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Crítica de Spinning Out, la serie dramática de Neflix sobre el patinaje artístico

Spinning Out
Os lanzamos con doble loop nuestra crítica de Spinning Out, la serie dramática de Neflix sobre el patinaje artístico protagonizada por la actriz Kaya Scodelario, January Jones y el canadiense Evan Roderick.

Spinning Out se estrenó en la plataforma Netflix el pasado 1 de enero de 2020, inaugurando el año seriéfilo con sus diez episodios de entre 45 y 60 minutos. Vista al completo podemos ofreceros nuestras impresiones respecto a un drama que prometía meternos entre bambalinas para comprender cuál es la cara B de un deporte que en pista es precioso, pero que requiere de grandes esfuerzos para verse así.

Se trata del patinaje artístico y sus cada vez más difíciles piruetas ejecutadas sobre dos inestables cuchillas letales. La belleza y el peligro se dan una vez más la mano para reportar momentos vibrantes de emoción en el hielo.

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Spinning Outnos narra la historia de Kate Baker, una joven patinadora con mucho talento que se enfrenta a un largo proceso de curación tras sufrir una brutal caída. A los síntomas físicos tiene que añadirle el miedo al fracaso y el pánico a realizar los saltos reglamentarios, que fueron la razón de su caída.

Todo esto desencadena un transtorno de bipolaridad en la patinadora, similar al que padece su madre: pasa por momentos de euforia y por otros de honda depresión.

Alejada de las competiciones durante un tiempo, pronto se da cuenta de que el patinaje es su razón de ser. De modo que, una vez recuperada y con la voluntad de superar sus miedos, se une a un compañero y comienzan a participar en competiciones por parejas. El escaso nivel de dificultad de los ejercicios que ejecutan impide que puntúen alto, lo que despierta en ella la ambición: para rendir al máximo nivel, descuida su medicación, lo que hace que todo se convierta en un caos.

A simple vista era fácil esperar que fuéramos a encontrarnos con los problemas que suelen ser desconocidos para el público: las inseguridades, las crisis de ansiedad e incluso los problemas físicos y psicológicos que pueden llegar a padecer los deportistas de élite en su trabajoso camino por abrirse paso hasta su sueño olímpico. Entre ellos se encuentra una baja autoestima, algo que puede convertirlos en víctimas fáciles para depredadores sexuales o incluso en un colectivo especialmente sensible a los problemas alimenticios. 

En este sentido hay que decir que Spinning Out es una serie valiente y bienintencionada: quiere jugar limpio y no juzgar a sus personajes, ni siquiera cuando se equivocan clamorosamente y es cruda a la hora de mostrar todos esos peligros a los que se exponen. Así, cada episodio se centra en uno de ellos: desde la protagonista y su relación con su hermana pequeña, a la que trata de proteger, hasta su madre y su complejo de culpabilidad, pasando incluso por su entrenadora rusa y la pérdida del amor de su vida siendo muy joven.

Pero lo cierto es que llega un momento en el que da la sensación de que la serie quiere contar demasiadas cosas sin centrarse en ninguna. El mayor protagonismo lo tiene el trastorno de bipolaridad que comparten Kate y su madre y las tiranteces familiares que hay en su hogar, de modo que cuando a eso se le suman conflictos étnicos, casos de abusos, partos prematuros y lesiones irreparables la serie alcanza cotas de culebrón postadolescente que se alejan de su voluntad primera de centrarse en un colectivo y su problemática.

El patinaje queda relegado a un segundo plano y las secuencias coreografiadas, que deberían llevar en cierta forma la batuta en lo que a clímax narrativos atañe, se desinflan. Además hay tramas que quedan relegadas a un tercer plano y otras que se resuelven de forma exprés sin prestarles atención ni profundizar en ellas. En suma, sin darles el espacio y la atención que merecían.

Spinning Out
Netflix

Spinning Out no es una mala serie y además cuenta con una Kaya Scoledario tan imponente como suele ser habitual: muy creíble en un papel físico como ya demostrara anteriormente en películas como Infierno bajo el agua. Sin embargo, patina y nunca mejor dicho, al querer incrustar demasiadas tramas de una forma bastante torpona. Padece un poco el "síndrome de Smallville"... todo pasa en Pinecrest y los planos recurrentes de la entrada a la pista de patinaje, donde se cuecen todos esos dramas son muy repetitivos. 

Hay momentos en los que el montaje te mantiene con un desasosiego brutal, intercalando la trama deportiva y la personal y otros en los que el montaje es un desastre absoluto, con planos descontextualizados, saltos en la cronología que no son creíbles y personajes desperdiciados. En suma, es irregular y, a pesar de mantener el interés hasta el final, se queda lejos de las expectativas. Eso sí, sería de extrañar que no viéramos una segunda temporada en la que, si se afina bien, se puede corregir el rumbo de la serie para que aterrice con mejor fortuna sobre el hielo. Entre tanto, para ver un drama deportivo de calado, os seguimos emplazando a recuperar Yo, Tonya.

VALORACIÓN:

Lejos de lo que promete, Spinning Out es más una serie centrada en las relaciones sentimentales de los protagonistas que un drama sobre el deporte de élite, que apenas sirve de marco para la narración.

LO MEJOR:

Scodelario. Que se atreva a meterse en el terreno de los trastornos psicológicos como la bipolaridad, las autolesiones o las presiones sociales.

LO PEOR:

Todo el relleno de tramas secundarias que no van a ninguna parte ni ahondan en los temas que lanzan. Que termine siendo un culebrón postadolescente.
Hobby

70

Bueno

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Etiquetas: Netflix