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Crítica comiquera de Wonder Woman 1984: El amor según Diana Prince

Wonder Woman 1984
Wonder Woman 1984 ya se ha estrenado y vamos a hablar de ella desde un prisma más comiquero para responder a si es o no es una buena adaptación de los cómics de Diana Prince.

Si hay una palabra que defina Wonder Woman 1984 de una manera objetiva, sincera y meramente descriptiva, esa palabra debería ser "corazón". La nueva película de DC Comics dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por Gal Gadot es una carta de amor no sólo al personaje de Diana Prince, sino también a los cómics. Una cinta con una trama sencilla, villanos bien desarrollados, un mensaje de esperanza lanzado al mundo en un año que ninguno de nosotros vamos a poder olvidar jamás y, sobre todo, amor. Amor que no falte, por favor. Sabe Afrodita cuánto lo necesitamos.

Tras dejar a Diana Prince más cerca de la diosa Atenea en Wonder Woman una vez terminada la Primera Guerra Mundial y alejándonos de las sucias trincheras del Viejo Continente, derrotado Ares en combate y pagado el precio de la guerra con la vida de Steve Trevor, la Princesa de Themyscira regresaba a nuestros corazones en busca de nuevas aventuras. El entorno, bien conocido para los amantes cinéfilos de la nostalgia: los años ochenta. ¿El propósito? Recordarnos por qué este personaje, y no Superman, se ha convertido en la única esperanza que nos queda en el denominado DC Extended Universe.

En esta crítica comiquera no vas a encontrar un análisis cinematográfico. Para ello, te recomendamos la crítica sin spoilers que tienes disponible en la web desde hace unos días. En este post vamos a hablar de Wonder Woman 1984, de la influencia de los cómics, de lo que ha adaptado y lo que no ha adaptado y del enorme respeto que Patty Jenkins y Geoff Johns han tenido con el material original, trasladando no sólo la esencia de la guerrera amazona, sino también la profundidad emocional que rasgó el pecho de toda una generación en 1978 con Superman: La película.

SPOILERS de Wonder Woman 1984

Sólo ese arrollador inicio con el flashback en el que vemos a las amazonas disfrutar de sus particulares olimpiadas es indicativo de lo que estamos a punto de presenciar. Como ya sucede en los cómics y con la influencia directa de la tradición griega, la competición deportiva se abre paso desde el pasado y apunta ya al corazón del espectador, con ese mensaje de Antíope a una joven y delicada Diana niña que acepta a regañadientes la primera gran lección de su vida. Una lección en forma de aprendizaje resignado que marcará el resto del mensaje de la cinta y el clímax final de Wonder Woman 1984.

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La banda sonora de un Hans Zimmer más grandioso de lo que incluso recordábamos potencia todavía más ese asombroso inicio del filme que nos llevará directamente hasta el "presente" (pasado del DCEU, en realidad). Viajamos a la década de los 80 y nos encontramos fuera de juego en cuanto a ambiente comiquero, a pesar de que el derroche de colorido nos hará pensar que estamos directamente sumergidos en la gloriosa epopeya griega de George Pérez, en lugar de en el mundo sombrío y erróneamente triste que construyó Zack Snyder en Batman v Superman: El amanecer de la Justicia.

Wonder Woman 1984

No obstante, lejos del empleo del color y la iluminación para dar forma a la Diana Prince de Gal Gadot, lo que contemplamos al inicio de Wonder Woman 1984 tras el flashback no es otra cosa que la herencia cinematográfica y televisiva de los años 80. Patty Jenkins no sólo ha demostrado ser muy conocedora del material original que utiliza, sino también de la posibilidad de jugar con el contexto sociopolítico y emplearlo a su favor, ofreciéndonos divertidas secuencias (quizás un tanto extenuantes) más propias de aquella década que de nuestro actual mercado audiovisual.

Wonder Woman 1984

Es entonces cuando llegamos al arriesgado elemento catalizador de toda la trama: la piedra mágica. Una piedra mágica es lo único que necesita el guion de la cinta para hacer mover a los cuatro protagonistas: los dos héroes y los dos villanos. Sencillo. Simple. Directo. Un macguffin marcadamente naíf que no sólo sostiene la narrativa de la película, sino que rinde un hermoso homenaje a la influencia de la magia y la fantasía en los cómics de Wonder Woman. Y que es un atrevido golpe sobre la mesa de un DCEU que parecía tenerle miedo a las cosas inocentes, a excepción de Shazam.

Wonder Woman 1984

La magia en DC Comics siempre ha sido uno de sus mayores fuertes. Y el hecho de tener una cosmogonía como la griega detrás del origen de Diana Prince es más que suficiente para obtener todo lo que pudiéramos soñar, desde traslaciones de mitos hasta elementos fantasiosos como la piedra mágica que tenemos en Wonder Woman 1984. Y, sin decir nada, todo funciona. La piedra mágica podría haber sido forjada por Hefesto y haber sido imbuida por Ápate. ¿Te lo dicen? No. ¿Funciona? A las mil maravillas. Es magia. La magia funciona con reglas que nosotros no podemos entender.

