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Crítica de Scream, vigila quién llama - Especial cine de los 90

Scream, vigila quien llama - ppal
Los fans del terror adolescente debemos mucho a Wes Craven. Posiblemente, Scream sea su obra más personal y, desde luego, es todo un clásico de los años 90. ¡Volvemos a vernos las caras, Ghostface!

2016 está siendo un año de muchos aniversarios. Nada menos que 20 años han pasado desde que Wes Craven decidiera dar un giro de 180 grados al género slasher. Su propia Pesadilla en Elm Street o Halloween ya estaban en la memoria colectiva, pero él quiso ir más allá y firmar una carta de amor al género, pero también todo un tratado sobre sus convenciones y reglas.

Tanto el asesino, ese inconfundible Ghostface, como los diferentes personajes de la saga hablan sin pudor sobre clásicos del terror. Esa fue la principal de la saga: el metalenguaje y el guiño constante al espectador. ¿Seremos más listos que los actores secundarios y veremos dónde nos están "engañando" respecto a la identidad del asesino? En el fondo, Scream no es otra cosa que una novela más de Agatha Christie, pero adaptada a los nuevos tiempos. Y, con "nuevos tiempos", nos referimos lógicamente a 1996, cuando los VHS y los teléfonos como ladrillos eran moneda común.

¿Cuál es tu película de terror favorita?

 Por supuesto, una película así no funcionaría sin unos arquetipos de personajes tan bien diseñados como los tuvo este film. Tenemos a la chica virginal pero "echá pa'lante" (Neve Campbell), el friki de videoclub que explica todas las reglas del terror, la reportera dispuesta a lo que sea por una exclusiva (Courteney Cox en pleno boom de Friends) y el policía tontorrón, pero de buen corazón (David Arquette, que a raíz de esta peli acabaría casándose con Courteney). Ojo a otras dos actrices de renombre: Drew Barrymore, que protagoniza ella solita todo el prólogo de la película y una jovencita Rose McGowan, 5 años antes de aparecer en Embrujadas.

Una película así no funcionaría sin unos personajes bien definidos al servicio de un Wes Craven enamorado del género

Todos se pliegan al juego de Wes Craven de teorizar sobre cómo actuará el asesino de acuerdo a las leyes del género, pero tienen un aura propia que, precisamente, es lo que nos hace dudar en todo momento quién será el que se esconde detrás de Ghostface.

Y es que, más que ver cómo mueren los personajes (tampoco hay demasiadas muertes, la verdad), aquí la diversión consiste más en ver si somos capaces de adivinar cómo acabará todo.

Drew Barrymore es... ¿Una víctima?
Drew Barrymore es... ¿Una víctima?

No es que el filme sea una obra de arte y ensayo, ni mucho menos. Por supuesto, también ofrece los convencionalismos del cine de terror adolescente: violencia, la típica fiesta en casa de los padres que no están y algo de sexo blanquito. La diferencia es que la película se esfuerza en hacer partícipes de esos clichés y entender qué representan. De hecho, una de las normas que se dicen a la mitad de Scream es que si tienes sexo o te emborrachas, mueres. Hay que castigar el pecado...

Al margen de esta forma de narrar, esta película también marcó unos puntos comunes para la saga, absolutamente reconocibles para el espectador de hoy. Es decir, no solo reflexionó sobre la iconografía del género, sino que también aportó al mismo de su propia cosecha: la máscara del asesino, los asesinatos con puñaladas, las llamadas telefónicas... En el fondo, todo esto fue una traslación de la leyenda urbana de "la llamada desde el piso de arriba". No era muy original, pero sí efectivo.

Todo ello contagió a películas de terror posteriores e incluso dio pie a parodias (la archiconocida Scary Movie) o a una suerte de spin off moderno en la serie Scream de Netflix. En realidad, la saga no alcanzaría todo su potencial hasta las secuelas, en las que el metalenguaje llegó a un nuevo nivel con la película dentro de la película: Stab era una serie de películas dentro de estas películas, con un desarrollo similar que nos preparaba para lo que veríamos a continuación y nos hacía dudar sobre lo que era "real" y lo que no.

Sidney Prescott, la protagonista
Sidney Prescott, la protagonista

Hay mucho de obra personal en Scream (ese homenaje a Freddy Krueger en el conserje), pero tampoco es que sea un film impoluto. Algunas "licencias de guión" resultan bastante inverosímiles. ¿Sidney acaba de ser atacada por un asesino, casi muere y un rato después decide irse alegremente a una fiesta de borrachera? ¡Qué capacidad de recuperación la suya! ¿Los villanos se comportan con esa seranidad propia de un Oscar y en los últimos minutos son unos sádicos histriónicos? Bueno, habrá que comulgar con ello, pero esos detalles restan intensidad a la historia, desde luego.

De hecho, las actuaciones son uno de los aspectos más torpones de la película. No sabemos si Courteney Cox está asustada o practicando ópera y Drew Barrymore pareció espantarse más cuando vio a E.T. que cuando la perseguían con un machete. Algunos de esos momentos y el constante intento de decirnos "eh, mira cuánto controlo de cine" de todos los personajes han perdido el factor sorpresa después de tantos ellos. Precisamente, porque creó tanta escuela que muchos otros han repetido la fórmula y 20 años después no impacta igual.

Ghostface. Un rostro, muchos villanos en la saga.
Ghostface. Un rostro, muchos villanos en la saga.

A pesar de todo, Scream sigue permaneciendo como una película con identidad propia, que muestra un equilibrio muy inteligente entre suspense, terror y humor. A su modo, fue un Scooby-Doo para niños crecidos, que sirvió para revitalizar un género en decadencia y presentarlo a una nueva generación ansiosa por gritar con palomitas en el cine.

Y sí, Ghostface se convirtió en uno de los villanos más famosos del cine de terror, tal y como repasamos en el vídeo que podéis ver aquí abajo. La voz rajada y sus aspavientos han seguido en las tres películas posteriores.

No queremos terminar sin invitaros a ver la tertulia que organizamos en torno al legado de Wes Craven y lo importante que es el género slasher en el cine... ¡Pero también en los videojuegos! Y por supuesto, permaneced atentos, porque en breve repasaremos más películas icónicas en nuestro especial de cine de los años 90. Mientras, vigilad quién llama...

VALORACIÓN:

20 años después sigue siendo evidente por qué revolucionó el género. Entretenida y bien planteada, aunque las imitaciones que ella misma generó han provocado que sus puntos fuertes se hayan erosionado un poco.

LO MEJOR:

Su apuesta por el metalenguaje. El constante juego con las expectativas del jugador.

LO PEOR:

Las actuaciones no son precisamente memorables. La resolución del misterio es un tanto forzada.
Hobby

73

Bueno

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