Muchos son ya los universos de ficción que han pasado por nuestra web pero, hasta ahora, no habíamos visto ningún videojuego. ¿Qué pasa? ¿Es que los videojuegos no son capaces de crear enormes universos de ficción de la misma calidad que el cine o la literatura? Obviamente sí, como que me llamo Hobby Consolas, digo Borja. Otros grandes juegos podrían ser los elegidos, como Elder Scrolls, Zelda o Final Fantasy, por ejemplo, aunque yo, personalmente me he decidido por Mass Effect, la ópera espacial que ha marcado a una generación entera de jugadores.
No voy a ponerme pesado destripando la historia de la saga al dedillo pero sí que comentaré aspectos centrales de la misma, incluyendo algún que otro spoiler, nada muy grave eso sí. Avisados quedan todos aquellos incautos que todavía no hayan jugado a esta trilogía maestra.
BioWare, un largo viaje hacia el juego de ficción perfecto
Generalmente todos los universos de ficción tienen un gran creador detrás, como George Lucas, J.K Rowling, Tolkien o quien quiera que sea el “artista” que haya hecho Star Trek, por poner varios ejemplos. En Mass Effect pasa lo mismo, aunque por triplicado. Ray Muzyka, Augustine Yip y Greg Zeschuk acababan de licenciarse en medicina cuando en 1995, entusiasmados con la que era su verdadera pasión, los videojuegos, decidieron fundar su propia compañía, BioWare y dedicarse a curar nuestras ansias de jugar, en lugar de nuestras ansias de no morir. Habría que verles operar a un paciente a vida o muerte para saber si la medicina perdió 3 grandes doctores, pero todos los jugones nos alegramos de que en sus manos sólo haya mandos de consola, y no bisturíes.
Su primer juego, Shattered Steel, un shooter con mechas, ya dejaba ver algunos de los gustos “espaciales” de la compañía, con más de 20 planetas en los que luchar, pero fue se segundo título, Baldur’s Gate, el que los puso en boca de los jugadores de todo el mundo. El trío fundador aún ejerció la medicina durante la mayor parte de los 3 años que tardaron en desarrollar uno de los grandes del rol. Su primera incursión en el mundo de las consolas fue en el año 2000, con MDK 2, un excelente juego de acción, algo infravalorado, heredado de los archiconocidos Shiny Entertainment. Unos años después, y después de cosechar grandes éxitos económicos con la serie Baldur’s Gate y Neverwinter Nights, Muzyka y Zeschuk cumplieron uno de sus grandes sueños, que casi cualquiera compartimos: crear un juego de Star Wars. Caballeros de la Antigua República, o el KOTOR, para los que somos más freaks, fue uno de esos juegos inolvidables con los que te encuentras pocas veces en la vida. Drew Karpyshyn, otro de los geniecillos de la compañía, escribió la historia, como haría un poco después para Mass Effect. Aquella mezcla de acción, diálogos, decisiones morales, exploración y ambientación espacial fue el embrión de su obra cumbre, nuestro homenajeado Mass Effect. Eso sí, tuvimos que esperar hasta 2007, 141 años años de que los humanos descubramos las ruinas proteanas en Marte.
La gran trilogía interactiva
Embajador Udina: ¿qué hay de Shepard? Él nació en la Tierra… pero ¿es ése el tipo de persona que queremos que proteja la galaxia? Capitán Anderson: es el único tipo de persona que puede protegerla. Así comienza Mass Effect, el épico viaje espacial de nuestro querido pastor, el comandante Shepard. La trama gira, a grandes rasgos, en torno a la salvación de la galaxia. Los humanos somos unos recién llegados a la comunidad galáctica, pero pronto tendremos un papel fundamental en su historia. Lo que comienza como el viaje de un único humano, comandante de una de las naves más sofisticadas que haya surcado el espacio, se convierte, con el paso de las entregas, en una épica lucha por la supervivencia de todas las especies de la galaxia.
Los segadores, una raza de gigantescas máquinas, tiene la "simpática" costumbre de aniquilar cualquier rastro de vida orgánica de la galaxia cada 50.000 años. De nosotros depende si tendrán éxito esta vez o no. En realidad, el tema de trasfondo viene a ser la necesidad de colaborar entre especies para asegurar la supervivencia, lo que no deja de reflejar la realidad de nuestro propio planeta. Mas allá de todo esto, lo que verdaderamente hace que Mass Effect sea universo de ficción en toda regla son los cientos de detalles que rodean la historia: los proteanos, los relés de masa que permiten el viaje interplanetario, las distintas especies, las incontables horas de diálogos...
