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Crítica de El rehén (Beirut) con Jon Hamm y Rosamund Pike

El rehén
Crítica de El rehén (Beirut) dirigida por Brad Anderson y protagonizada por Jon Hamm, Rosamund Pike y Dean Norris. En cines a partir del 10 de agosto.

Titulada en España como El rehén y en su versión original como Beirut, este thriller político trata de hacernos comprender el alcance de la ocupación del Líbano utilizando como vehículo a Mason Skiles, un mediador que pierde a su esposa en un atentado en 1972.

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Una década más tarde, cuando está sumido en el hoyo y empapa en alcohol sus pequeñas derrotas cotidianas, es requerido para una misión secreta: rescatar a quien fuera por aquel entonces su socio de las garras de la milicia islámica enfrentándose no solo a la tensísima situación sino a también a sus propios fantasmas del pasado.

Protegido por una agente de la CIA encubierta, tratará de rescatar a su amigo poniendo de manifiesto los conflictos de intereses que podrían cambiar el curso de la Historia.

La mayor sorpresa que os vais a llevar viendo El rehén es encontraros a Dean Norris con pelo: suena a guasa, pero de verdad que es un shock su cambio de look y de registro para la película. Fundamentalmente las interpretaciones son de largo lo que mejor funciona de esta cinta, que no sabe despegarse de los clichés del género.

Brad Anderson no consigue imprimirle ni la seriedad que podría hacer trizas a la audiencia ni el ritmo trepidante de un blockbuster de categoría al estilo de Misión imposible. Se queda en terreno de nadie con una película que se antoja larguísima, lánguida y predecible. Un dejà vu de algo que ya has visto muchas veces rodado con más fuste.

Sí que es cierto que hay que romper una lanza por la dirección de fotografía de Björn Charpentier, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de su debut en el largo. Por lo demás, El rehén no consigue en ningún momento atrapar al espectador desde la víscera: ni emociona, ni mueve a la acción, ni siquiera despierta curiosidad por seguir indagando en unos eventos históricos que no han sido insustanciales, que se diga.

Nos movemos en dos planos temporales: los años 70, época de cínico éxito para este mediador y negociante que termina estallándole en la cara, y comienzos de los años 80, cuando el gobierno israelí ordenó la invasión del sur del Líbano para expulsar a la OLP.

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De

El retrato de Skiles es el de un perdedor que conoció días de gloria: dicen de él que pasa de darle la mano al presidente al fango pero tiene esa cualidad de superhéroe sin capa que le brinda la capacidad de manipular las necesidades de la gente para hacerla morder el anzuelo y ceder el terreno justo para encajar sus reivindicaciones.

Eso sí, olvidaos del letrero de "basado en hechos reales": la historia es ficcional, por más que haya referencias a sucesos históricos por todos conocidos como la conocida como "Masacre de Munich" que sirven para dotar a la película de ese contexto y esa verosimiltud que hacen que lo que nos narran sea factible. El problema viene dado por la información que se le escamotea al espectador, que puede que sea la más interesante: ¿cómo se radicaliza a un individuo de la noche a la mañana? Más allá del arraigo y la sangre, ¿cuáles son los mecanismos que se toca en su interior para convertirlo en un terrorista? ¿Se puede dar un giro de 180 grados en menos de 24 horas?

La intención del guión de Tony Gilroy pasa más bien por llevar la historia individual a un plano más abierto para comprender cómo las disputas e intrigas políticas en la sombra terminan determinando el curso de los acontecimientos, pero habría necesitado perfilar mejor a los personajes porque solo tenemos a Skiles como punto de referencia: el comportamiento de los demás, escapa a nuestra comprensión y por tanto nos hace imposible compadecernos de ellos, comprender sus motivaciones o incluso odiarlos a gusto. Emocionalmente El rehén es una película muy fallida, por más que impere la corrección en su acabado final.

VALORACIÓN:

Thriller de acción y espionaje correcto pero poco emocionante que no consigue capturar del todo al espectador ni hacer que se sienta concernido por la trama.

LO MEJOR:

El reparto trabaja bien, la fotografía está muy cuidada y no se le puede achacar ni un pero a la producción.

LO PEOR:

Se deja llevar mucho por las fórmulas del género: no hay suspense, no hay adrenalina, no hay pasión.
Hobby

63

Aceptable

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