La casa del dragón y su notable carencia de personajes de Poniente que nos enganchen

Esta semana llegó a HBO Max el cuarto episodio de La casa del dragón, la exitosa serie precuela que nos remonta casi dos siglos antes de los sucesos de Juego de tronos.

Nótese que digo que es una serie exitosa, porque eso no se lo quita nadie. La trama de los Targaryen, inspirada por la novela Fuego y Sangre, publicada por George R. R. Martin en 2018 (Vientos de invierno ya, si eso, para otra década), es muy adictiva.

Naturalmente, para mí, para vosotros y para todo fan del imaginario de Poniente, es imposible no caer en las comparativas de rigor entre la serie original y este primer spin-off que nos ha dejado HBO Max.

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Y es que La casa del dragón tiene una carencia bastante grande de personajes de esos que, cuando aparecen en pantalla, sabes que se va a liar parda. Esos personajes que enganchan al público y, pese a ser "más malos que la quina", hacen que se dibuje una sonrisilla de complicidad mientras vemos una escena.

Tenemos a Daemon Targaryen, sí, de ahí que lo haya incluido en la imagen de apertura del blog. No obstante, el personaje de Matt Smith es uno de los jugadores "de cocción lenta" que tarda en llegar a ser, completamente, ese tipo de personaje que ves aparecer y piensas: "¡qué c****n!".

De hecho, la propia serie tiene que justificar la naturaleza de Daemon con una secuencia salvaje en el primer episodio, cuando llega con los Capas Doradas a Desembarco del Rey.

Debemos tener en cuenta que, hasta ahora, La casa del dragón se fundamenta en las tramas palaciegas, algo que no es malo, pero necesita revulsivos cuando muchos fans esperan ver cabezas clavadas en picas.

Que el peso de la acción y la "mala baba" de la serie recaiga solo sobre Daemon Targaryen, por ahora, es la gran pega que se le puede poner a La casa del dragón.

Pensad que, a estas alturas, en Juego de tronos, Jaime Lannister ya había despeñado a Bran de la torre en Invernalia tras mostrar su relación incestuosa con Cersei, y Joffrey Baratheon ya mostraba en qué tipo de personaje se convertiría más adelante, por poner un ejemplo.

Es verdad que, cuando parte de los personajes tienen dragones a sus órdenes, los demás suelen ser más "suaves" que un peluche nuevo.

Hablando de esa "mala baba" que hizo grande a la serie original, en estos primeros episodios estoy notando que la mayoría de los personajes están mucho más cohibidos.

En Juego de tronos, volaban los cuchillos en cuanto alguien estornudaba en una habitación, sin embargo, casi dos siglos antes, los personajes se dedican miradas y, quizá, algún desaire verbal.

Es muy probable que la serie vaya cogiendo ritmo y estas tramas palaciegas pasen a compartir protagonismo con traiciones mucho más afiladas. Es más, ESPERO, que así sea, porque la serie lo está reclamando a voces.

Está habiendo mucho "coitus interruptus" (y no solo en el cuarto episodio), mucha pataleta de Rhaenyra y Alicent, y poco de lo que nos ofreció el tercer episodio, con la batalla de Peldaños de Piedra, con el ya citado Daemon entrando en modo berserker.

En definitiva, aunque estoy disfrutando cada lunes de la serie, un poco de ritmo, de la "mala baba" de la serie principal y de conferir a los personajes más matices, le vendrían bien.

Ojo, no le pido a La casa del dragón que sea un calco de Juego de tronos, sino que siga evocando la esencia de Poniente, donde pocos personajes son "blancos y puros como la nieve", y muchos maniobran según sople el viento.

Por ahora, quedan seis episodios para que la serie, en ese aspecto, remonte. Por lo demás, salvo algún desliz en efectos visuales, está siendo bastante interesante.