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Crítica de She Will o cómo las brujas histéricas se toman la revancha

She Will

Crítica de She Will, el debut en el largo de la directora y guionista Charlotte Colbert que se ha estrenado en FilmIn en el marco del Atlàntida Film Fest.

 

She Will es una propuesta artística bastante peculiar que tiene ecos de películas como La bruja, Gretel & Hansel o la más reciente Men. En todas ellas, a pesar de que se valgan de códigos lingüísticos y estéticos distintos, hay algo común: la utilización de la naturaleza como metáfora de fuerzas ocultas e incognoscibles de una fuerza arrolladora.

Tras su paso por la sección de películas a concurso de Sitges 2021, la película está disponible en la plataforma de streaming FilmIn con motivo de su estreno dentro del Atlàntida Film Fest y es, probablemente, uno de los largometrajes más interesantes que se pueden ver en esta edición. 

Esto se debe a varias razones: la primera de ellas es que se trata de una ópera prima firmada por Charlotte Colbert, que demuestra tener mucho talento a la hora de componer planos y planificar superposiciones de imágenes para generar atmósferas cargadas de sentido.

A esto tenemos que añadir estupendas interpretaciones y una gran perseverancia a la hora de evitar narrar tirando de diálogos. Las líneas generales de la historia son aparentemente sencillas, pero se apoyan en un planteamiento estético perturbador y magnético en el que las imágenes hablan por sí solas.

Se habla explícitamente de derrocar al heteropatriarcado y se utiliza el contexto de la quema de brujas en Escocia para contextualizar la persecución de las mujeres en un mundo que a día de hoy sigue siendo hostil, aunque a otros niveles.

Se denuncian los abusos, las agresiones sexuales y la aparente indiferencia de la sociedad hacia estos delitos, sobre todo cuando se producen de forma revisionista. La gran excusa de "eran otros tiempos" se desploma por su simpleza con facilidad.

 

La trama arranca presentándonos a Veronica Ghent, una gran diva del cine que debutó en la industria en un papel icónico con tan solo trece años a las órdenes de un director que le cambió la vida. La convirtió en una gran estrella, pero a costa de arrebatarle la inocencia.

Recién operada de una doble mastectomía, solo desea curarse en soledad. Con esta finalidad contrata a Desi, una enfermera que la acompañará a un retiro a los bosques más recónditos que ha podido encontrar. A pesar de la rudeza de la exestrella, entre ellas surge un vínculo especial.

No pasa mucho tiempo cuando empiezan a descubrir que sus extraños sueños están ligados a la historia de una madre y su hija, perseguidas, avergonzadas públicamente y torturadas en el pasado en ese mismo lugar. Al mismo tiempo Veronica comienza a recordar los traumas de su pasado y a vehicular el poder de sus sueños para cobrarse una dulce venganza.

Sin poder apartar los ojos de la pantalla

Aunque el protagonismo de She Will recae en Alice Krige y Kota Eberhardt, Malcolm McDowell cuenta también con un papel secundario inquietante pero extraordinario. El actor se ha deshecho en elogios a la hora de calificar la calidad de las imágenes y el aspecto único y original de una fotografía que a menudo resulta perturbadora pero también hipnotizante.

Su presencia además es redentora, si tenemos en cuenta que se recuerda de alguna manera su papel en La naranja mecánica, en la que se describía y mostraba la violencia contra la mujer.

She Will es su antítesis dado que intenta ser en todo momento elegante y no mostrar más de lo necesario. No llega siquiera a aclararse el episodio oscuro del pasado de los protagonistas, aunque tampoco es necesario que se explicite nada.

Lo realmente curioso es cómo el barro, la ceniza, el carbón, materiales oscuros creados a base de mezcla, calor y presión resultan ser las herramientas para crear un nuevo futuro. Cierto es que la película está resuelta con algo de prisa y hay momentos muy predecibles, pero es una apuesta que merece la pena, con todos sus defectos.

VALORACIÓN:

El debut en el largo de Charlotte Colbert se nutre de buenas interpretaciones y una puesta en escena telúrica que sabe aprovechar las metáforas visuales y los entornos para crear atmósferas inquietantes.

LO MEJOR:

El montaje y el tempo de la historia: es un viaje sensorial absobente que juega con las sobreimpresiones y con el lenguaje cinematográfico a tope.

LO PEOR:

La historia en sí es sencilla, lo interesante es la forma en que se cuenta.
Hobby

70

Bueno

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