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Crítica de El último mercenario con Jean Claude Van-Damme parodiando clásicos de los 80 y riéndose de sí mismo

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El último mercenario

Crítica de la comedia francesa El último mercenario protagonizada por Jean Claude Van-Damme y disponible en Netflix desde el 30 de julio de 2021.

Vaya por delante que El último mercenarioprobablemente no encandilará a cualquiera: solo a aquellos que hayan crecido viendo las pelis de Jean-Claude Van Damme y por tanto tengan a bien "entrar" en esta parodia de los thrillers de acción ochenteros que solía protagonizar.

El actor belga, estrella del kickboxing y también de la cartelera, protagoniza esta comedia francesa dirigida y escrita por David Charhon en colaboración con Ismaël Sy Savané que se estrenó el pasado viernes 30 de julio en Netflix colándose rápidamente en el top 10 de los contenidos más vistos de la plataforma de streaming. ¿La razón? Necesitamos reír, obvio, y parece que las productoras todavía no han terminado de darse cuenta. Es uno de los géneros menos valorados que, sin embargo, ahora mismo (segundo periodo estival de pandemia), debería estar más en auge que nunca.

En la ficción el protagonista da vida a Richard Brumère, conocido como "la bruma", un misterioso ex-agente retirado ya que prometió esfumarse tras negociar con las fuerzas de seguridad galas un apacible retiro.

Sin embargo, cuando su hijo Archibald es acusado falsamente de tráfico de drogas se ve obligado a intervenir e irá enredándose en una tela de araña cada vez más complicada.

Una operación de la mafia amenaza la vida de Archibald. Para salvarlo, Richard tendrá que acercarse a sus viejos contactos, unir fuerzas con un grupo de jóvenes imprudentes y un burócrata poco convencional pero, ante todo, no le quedará otra que encontrar el coraje para hacerle saber a Archibald que es su padre.

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Como decíamos hay dos ingredientes que funcionan de maravilla en esta película: su humor absurdo y blanco, que tiene destellos que nos pueden recordar joyas del género, y un Jean-Claude Van Damme cuyo primer plano en pantalla es su famosísimo y archiconocido spagat (vamos que sale "despatarrao", como hemos dicho toda la vida). Esto en sí mismo es ya una declaración de intenciones porque ya tenemos bien claro el tono de la cinta desde su comienzo.

Y vienen luego muchos momentos delirantes más porque cual Mortadelo, el intrépido intérprete se calza todo tipo de pelucas y se caracteriza para "no llamar la atención". 

Sí que hay alguna que otra pullita a la incompetencia de los funcionarios del Estado, a la corrupción y la abulia de los empleados públicos... pero bueno, por desgracia todo resulta tan familiar, mundano y corriente, que será raro que alguien se ofenda. También hay alguna breve broma más subida de tono en el tramo final, razón por la cual no está recomendada para menores de 12 años. 

Hay violencia, claro está, y también numerosas coreografías de acción en las que Van Damme sigue moviéndose como pez en el agua, dado que sigue en forma. Así que, quienes busquen tortas también las van a poder disfrutar.

El último mercenario
Netflix

En suma, El último mercenario no es una gran película, aunque sí entretenida, divertida y llena de pequeños guiños y homenajes al mundo del cine en general y a la carrera de Van Damme en particular que los fans sabrán apreciar. Si estáis atentos veréis encontraréis referencias a Kickboxer, Acorralado, Terminator, El precio del poder y carteles de películas como Juegos de guerra. La peli exuda amor ochentero por todos sus poros.

De largo, es también uno de los mejores trabajos del actor en los últimos tiempos porque no solo vive de la nostalgia (hemos perdido la cuenta de las veces que ha tirado ya este hombre de autoparodia), sino que tiene pulso propio como comedia contando con buenos secundarios que saben sacarle partido al humor físico.

Así, aunque Van Damme tenga sobre sí mismo el foco para vender la película, hay que valorar el trabajo de los humoristas Alban Ivanov y Éric Judor, entre otros muchos. En fin, es un bocadito fresco para aligerar este sofocante verano que se agradece.

VALORACIÓN:

Si te apetece pasar un buen rato, El último mercenario te lo va a proporcionar: es una comedia ligera, autoconsciente y bien empaquetada gracias a un Van Damme que disfruta de lo lindo cachondeándose de sí mismo y de las pelis de género al que suele suele adscribir.

LO MEJOR:

Su humor absurdo, que por momentos nos remite a comedias como Top Secret, y el tono de parodia constante.

LO PEOR:

Es una película que no le va a cambiar la vida a nadie ni lo pretende: puro escapismo intrascendente sin dobles lecturas ni secuencias memorables.
Hobby

70

Bueno

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