El mundo creado por BioWare, a diferencia de otros universos de ficción espaciales, trata de guardar, en la medida de lo posible, cierto grado de realismo. El escenario no es una galaxia muy, muy lejana, sino la propia Vía Láctea, con muchas de sus estrellas y planetas. Las especies tienen un determinado aspecto en función del planeta del que proceden, más allá del componente artístico. No llega a los niveles de realismo de obras como 2001, una odisea del espacio pero casi. Como en toda aventura, siempre hay cierto margen para la fantasía, gracias al elemento cero y la biótica. Este poderoso elemento puede modificar el mismo tejido del espacio tiempo y algunos organismos que hayan estado expuestos a él pueden desarrollar poderes bióticos (sí, lo sé, al estilo de la fuerza en Star Wars) para alzar a sus enemigos por los aires, por ejemplo. Los relés de masa, unos artefactos diseminados por toda la galaxia que permiten el viaje casi instántaneo entre sistemas solares, también se basan en este misterioso elemento.
Las decisiones también son otro de los ejes de la trama. A lo largo de las tres entregas tendremos que hacer todo tipo de elecciones. Algunas son tan importantes que pueden decidir el destino de una especie entera, pero lo realmente brillante son las pequeñas decisiones, aquellas que pueden cambiar la relación que tenemos con los integrantes de nuestra tripulación, lo que puede llegar a tener consecuencias terribles e inesperadas en el futuro. El efecto mariposa está aquí, amigos.
Tanto es así que podemos llegar a establecer relaciones amorosas y sexuales con la mayoría de ellos. Cada jugador tiene su propia historia con el ligoteo de Mass Effect. La mía, sin duda, es la más triste. Siempre que se me da la oportunidad en un editor de personajes, creo un personaje femenino, así que me hice una Shepard. Durante tres largos juegos le he tirado los trastos a cualquier bicho viviente, enrollándome con todo lo que se movía por la Normandía, sexo entre especies incluido, pero nunca he podido montármelo con Ashley. He dejado morir a grandes soldados para mantenerla con vida, me he desvivido completando todo tipo de tareas secundarias para despertar sus instintos lésbicos y nada de nada. Todo porque algún "genio" de BioWare decidió que sería uno de los pocos personajes 100% heterosexuales. ¡Maldito seas!
La excelente banda sonora termina de redondear una ambientación ya de por sí soberbia. Sus creadores, Jack Wall y Sam Hulick mezclaron a la perfección el estilo ochentero plagado de sintetizadores y de tono oscuro de Blade Runner con la música de orquesta típica de las grandes películas de Hollywood. Repitieron en Mass Effect 2, dejando el protagonismo a Sascha Dikiciyan y Cris Velasco en la tercera entrega.
La saga ha ido metamorfoseando con el paso de las entregas. Poco a poco, sus creadores originales han ido saltando del barco. La primera entrega fue la más rolera (y la mejor con diferencia para mi gusto) pero la acción ha ido ganando en importancia al tiempo que la saga ha perdido personalidad propia, pero eso ya es motivo de otro artículo.
El mapa de la galaxia en sus rostros
Para llegar a explicar la cantidad de detalles del universo Mass Effect necesitaría un libro entero. Sopesando qué es lo que podría explicar detalladamente (planetas, tecnología, cultura, religión, etc...) me he decidido por contar algo de las especies que pueblan este rico universo, porque son ellas las que, en definitiva, definen el resto de aspectos, ellas son el rostro de la galaxia. La Vía Láctea está plagada de especies inteligentes (y no tanto). La Ciudadela es una gigantesca estación espacial en la que muchas de ellas se han ido asentando a lo largo de los siglos. Se cree que fue construida por los proteanos, una antigua especie supuestamente extinta. Es el centro neurálgico de la diplomacia, el comercio y, porqué no decirlo, de algunos de los problemas de la galaxia.
Especies de la Ciudadela
- Asari
Esta curiosa especie, compuesta sólo por mujeres, fue la primera en descubrir la Ciudadela (alrededor del año 580 a.C.) y fundó, junto a los salarianos, el Consejo de la Ciudadela. Su planeta natal, Thessia, rico en elemento cero, es conocido como la joya de la corona de la galaxia. Su esperanza de vida supera los 1000 años, en los que pasan por tres etapas: “doncella”, en la que se dedican a experimentar y explorar, “matrona”, en la que se dedican a reproducirse y “matriarca” en la que se convierten en sabias consejeras y excelentes diplomáticas. Pueden tener descendencia mediante partenogénesis con cualquier otra especie, lo que les ha granjeado cierta fama de “frescas”. Desde luego, conozco pocos jugadores de Mass Effect que no hayan intentado camelarse a alguna de estas azuladas féminas, incluso jugando como una mujer.
- Salarianos
Estos anfibios fueron la segunda especie en descubrir la Ciudadela.
Su metabolismo hiperactivo les hace pensar rápido, hablar rápido y
moverse rápido, como ellos mismos se jactan en comentar a otras
especies. Eso hace que su esperanza de vida no supere los 40 años,
en el mejor de los casos. Suelen ser grandes científicos y en su
historial tienen el “honor” de haber favorecido el desarrollo de
los krogan, una especie muy primitiva pero letal a la que
convirtieron en soldados para luchar en las Guerras Rachni.