Wonder Woman 1984

Esa ausencia de la lógica en virtud de la fantasía es uno de los mayores alicientes comiqueros que tienen algunos de los mejores cómics de Wonder Woman. Y Wonder Woman 1984 no tiene miedo en emplear dicho elemento narrativo para desenvolver a Diana Prince en los años 80 y, al mismo tiempo, construir a los dos villanos: Cheetah y Maxwell Lord, caracterizados por Kristen Wiig y Pedro Pascal respectivamente.

Wonder Woman 1984

Es en los villanos donde encontramos más libertades creativas de la película frente a sus homónimos del cómic. El Maxwell Lord de Pedro Pascal poco tiene que ver con el despiadado hombre de negocios, traumatizado por el suicidio de su padre, que existe en DC Comics. En la cinta de Patty Jenkins nos encontramos a un empresario, sí; pero, básicamente, es un emprendedor que naufraga víctima de su propia falta de talento y que vendería a su madre con tal de tener un golpe de suerte que lo saque del pozo de la miseria y la mediocridad en el que se ha sumergido.

Wonder Woman 1984

Lo mismo sucede con Cheetah, que sí guarda ciertos elementos relacionados con su versión comiquera, pero que su historia no tiene nada que ver en Wonder Woman 1984 con la transformación que el dios Urzkartaga posibilita en las viñetas. Por no hablar de que la personalidad de Barbara Ann Minerva antes de transformarse en la villana es radicalmente opuesta a la neurótica, ambiciosa y egoísta arqueóloga británica que muchos lectores han conocido gracias a los cómics de la Princesa de Themyscira.

Wonder Woman 1984

Sin embargo, y dejando de lado estas licencias que la cinta se toma para tejer una historia redonda, es Diana Prince la que parece sacada de las viñetas directamente y colocada sobre el metraje. Es difícil no concluir que es el único personaje de DC Comics (actualmente) que no ha sido desdibujado en el cine, con la cortesía de la Harley Quinn de Margot Robbie. Pero es que la sonrisa de Gal Gadot es capaz de iluminar el mundo y el corazón de esta Wonder Woman es tan grande, tan poderoso, tan luminoso, tan esperanzador... Que uno tiene la sensación de estar viendo a Superman, en lugar de a Diana Prince. Y eso es precisamente Wonder Woman en las viñetas.

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Todo ese speech final sobre el amor, la verdad, la resignación, el aceptarse a uno mismo, el aceptar la realidad, el hacer de este mundo un lugar mejor... Ese clímax tras el enfrentamiento físico con Cheetah para obtener una victoria emocional sobre Maxwell Lord es una traslación perfecta de todo lo que ha representado, representa y representará este personaje en los cómics. Una diosa entre mortales que sirve de ejemplo para todos ellos, entregándoles su amor y su esperanza como antaño hizo Prometeo con el fuego. 

Wonder Woman 1984

Muchos son los elementos comiqueros que se dan cita en Wonder Woman 1984. Uno puede recordar con facilidad el del avión invisible de Diana Prince, cuya explicación es igual de simple y emotiva que las demás y que no sólo da pie a una maravillosa y romántica escena entre Diana y Steve, sino también a mostrarnos todo el poderoso potencial que posee la hija de Zeus y del que apenas hemos visto un pequeño porcentaje.

El lazo de Hestia vuelve a aparecer aquí, en detrimento de un escudo y una espada que no tendrían ningún sentido en un contexto como este, sin un villano tangible al que enfrentarse y con una Diana mucho más pacífica y menos guerrera que la de la primera cinta. Y lo mismo sucede con la denominada Golden Armor, la armadura dorada que Wonder Woman emplea en la batalla final y que, además, gracias a la historia que hay detrás de la propia armadura (todo está explicado en esta película, es algo prácticamente inverosímil en una cinta de superhéroes) hemos podido traer a Lynda Carter de vuelta.

Wonder Woman 1984

En definitiva, Wonder Woman 1984 es una amalgama de elementos sacados directamente de las viñetas que, unidos a la herencia cinematográfica de los años 80 y a la esencia del Superman de Richard Donner, convierten esta cinta en una de las más bonitas del cine de superhéroes hasta la fecha. Luminosa, esperanzadora, naíf, inteligente, capaz, sencilla, mágica. Corazón. Todo corazón. 

El resumen de lo que es esta película, lo que propone, cómo lo desarrolla y todo lo que significa se encuentra en la escena del vuelo de Diana. Wonder Woman 1984 emula la escena de las trincheras de la primera cinta con una despedida durísima entre la Princesa de Themyscira y Steve Trevor. Imaginad abandonar al amor de vuestra vida después de haberlo recuperado tras décadas de pérdida, luto y soledad, y tener que decirle adiós en beneficio de una Humanidad que parece condenada a repetir los mismos errores una y otra vez.

Wonder Woman 1984
Warner Bros

Hipólita le dijo a su hija que este mundo, nuestro mundo, no merecía a alguien como ella. Y lo más seguro es que Hipólita tuviera razón. No la merecemos. Nunca la hemos merecido. Pero si algo nos han enseñado los cómics de superhéroes, los cómics de Wonder Woman, es que esto no se trata de merecerlo o no. Se trata de hacerlo, de llevarlo a cabo.

Wonder Woman 1984 es un faro de esperanza para el buque perdido que ha sido 2020. Una tirita momentánea y casi imperceptible sobre la herida que nos recuerda que podemos ser mejores y que debemos, como mínimo, intentarlo. Y no hay nada más bonito y más humano que el amor. Cuidémoslo. 

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