Crítica de Sentimental, la nueva película escrita y dirigida por Cesc Gay

Un escenario y cuatro actores con una dinámica brutal: solo esos ingredientes necesita Cesc Gay (Félix) para componer Sentimental, una historia por momentos descacharrante que consigue indagar en la forma que tenemos de pensar y de paso dinamitar prejuicios e ideas preconcebidas.

Como es evidente, el cuerpo interpretativo es fundamental para llevar a buen puerto esta empresa, y la verdad es que el casting es una maravilla. Con Javier Cámara acaparando los momentos más cómicos y ácidos del guión y una contenida y titubeante Griselda Siciliani dándole la réplica (habla tanto con los ojos como cuando abre la boca) solo faltan "los vecinos de arriba".

Ellos son Belén Cuesta y Alberto San Juan, una pareja que se aleja de los estándares e irrumpe en la vida cotidiana de esta pareja como una verdadera bomba de relojería, poniendo patas arriba lo que pensaban el uno del otro.

En Sentimental nos presentan a Julio y Ana, una pareja estable que lleva conviviendo quince años y discute a menudo. Ya no tienen la chispa pasional que tenían antaño y se conocen muy bien... puede que demasiado bien. Él es bastante controlador y ella se siente insegura y necesita nuevos alicientes en su vida.

Con este propósito Ana invita a cenar a sus vecinos Salva y Laura, una pareja más joven que les ayudó a instalarse meses atrás y que genera bastantes discusiones entre ellos por el ruido que hacen durante sus encuentros íntimos de madrugada.

Esto se ha convertido en una molestia para Julio y Ana: mientras él quiere poner las cartas sobre la mesa y pedirles que se corten, ella prefiere que la velada transcurra con normalidad y pasar un rato agradable agradeciéndoles su ayuda. Sorprendentemente Salva y Laura también tienen algo que decirles a ellos. Algo que desde luego no esperan y que desatará una serie de situaciones desternillantes. Lo que prometía ser un picoteo simpático se convierte al final en una sesión de terapia de pareja exprés.

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En la sencillez de Sentimental radica gran parte de su encanto. Películas de índole similar como Amor en polvo se deslizan hacia terrenos menos interesantes y mucho más obvios, mientras que ésta consigue algo tan complicado como hablar de sexo, de relaciones afectivas y de parejas en crisis sin perder la elegancia ni el sentido del humor.

Lo hace por medio de la dialéctica, contraponiendo a dos parejas completamente distintas que nada tienen que ver entre sí y con personajes, a su vez, que también tienen unas expectativas antagónicas. De esta forma, mientras el personaje de Javier Cámara esconde su inseguridad en ese exceso de control con el que mide su relación de pareja y en una ironía que esgrime a modo de escudo; el de Grisela Siciliani es mucho más abierto y consciente del problema que tienen. También le preocupan mucho más las apariencias y tiene una forma de relacionarse más hipócrita.

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Sus vecinos de arriba, en principio, auténticos desconocidos a los que apenas tratan unos minutos en el ascensor o en el portal, vienen a convertirse, paradojas de la vida, en los detonantes de que su relación estalle por los aires y comience a reconstruirse desde los escombros.

Belén Cuesta y Alberto San Juan también tienen una química especial entre ellos y demuestran secuencia a secuencia, habérselo pasado de maravilla componiendo sus respectivos personajes: el de ella zen, cabal, comprensivo y abierto al diálogo; el de él deslenguado, incontinente y provocador. Gasolina para un matrimonio en llamas.

En resumidas cuentas, Sentimental es una película de lo más recomendable, un oasis de humor y de estudio del alma humana, con los pecadillos que tratamos de esconder con torpeza pero que nos hacen ser como somos, que cumple con las expectativas y puede que hasta nos haga valorar a más de dos lo que tenemos en casa.