Crítica de Sisu, la gran vencedora de Sitges llega a los cines con espíritu de lucha y acción memorable

Sisu ofrece 91 minutos de puro goce estético que rinde homenaje a todos los leit motiv del western: se recrea en los paisajes, en duelos fabulosos y cuenta con una fotografía y una banda sonora de escándalo. Desde la tipografía escogida para los rótulos hasta la búsqueda de oro en estepas laponas, todo nos remite al género que parece revitalizarse de mil y una formas cada año.

Esta producción finlandesa escrita y dirigida por Jalmari Helander hizo mucho ruido en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges al llevarse cuatro galardones de la sección oficial incluyendo mejor película y mejor actor pero sobre todo porque la mayor parte de la prensa desplazada a cubrir el evento se quedó sin verla. Así que generó un runrún que ha hecho que se dispare la expectación.

Ya vista, podemos decir que cumple con las expectativas y que ofrece un espectáculo tan divertido en su extravagancia y desmesura, como descarnado en la plasmación de la violencia, que entronca de lleno con el estilo de Tarantino en lo relativo a la estilización y el gore y argumentalmente con películas como Acorralado.

El título, Sisu, hace alusión a un término finlandés que no tiene traducción exacta pero que sería una mezcla de resiliencia, fuerza de voluntad, determinación estoica, valentía y dureza, un compendio de las cualidades que veremos poner en acción a nuestro héroe protagonista, un buscador de oro parco en palabras pero inquebrantable que decidirá cobrarse una sangrienta venganza.

En los estertores de la Segunda Guerra Mundial, los soldados nazis implementan la táctica militar de la "tierra quemada" arrasando los lugares por los que pasan en su retirada con un doble objetivo: imposibilitar que el enemigo pueda recomponerse y asestar la estocada definitiva a su moral de modo tal que quede del todo aniquilado.

Para su desgracia, una comitiva se topará con lo que parece un desvalido lugareño que se ha encontrado una veta de oro muy golosa.

Tras desvalijarlo y dejarlo atrás descubrirán que se trata de Korpi, el excomando legendario apodado como "el inmortal", un hombre con un coraje casi sobrenatural que no dudará en exterminarlos uno a uno de las formas más improbables e imaginativas posibles. Ni siquiera ahorcándolo y dejándolo a su suerte conseguirán zafarse de su sombra.

Mil maneras de matar nazis

Los aficionados a la acción van a disfrutar de la desmesura de Sisu y de sus salidas de tono más descacharrantes, pero quien se atreva con ella va a descubrir además a un actor cuya interpretación es una verdadera pasada: Jorma Tommila encandila en la medida en que consigue encarnar todos esos principios poniendo su físico al servicio de la historia.

Mención especial también a Aksel Hennie encarnando al principal antagonista que sufrió una herida que no le impidió seguir rodando después de que le pusieran tres grapas. ¡Se ve que el actor también se vio infundido del "sisu" en sus propias carnes!

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Es una de esas películas que cuenta con muy pocos diálogos y mucho lenguaje audiovisual con la idea de ofrecer la muerte de nazis como pasatiempo, así que no es de extrañar que los personajes estén totalmente estereotipados y caigan en el más burdo de los maniqueísmos. Como es evidente la credibilidad histórica no es uno de sus objetivos.

Sisu es además y por encima de todo una película autoconsciente que tiene claros sus referentes y su ambición de modo que se eleva como una propuesta honesta, muy sencilla en el fondo pero eficiente e imaginativa a la hora de exprimir su presupuesto. Dicho lo cual, que quede claro que la acción está bien dosificada a lo largo de distintos episodios que van parcelando la historia.

¿La recomendamos, en definitiva? ¡Oh, sí, claro que sí! Satisface las expectativas y cuenta con secuencias memorables de las que despiertan carcajadas y codazos.