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Crítica de Succession, una de las mejores series de HBO

Succession
Crítica de las dos primeras temporadas de Succession, una de las mejores series que puedes ver en HBO. Ambas ya completas en la plataforma.

¿Es Logan Roy la encarnación del diablo? Después de ver las dos primeras temporadas de la excepcional serie Succession, tenemos que decir que Brian Cox nos ha seducido totalmente llevándonos al borde del abismo. Exactamente igual que hace su personaje, el magnate Logan Roy, presionando a sus cuatro hijos y a su personal de confianza a la hora de dar la cara por toda la podredumbre que su conglomerado de empresas ha ido acumulando bajo la alfombra.

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Al frente del primer episodio, se situó el director Adam McKay, responsable de títulos como Los amos de la noticia, La gran apuesta o El vicio del poder, quien ha ejercido desde entonces como productor ejecutivo. Y desde luego podemos decir que la serie no duda en vapulear un sistema completamente corrupto en el que las presiones, las influencias y los encubrimientos son moneda de cambio constante.

Ahora que hemos podido ver y disfrutar del último episodio de la temporada 2, titulado "This Is Not for Tears" es el momento de deshacerse en halagos hacia una serie que llega al alma retratando a una panda de desalmados. Así, de esta forma tan paradógica, han sido escritos los 20 episodios que componen las dos tantas de episodios emitidos entre 2018 y 2019 y que nos han llevado a permanecer clavados en el sofá siguiendo unos diálogos cargados de segundas intenciones, de ironía o, directamente, hiel.

Pero, empecemos por el principio. La serie arranca con el acaudalado e influyente Logan Roy sufriendo un ictus. Él es el CEO de Waystar Royco, de modo que detenta una de las multinacionales más codiciadas de los Estados Unidos y por tanto un buen puñado de las compañías más exitosas del mundo incluyendo una división de cruceros y sus propios medios de comunicación. Este hecho hará que su hijo Kendall dé un paso al frente para tratar de sucederle de forma algo prematura, aunque tal y como estaba previsto.

No obstante, Ken no encontrará más que problemas en su camino: desde contingencias personales como el desmoronamiento de su matrimonio y su adicción a las drogas hasta la férrea oposición de sus hermanos y los cargos de confianza de su padre, demasiado preocupados por parecer desleales y dejar de contar con su aprobación.

Un giro inesperado de los acontecimientos al final de la primera temporada forzará a la familia a abordar los problemas como un bloque sólido, pero algunos trapos sucios del pasado amenazan a la estabilidad, de por sí precaria, de la empresa. Entre los planes que se ponen sobre la mesa se encuentran realizar fuertes adquisiciones para capear el temporal, conseguir inversión extranjera e incluso negociar a puerta cerrada para salvar la empresa y no renunciar a su posición dominante en el mercado del entretenimiento pero finalmente, la única opción es la del "sacrificio de sangre", lo que desatará una auténtica lucha intestina por salir indemne entre todos los familiares y perros falderos que llevan años siendo fieles secuaces.

No se puede explicar más sin hablar demasiado o destrozar algunas de las grandes sorpresas de la serie, así que no dejaremos ya de lado el "contenido" de Succession para abordar su sobresaliente "continente". Si la primera temporada tenía un diseño de producción apabullante, en la segunda se han superado sin descuidar un ápice la historia narrada. Cruceros, mansiones, ruedas de prensa, onerosas fiestas... Todo se pone en pie de una forma tan verosímil como despreciable, ya que contribuye mucho a retratar a unos personajes carentes de escrúpulos que lo tienen todo y nada valoran.

En este sentido siempre es un gran contrapunto para los hermanos cainitas (Alan Ruck como Connor, Jeremy Strong como Kendall, Kieran Culkin como Roman y Sarah Snook como Shiv) el personaje de Greg (Nicholas Braun), que nunca consigue encajar en un mundo que lo trata como un paria, en el que no encaja. Demasiados escrúpulos. Demasiada honestidad, sobre todo para su mentor-maltatador, el esposo de Shiv llamado Tom (Matthew Macfadyen).

Todo en Succession desprende un aroma a tragedia griega, algo a lo que contribuye sobremanera la banda sonora de Nicholas Britell, que fue aclamado en su día por sus trabajos en películas como Moonlight o la más reciente El blues de Beale Street, que le valieron sendas nominaciones al Oscar. 

Ya desde los títulos de crédito, con el ampuloso piano y las cuerdas, nos pone perfectamente a tono de la apasionada carnicería familiar de la que vamos a ser testigos. La música es elegante, pero a la vez desesperada, lacerante y misteriosa. No es un mero aditivo decorativo, sino que habla un lenguaje tan poderoso como el de las imágenes.

Succession
HBO

Y ni que decir tiene que, en una serie en la que las luchas de poder son las que condicionan las relaciones entre los personajes, los tiros de cámara son fundamentales. Mark Mylod, que es el realizador que en más ocasiones se ha situado tras la cámara (ha dirigido ocho episodios, cuatro en cada temporada) lo tiene bien en cuenta sobre todo en los impases finales de esta segunda temporada, optando a menudo por los planos picados y contrapicados que dejan claro quién tiene la sartén por el mango. Y es por eso que resulta tan desconcertante el plano final. Pero eso, tendréis que descubrirlo viendo la serie, dado que no queremos incurrir en spoilers.

Ojo también a los secundarios, que son un verdadero lujazo: tenemos a Holly Hunter en el papel de Rhea, a James Cromwell como Ewan Roy y Cherry Jones como Nan Pierce, por nombrar solo a un puñado de ellos.

Finalizamos apuntando un dato muy esperanzador: en 2020 tendremos una tercera temporada deSuccession. Aún no ha trascendido la fecha exacta pero, si mantiene el nivel, tendremos que estar bien atentos.

VALORACIÓN:

Después de una magnífica primera temporada, HBO riza el rizo lanzando una segunda aún más compleja y adictiva en la que se sigue indagando en el imperio de la corrupción que supone la familia Roy.

LO MEJOR:

El reparto es sobresaliente, el guión, siempre afilado, disecciona las vísceras empresariales de Royco y el diseño de producción y la BSO.

LO PEOR:

Se reserva hasta el último instante un golpe de efecto final, que si bien está perfectamente justificado, deja claro que se ocultan muchas cartas...
Hobby

92

Excelente

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