero tampoco consiguen remontar del todo el ritmo... Al final se nos queda incluso la sensación de que la primera parte ha sido casi eterna y al final hemos llegado con un carrerón porque tenemos un tiempo limitado de metraje y había que llegar cuanto antes.

Y es que otro agujero que termina absorbiendo a la trama principal es la cantidad de personajes secundarios que se nos van presentando por el camino, que deberían ser significativos o aportar algo, pero al final resultan casi anecdóticos en su mayoría. Si vamos con ojo, se puede ver que para el viaje de Raya, los creadores de la película se han inspirado en esas leyendas asiáticas en las que el protagonista va recogiendo a todo tipo de personajes por el camino... El problema es que toda esta troupe de seguidores no aporta demasiado y de hecho casi restan tiempo para el desarrollo de los personajes principales y sus relaciones. 

Raya y el último dragón sigue siendo una película entretenida, con buenas dosis de acción y que desde luego puede presumir de un desarrollo visual espectacular e incluso de haber experimentado con éxito con la edición de ciertos momentos. El problema es que, si hablamos de uno de los mayores estudios de animación actuales, esta película animada cae muy lejos del potencial que podía tener.