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Crítica de Red Rocket, otro viaje de Sean Baker al Estados Unidos más profundo

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Red Rocket

Crítica de Red Rocket, la nueva película de Sean Baker tras el éxito de The Florida Project en la que cuenta con Simon Rex, Bree Elrod y Suzanna Son.

Lo habitual es que cuando se hable sobre el Estados Unidos más marginal no se profundice lo suficiente, que la visión sea superficial y no alcance a los ciudadanos que viven en la casi total exclusión social.

Sean Baker realizó un acercamiento a estos ciudadanos en su notable película anterior, The Florida Project. Esta era una historia dura que resultaba esperanzadora al situarse desde la perspectiva de los niños que la poblaban y por la poesía que ofrecían los cielos y colores que embriagan el motel de carretera cercano a Disney World.

En contraste con ese entorno, en Red Rocket la película nos conduce al Texas más profundo, a una población en perpetua crisis que se encuentra alrededor de una contaminante central. Los colores se han evaporado y el humo de las chimeneas y el gris de la industria es lo que limita cualquier perspectiva.

Red Rocket

En ese entorno se encuentran diseminadas viviendas de estructura frágil donde lo más valioso son los televisores que hay en cada espacio para entretener a los parados habitantes. Mientras, la mayoría de comercios han cerrado y solo se mantienen abiertos los que sirven para proveer a los trabajadores de la fábrica.

Allí es donde regresa el protagonista de Red Rocket, Mikey Saber, un actor porno que tras triunfar en la industria de Los Ángeles se encuentra en la ruina. Sin previo aviso, muda de ropa y tampoco un solo dólar, se presenta en la casa de su mujer y suegra, a las que no ve desde hace años.

Con tono de tragicomedia y un inicio que bien podría retrotraer al cine de Win Wenders, Red Rocket nos lleva al Estados Unidos sin esperanza de 2016, con la campaña electoral de Trump y Clinton de fondo y bajo la mirada de personajes con los hombros marcados por la desnutrición, la cara por la droga y el ánimo por la falta de futuro.

En esta ocasión el duro entorno evita la mirada infantil y se busca protección en la esperanza por renacer que tiene el personaje interpretado por un Simon Rex que se desenvuelve con soltura en los retos que plantea el protagonista. Soñador, manipulador, patético y seductor, bebe de tantos estímulos que no puedes apartar la vista de él.

Comprender, que no juzgar

Red rocket

Seguramente, el camino más fácil hubiese sido optar por el drama para contar de forma paternalista las vivencias de unos estadounidenses a los que se suele llamar de forma despectiva rednecks, pero la intención de Sean Baker es muy distinta.

Con una perspectiva cercana a la comedia, la historia cambia tras el primer tercio para narrar la relación que nace entre el protagonista y una dependienta de 17 años en la que vuelca todas sus esperanzas. Sin ningún tipo de romanticismo, más bien con manipulación, ambos proyectan en el otro sus deseos por abandonar esa población.

Mientras se da un contenido cada vez más sexual, también avanza el dibujo de los distintos personajes que están detenidos en el tiempo y sin ninguna posibilidad de escapar: los que venden droga, se visten de militares sin haber combatido, luchan por custodias... pero nada cambia.

Al acoger una mirada tan amplia se siente cierta fatiga en la película que supera las dos horas. Por medio se encuentran un par de giros narrativos que resultan imposibles de prever, pero la resituación en la historia no es inmediata y, cual etapa del Tour, no se disfrutan lo mismo los tramos por las llanuras que en la montaña.

Red Rocket

Es inevitable nombrar también a la joven y carismática Suzanna Son que acompaña a la historia en su posición de clásica Lolita, o a Bree Elrod como paciente y casi maldita exmujer. Tal como hemos visto en la filmografía del director, los personajes son honestos y se evitan clichés que traicionarían al mensaje.

Quizá, junto a algunos momentos tediosos, la autoconsciencia sea el mayor pecado que se comete en el largometraje. Hay momentos en los que tiembla la cuarta pared al intentar encajar gags y reacciones que están hechas para el espectador y no la obra.

Red rocket

¿Qué nos queda de todo esto? Para empezar, la película encaja en el dibujo que Sean Baker sigue haciendo de unos Estados Unidos en los que ya no hay sueño americano. Ni siquiera se puede soñar al sumar la falta de esperanza y el volumen de los omnipresentes televisores.

También se vuelve a realzar el valor intrínseco de las personas, aquello que late independientemente de la situación que se viva, aunque sea cuestionable a nivel moral (y casi legal), como en esta película.

Red Rocket está lejos de la perfección, pero es una película sincera que sirve para retratar ese país y también consigue provocar una sonrisa hasta en los momentos más complicados, algo que se puede agradecer.

VALORACIÓN:

Sean Baker vuelve a demostrar que es un director solvente y busca entender un ecosistema marginal que probablemente votó a favor de Trump. El reparto cumple a la perfección con su cometido y ayuda en una película que sufre momentos algo tediosos por una duración excesiva.

LO MEJOR:

Sorprende, divierte, es coherente y no se burla de los personajes a pesar de lo extremos e irreverentes que son. No juzga, trata de entender.

LO PEOR:

En algunos momentos la película parece no encontrar el tono adecuado para la historia y peca de ser muy autoconsciente y casi romper la cuarta pared.
Hobby

81

Muy bueno

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