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Crítica de Verónica, ¿la mejor película de terror del año?

Verónica
Crítica de Verónica, la película de terror de Paco Plaza inspirada en el caso de Vallecas y protagonizada por Sandra Escacena, Bruna González y Ana Torrent. En cines a partir del 25 de agosto.

Verónica es una experiencia audiovisual de alto calibre: muy satisfactoria como película de terror en primer lugar (vas a pasar unos días alterado ante cualquier sonido que se produzca a tu alrededor) y tremendamente eficaz como retrato costumbrista, lo que refuerza la impresión en el espectador.

Ya sabéis, lo que es verosímil siempre es más aterrador y esa es la baza que juega el guionista Fernando Navarro que, en lugar de ceñirse a los hechos del famosísimocaso de Vallecas que sirve como primera referencia, se permite reelaborar la historia casi por completo pero quedándose con todo el jugo: lo inexplicable, la sensación de extrañamiento del cuerpo de la policía que redactó la única evidencia que consta de fenómenos paranormales de los que ellos mismos fueron testigos y ese desasosiego propio de aquello a lo que no se le puede encontrar una explicación racional plausible.

Si en vez de terror buscas acción, mira nuestro especial The Defenders

En los años 90, en pleno Madrid, una adolescente que acaba de realizar la Ouija con sus amigas coincidiendo con un eclipse solar, tiene que hacer frente a las consecuencias de lo que ha desencadenado, pues ha comenzado a ser perseguida por presencias sobrenaturales que la amenazan con dañar a los miembros de su familia.

Verónica nos transporta a principios de los años 90 al barrio de Vallecas: colegios religiosos, familias numerosas y una sociedad en la que las familias salen adelante con mucho esfuerzo. No solo la estética es reconocible: el vestuario, los peinados, la puesta en escena y los escenarios sino que todo eso convive en perfecta simbiosis con la banda sonora y con una idiosincrasia perfectamente plasmada.

¿Quién no recuerda las figuritas de Lladró, las cancelas ahumadas, las corralas con patio interior y las paredes de gotelé? Es nuestro pasado reciente y el telón de fondo para una historia en la que es fundamental mimetizar lo sobrenatural en lo natural.

Verónica

En el dossier de prensa de la película, Paco Plaza comenta hasta qué punto es una película "de tránsito" en la que se narra un periodo de tiempo tan sensible como la pubertad de la protagonista y su despertar al mundo adulto y por otra parte cuánto hay de autobiográfico en su enfoque para retratarla: "En 1991, año en el que se desarrolla la acción de la película, yo tenía la edad de Verónica, iba a un colegio religioso, me encantaban los Héroes del Silencio y pasaba grandes parcelas del día con mis hermanos habitando un universo propio y hermético en el que las fronteras entre realidad y fantasía se difuminaban". 

"En séptimo de EGB mi amigo Carlos Paniagua compró en el quiosco un fascículo con el que regalaban una tabla ouija muy similar a la que hemos recreado para la película. Por las tardes, a la salida del colegio, en el límite entre lo lúdico y lo terrorífico, nos juntábamos varios compañeros de clase para invocar a los espíritus. Nosotros mismos, que nos encontrábamos también en el límite entre la infancia y la pubertad, sentíamos el vértigo de coquetear con lo inexplicable, temiendo y deseando al mismo tiempo creer que nos comunicábamos con los espíritus".

Sandra Escacena debuta en Verónica con una notable interpretación pero no está sola: derrochan frescura sus partenaires infantiles (Bruna González, Iván Chavero y Claudia Placer por este orden) que inspiran una inmensa ternura y además introducen brochazos de un necesario sentido del humor que contribuye en ocasiones a rebajar la tensión y en otras a incrementarla (el momento "Centella" es directamente insuperable). Rodar con niños no es fácil y Paco Plaza lo hace de maravilla extrayéndoles unas interpretaciones fantásticas.

Además tenemos secuencias memorables hiladas de forma íntima con el momento personal que vive la protagonista, de esas que no se olvidan. Y están plasmadas con un sentido estético que es sello autoral y con ideas cinematográficas: desde la secuencia rodada a la inversa hasta esa en la que la protagonista parece caminar sobre las palabras de la Enciclopedia de lo Oculto.

En fin, si os habéis criado leyendo los libros de misterios inexplicables de Jiménez del Oso y a día de hoy no podéis evitara acabar enganchados a Cuarto Milenio, Verónica es parada obligatoria en cines.

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Os va a sorprender: es, sin lugar a dudas, una película que dialoga con el cine de los años 70 y os traerá a la cabeza películas como Cría cuervos de Carlos Saura o La centinela de Michael Winner como referencias estilísticas. Tengamos en mente que La semilla del diablo (1968) o El exorcista (1973) habían hecho eclosionar el subgénero del terror satanista con gran acierto y que luego llegarían Todos los colores de la oscuridad o La profecía a seguir abondando este campo.

Todas esas referencias pululan por la pantalla pero con una nueva dimensión "más nuestra": hay una vocación muy clara de recrear ese Madrid de los 90 que me recuerda mucho a lo que ha venido haciéndose en la franquicia de Expediente Warren: la época marca la película de principio a fin gracias a un diseño de producción y una dirección artística muy acertadas.

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Por otra parte los apartados técnicos arropan la película de maravilla: ojo a la mezcla de sonido y a la fotografía con momentos tan sublimes como el montaje paralelo de la ouija y el eclipse solar, o "la marca" del proyector en el torso de nuestra protagonista. Marcadla como el MUST de final del verano y el pistoletazo de salida a las películas de terror que se avecinan y vendrán a ponernos los pelos de punta:

VALORACIÓN:

Paco Plaza dirige una de las mejores películas de terror vistas en lo que va de año: es una película con personalidad propia que sugestiona y nos hace pasar un mal rato de verdad. Se apoya en la recreación de un periodo reciente de nuestra historia plenamente reconocible: los años 90. Eran otros tiempos y Plaza los muestra con aguda precisión.

LO MEJOR:

La fusión de lo natural y lo sobrenatural. Las interpretaciones infantiles, la recreación de los 90, la mezcla de sonido y Madre Muerte, por supuesto.

LO PEOR:

Las torrijas nunca van a volver a ser un placer inocente... Algunas interpretaciones secundarias chocan: ¿Leticia Dolera interpretando a una monja?
Hobby

90

Excelente

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