Spider-Man 3, la tercera entrega de las aventuras de Peter Parker, nos hizo soñar a muchos desde su promoción con lo que esperábamos un verdadero peliculón, sobre todo por la presencia de Venom. Además Alvin Sargent nos había dejado un sabor de boca muy agradable con su guión de Spider-Man 2 y al repetir en el puesto las expectativas estaban altas.
Sin embargo, un metraje innecesariamente largo y la adaptación de dos villanos a medias vino a causarnos una sensación grande de "bluf". Sam Raimi dedicaba casi dos horas y media a contarnos una historia un tanto inconexa en la que la coherencia interna de la trama era precaria y los personajes principales: Parker, Mary Jane y Harry cambiaban de parecer como de camisa, generando no poco desconcierto.
Amores y desamores
La idea que peor estaba trasladada a la gran pantalla era la de la lucha interna de nuestro superhéroe que, se supone, pugnaba entre el poder que le otorgaba su traje negro y "la senda de la bondad".
La plasmación física de ese cambio era plantarle a Tobey Maguire un flequillo grasiento y negro "de chico malo", o vacilarle a las titis por la calle mientras chasqueaba los dedos, dando al traste con cualquier pretensión medianamente seria de creernos la dicotomía en la que se supone se dirimía el personaje.
Los desencuentros con MJ se suceden de una forma tan repetitiva, que cansan y llegan a su punto álgido en la escena de la cafetería en la que Parker utiliza a Gwen Stacy (Bryce Dallas Howard) para ponerla celosa. Por cierto, qué poco le pegaba a la actriz el papel...
Si Mary Jane divergía de su homónima en el cómic pero funcionaba de una forma razonable en las anteriores entregas, en ésta su personaje no tiene ni pies ni cabeza llegando a la cúspide de la sosería y la historia de amor que con tanto cuidado se había ido tejiendo, se desmorona totalmente (seguro que recordáis la escena del puente o el escarceo amoroso con Harry).
Al final, da la sensación de que demasiada parte del metraje se dedica a lo que menos nos interesa y aleja el foco de lo que queremos ver: ¡el simbionte!
Malos buenos y buenos malos
Me explico: está claro que el Hombre de Arena no es en puridad un villano, aunque nos distrae durante buena parte del metraje, sabemos que es un tipo sin suerte pero que adora a su familia, que es el motor de sus acciones y eso se deja patente al final de la película, cuando aclara por fin su implicación en la muerte del tío Ben.
Por otra parte tenemos a un enojadísimo Harry Osborn (James Franco), sediento de venganza por el desenlace de su padre, pero que in extremis colabora con Parker de nuevo en un ataque de ciclotimia difícil de encajar. Pero vale.
Y luego tenemos al supervillano Venom, veneno o simbionte, como más os guste llamarlo. Los lectores de los cómics nos moríamos por verlo en la gran pantalla y esperábamos mucho de él porque es un verdadero icono de la franquicia Spider-Man. Su origen extraterrestre, sus habilidades para fusionarse con sus huéspedes y, por supuesto, su posterior transformación en un ser fortísimo, con voluntad propia y de naturaleza agresiva (no ya como alter ego "oscuro" de Spidey sino como auténtica bestia de dientes afilados y lengua larga) hacen de él uno de los mejores contrincantes del hombre-araña.
El problema de Spider-man 3 respecto a Venom es que queda relegado durante demasiado tiempo: lo vemos muy poco, apenas durante la última media hora cuando se merecía al menos una película para él solito, ¡qué menos! Tampoco Eddie Brock (Topher Grace), el contrincante de Parker en en Bugle, se merecía una adaptación tan plana si tenemos en cuenta su evolución comiquera...
De hecho, los fans acérrimos de los cómics se sintieron decepcionadísimos con la película porque como adaptación deja mucho que desear y el resto acusamos cierto aburrimiento ante una historia de amor requetexplotada y mustia, la poca acción que contiene la película y los hilillos de plastilina chapapoteros en los que convirtieron al simbionte (¡ains!). Al final, la taquilla manda y la película era un producto que aspiraba a revalidar sin arriesgar demasiado, aunque el tiro erró por quedarse muy, muy corto.
Dan ganas de suspirar pensando en lo que se podría haber hecho invirtiendo esos 258 millones de dólares de presupuesto en crear a un Venom decente y haberse dejado de zarandajas, porque, de hecho los efectos especiales de esta peli que completa la terna son bastante inferiores a los de sus predecesoras en muchos momentos.
¿Te has quedado atrapado en la tela? Sigue leyendo...
Estamos analizando todas las películas de Spider-Man, desde las menos profesionales de los años 70 hasta la el reboot de Marc Webb. No te lo pierdas en nuestro reportaje especial del hombre-araña.