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Crítica de la temporada 3 de Emily in Paris: más trapitos, lujos y enredos

Emily en París 3

La temporada 3 de Emily in Paris ha desembarcado en Netflix con diez nuevos episodios que siguen reincidiendo en las fortalezas y las debilidades de la serie. 

Si estás buscando un contenido de Netflix ligero y entretenido sin mayores pretensiones, probablemente Emily en París es para ti: episodios cortitos, muchos enredos y amoríos y de paso una estética muy cuidada.

Todos los clichés de la capital francesa se dan cita en este casi utópico lugar en el que todo el mundo es joven, elegante y triunfador: es una comedia romántica que se puede calificar como "de la vieja escuela". No hay espacio para grandes dramas y las tramas discurren de forma bastante frívola sin que haya consecuencias dolorosas o realistas.

Darren Star ha lanzado diez nuevos episodios de Emily in Paris que oscilan entre los 25 y los 35 minutos de duración que nos llevan a reecontranos con Emily Cooper, que al comienzo de esta temporada aborda una crisis laboral importante. De hecho, el primer episodio se titula: "Tengo dos amores" y nada tiene que ver con su bicefalia entre Gabriel y Alfie sino con su fidelidad a Savoir y a Grateau.

Esta dicotomía (y la incapacidad de la incorregible protagonista para estar quieta o callada durante demasiado tiempo), va a ser la que marque la historia, que deja mucho más espacio a los secundarios para desarrollar sus propias historias.

 

Las tiranteces con Sylvie serán otra de las constantes y los bandazos de la historia, un verdadero tiovivo de emociones.

En esta ocasión, puede que sea incluso demasiado para el espíritu de la serie: los personajes van de 0 a 100 en quince segundos y viceversa, y la historia principal (el triángulo amoroso de manual) no avanza hasta los diez últimos minutos de la temporada... con un doble loop que es menos divertido de lo usual.

En resumidas cuentas: Emily en París ha perdido algo de su encanto en esta tercera temporada al presentar un guión errático en el que el caos se apodera de la ficción (hay personajes que desaparecen repentinamente para aparecer de la nada y darle un giro de 180 grados a los acontecimientos, por ejemplo). 

Sin embargo, quienes encuentren en ella un placer culpable en el plano estético, van a ver saciadas sus expectativas: los líos amorosos se suceden uno tras otro y ni Lilly Collins ni ninguno de sus compañeros de reparto repite modelitos... a cuál más extravagante y arriesgado (al punto que a veces no pueden andar con los taconazos). 

Más allá de la fachada de la serie, que abunda en los consabidos leit motiv de "la vida del lujo y el glamour en la ciudad del amor", Emily en París tiene más bien poco que ofrecer. Muy al contrario de las delicatessen que quiere mostrar, se asemeja más a la comida chatarra: se consume deprisa, se olvida deprisa y a otra cosa, mariposa.

Es más, en esta temporada precisamente, que termina de la forma más anticlimática posible, lo que sucede daba para inspirar en los personajes un "estirón emocional", es decir, una cierta evolución que augurara algo de madurez en sus decisiones y actos. Pero no, eso parece lejos del alcance de una serie encorsetada por su simplona fórmula de base.

Sí que nos resta decir que los veinte episodios anteriores nos reportaron mejores momentos de humor, haciéndonos a menudo sentir vergüenza ajena por la protagonista. Era disfrutón verla incurrir en errores, siempre metiendo la pata y haciéndose ella misma el camino cuesta arriba...

Estirar demasiado el chicle con tensiones sexuales no resueltas y "romper" a los personajes en la medida en que su comportamiento no se ajusta a su personalidad ni a las prioridades que se habían marcado termina de dinamitar una tercera temporada que solo podemos calificar como flojita. Esperemos que en la cuarta se trabajen mejor los guiones para hacerle justicia a los personajes.

VALORACIÓN:

La nueva tanda de episodios de Emily en París es, probablemente, la más floja hasta ahora: se echa en falta algo más de sentido del humor y de las travesuras pisacharcos de su particular protagonista, sobre todo en un tercio final bastante laxo.

LO MEJOR:

Sigue siendo un pasatiempo ligeramente adictivo y que "entra por el ojo", por más que también resulte bastante banal.

LO PEOR:

Tira demasiado de giros de guión: nunca fue muy verosímil, pero el grado de locura es tal ya, que no te fías de lo que ves. El final es anticlimático.
Hobby

60

Aceptable

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Etiquetas: Netflix