Crítica de Sicario: el día del soldado, con Benicio del Toro

Sicario fue una película muy apreciada por la crítica cuando se estrenó en 2015. Catapultó a Denis Villeneuve, una vez más, al top 10 de las mejores películas del año debido a su espectacular trabajo como director, y, por supuesto, a la labor de Taylor Sheridan como guionista. Estuvo nominada a 3 premios Oscar: fotografía, banda sonora y edición de sonido, pero no consiguió materializar ninguna de sus opciones, a pesar de sus indudables méritos.

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La secuela, Sicario: el día del soldado tiene su origen en la curiosidad. Al parecer, un ejecutivo de Lionsgate preguntó a Villeneuve por el destino de Alejandro, el personaje interpretado por Benicio del Toro, dando lugar a un nuevo libreto que contestara a esta cuestión. Sheridan, por cierto, repite como guionista, confiriendo la continuidad adecuada al proyecto y Hildur Guðnadóttir, el chelista islandés que ya había trabajado previamente con Jóhan Jóhannsson en María Magdalena, escribe la partitura de la banda sonora en sustitución del compositor que falleció el pasado mes de febrero.

La música es uno de los ejes centrales de la película: es el principal vehículo a través del cual se destila la tensión emocional y se crea esa inquietud en el espectador tan característica. Parece pronosticar una inminente debacle y por ende hace que el espectador pase dos horas con las uñas clavadas en la butaca. Hay que decir que Guðnadóttir recoge el testigo con infinita elegancia creando algo nuevo pero fiel al estilo de Jóhannsson y por tanto clavando su cometido.

Sicario: el día del soldado nos reencuentra con el agente de la CIA Matt Graver (Josh Brolin) y Alejandro Gillick (Benicio del Toro), un hombre que no teme luchar contra los criminales más peligrosos del mundo y que tiene pendiente saldar una cuenta personal. Ambos vuelven a unir fuerzas luchando contra los cárteles de la droga en la frontera entre México y Estados Unidos, en esta ocasión para tratar de controlar el tráfico de personas.

Esta guerra se ha intensificado por la unión entre narcotraficantes y terroristas, lo que hará esta lucha mucho más cruenta e introducirá en ella a nuevos actores como políticos corruptos de primer nivel.

Para provocar una batalla entre ambos grupos, la Agencia Nacional de Inteligencia planea el secuestro de Isabela Reyes (Isabela Moner), hija de un capo de la droga, en una operación al margen de la ley. Cuando el Gobierno de México se entera y la misión se tuerce, Graver ordena a Alejandro que mate a la joven, pero él se niega protegiéndola en su lugar.

El polaco Dariusz Wolski sustituye a Roger Deakins en el apartado de fotografía introduciendo también una sensibilidad distinta hacia la luz, menos quemada en esta ocasión, pero donde más se aprecia el cambio, es evidentemente en la dirección: Stefano Sollima, director de series de culto como Roma criminal o Gomorra y de la película Suburra, sabe retratar la perversión de todos los estamentos y consigue retratar con claridad meridiana lo peor de la sociedad en la que nos movemos.

Sheridan no da una sola concesión tampoco: no hay personaje limpio ni asidero moral al que agarrarse... no hay una Kate Macer que descubra con pavor hasta dónde llega la mierda, si nos permitís emplear palabras gruesas. Así que este thriller es una caída sin paracaídas: un viaje seco y directo al corazón de la podredumbre donde la vida no importa un pimiento.

En el apartado interpretativo, todo de fábula. Benicio del Toro y Josh Brolin se comen la pantalla, especialmente el primero porque entre otras cosas su personaje es un caramelo. E Isabela Reyes, a quien habréis visto previamente en Transformers: el último caballero trabaja también con una naturalidad pasmosa dando vida a una violenta e impertinente adolescente acostumbrada a tenerlo todo y que se ve obligada a pagar los platos rotos por su familia.

Advertencia: no esperéis de Sicario: el día del soldado las respuestas a todas vuestras preguntas, eso solo puede llevaros a la decepción. Empezamos explicándoos de dónde salió el proyecto, de la curiosidad, y tenemos que finalizar alertando de que la idea es crear una trilogía, de modo que ese bichito de la curiosidad os volverá a picar. Villeneuve no ha dirigido este segundo episodio por cuestiones de agenda derivadas de la creación de películas de la envergadura de La llegada y Blade Runner 2049, pero quién sabe si no se animará a rematar la faena para llevarnos a abordar nuevas caras de los complejos problemas transfronterizos de Estados Unidos y Mexico.

Con unos personajes tan atractivos tienen atrapada nuestra atención, así que esperaremos a sentarnos de nuevo en este tren de la bruja en forma de thriller para ver a dónde nos llevan la próxima vez.