Crítica de Tipos legales

Con un tono marcadamente crepuscular y socarrón, Fisher Stevens reúne a tres actores entrañables en Tipos legales, de esos que consiguen que te queden ganas de que se reinicie la película al terminar.

Christopher Walken (Siete psicópatas),Al Pacino (a quien veremos pronto en Happy Valley) yAlan Arkin (Argo), van a pasar una última noche memorable, aunque para ello precisen un buen chute de oxígeno o la ayuda de una de esas pastillitas azules que les permitirán resarcirse de sus penas y sus obligaciones entregándose a hacer lo que les venga en gana. Bien mirada, la cinta es un grito a la libertad que se cierra con una escena final muy evocadora.

Una larga noche por delante hará que estos tres viejos camaradas recuerden con nostalgia sus andanzas como gánsteres y se corran una buena farra.

Un director polifacético

Fisher Stevens, conocido como director por Beso en Manhattan, como actor por dos emblemáticas series como son Perdidos y Daños y perjuicios y como productor por su exitoso documental sobre el destino de los delfines en Japón titulado The Cove (ganador de un Oscar) o por el documental sobre Woody Allen filmado el año pasado, tiene entre manos en esta película a tres pesos pesados del cine hollywoodiense y, todo hay que decirlo, se maneja con soltura extrayéndoles todo el jugo a pesar de tener claro que no se encuentran precisamente en su etapa más fotogénica.

Pocos actores, una línea temporal muy delimitada y un hilo argumental sencillo. Desde luego el encanto de Tipos legales reside en la química entre los tres actores y en su relación de camaradería, amenazada por cierta misión que Walken debe cumplir antes de que amanezca: matar a su amigo por encargo para saldar una deuda del pasado. Ojo al villano de turno, que no es otro que el inolvidable Mark Margolis (el tío Salamanca de Breaking Bad).

Una batalla contra el tiempo

El plazo temporal es el que hace que cada pequeña aventura aparentemente aleatoria de las que se suceden en el transcurso de la noche sea excepcional: cada instante puede ser el último y Stevens traslada con una naturalidad pasmosa esa sensación de finitud que acompaña a los personajes, restándole además a la muerte su habitual carga dramática.

Chapeau, en ese sentido, al guión del debutante en el largo Noah Haidle, que funciona a la perfección, sobre todo porque tiene la capacidad de mostrar un espectro femenino que contrarresta la ingente cantidad de testosterona (atemperada por la edad, pero testosterona, al fin y al cabo). Así, la película cuenta con Julianna Margulies (The Good Wife), Addison Timlin (Afterschool) y una divertidísima Lucy Punch (Bad Teacher), tan sexy como original en su papel.

Mención especial merece la banda sonora, muy disfrutable, en la que Jon Bon Jovi es autor e intérprete de dos canciones originales compuestas expresamente para la película: "Not Running Anymore" y "Old Habits Die Hard". En suma, una interesante propuesta que satisfará a los nostálgicos y conseguirá entretener a quienes busquen un thriller poco corriente.