Siglos después de que la galaxia se librara de la amenaza de los
rachni, una especie de insectos, tuvieron que crear la
“genofagia” un arma biológica para sofocar la Rebelión
Krogan haciendo que tuvieran muy pocas posibilidades de engendrar
descendencia.
- Turianos
Fue precisamente la Rebelión Krogan la que dio a conocer a
los turianos, esta especie de aspecto reptiliano. Gracias a su
gigantesca flota espacial, su numeroso ejército y a la
genofagia, consiguieron ganar la guerra. Esto les hizo
entrar por la puerta grande en el Consejo de la Ciudadela como
encargados de mantener la paz en la galaxia. Su estricto código de
honor, que prácticamente les prohíbe mentir, les ha granjeado tanta
buena fama como disgustos. Siempre que algo amenaza la galaxia
están dispuestos a comenzar la batalla y son tan buenos luchando
que consiguen mantener a raya a las numerosas especies de fuera de
la Ciudadela.
- Volus
En su extraño planeta de origen, Irune, las formas de vida
están basadas en el amoníaco, lo que hace que los volus no puedan
sobrevivir en los entornos basados en carbono de la mayoría de las
especies, por lo que deben ir siempre protegidos por máscaras
respiratorias. Sus dotes comerciales les han convertido en los
grandes mercaderes de la galaxia, por lo que empiezan a reclamar
una mayor importancia dentro de la Ciudadela, donde aún no
tienen su propia embajada.
- Elcor
Estos gigantones provenientes del planeta Dekunna, en el que
la gravedad es bestial, se mueven muy lentamente. Empezaron a
explorar el espacio, pero fueron los asari los que les
descubrieron los secretos de los relés de masa. Una de sus
características principales, y que ha creado algunos de los
diálogos más divertidos de toda la saga, es que su modo de hablar
resulta muy monótono y ausente de emociones, ya que entre ellos
aportan estos detalles con pequeños movimientos. Precisamente por
esto, y para evitar malentendidos con otras razas, siempre aclaran
su estado de ánimo al inicio de cada frase, como por ejemplo:, "con
genuino entusiasmo…" "modestamente…" Una de mis razas preferidas
del universo Mass Effect.
- Drell
Estos reptiles de aspecto humanoide estuvieron a punto de extinguirse en su planeta natal, Rakhana. La superpoblación, el desarrollo industrial y su incapacidad para crear naves espaciales les dejó aislados y muriendo poco a poco. Los hanar contactaron con ellos y viendo su complicada situación decidieron evacuar a unos cuantos cientos de miles de individuos a su planeta, Kahje. Una de sus habilidades reptiles más curiosas es el veneno que recubre su piel, que otras especies usan para preparar un cóctel alucinógeno en los tugurios más indeseables de la galaxia.
- Hanar
De aspecto parecido a las medusas y originarios del planeta
Kahje. Allí encontraron unas ruinas proteanas y desde
entonces su religión consiste en adorar a estos seres ancestrales,
los dómines, como ellos los llaman. No en vano, fueron ellos
los que les enseñaron el lenguaje y les civilizaron. Hablar se ha
convertido para ellos en un don, así que son entusiastas del
diálogo, los debates o la poesía. Se denominan a sí mismos como
"este" y sólo comparten su verdadero nombre con amigos muy cercanos
o familiares.
- Humanos
Somos los recién llegados de la galaxia, pero nuestras altas
capacidades militares y de adaptación nos han llevado a ganar
posiciones y poder en la Ciudadela más rápido que cualquier otra
especie. Empezamos a surcar el espacio tras el descubrimiento de
una baliza proteana en Marte, que demostró la existencia de
un relé de masa cerca de Plutón. Durante uno de nuestros
primeros viajes los turianos nos atacaron, dando lugar a la
Guerra del Primer Contacto. Después de tres meses de batalla
el Consejo de la Ciudadela intervino para acabar con la refriega y
los humanos descubrimos que la mayoría de las especies de la
galaxia conviven en paz. Nuestra naturaleza bélica nos ha granjeado
simpatías y enemistades en muy poco tiempo y muchas especies nos
temen por nuestra agresividad.
- Cuidadores
Son una raza biomecánica de aspecto insectoide que sólo se
encuentra en la Ciudadela. No se relacionan con otras
especies y se dedican en exclusiva a tareas de mantenimiento en la
estación espacial. Cualquier intento de capturar a uno de ellos
hace que se autodestruyan mediante un potente ácido que, en menos
de un minuto, derrite al cuidador sin dejar nada para su posterior
estudio. Es más, pase lo que pase, siempre hay el mismo número de
cuidadores en la Ciudadela sin que nadie sepa de dónde proceden los
nuevos ejemplares. Además, juegan un papel importante en los planes
de los segadores, papel que no spoilearé aquí.
Especies de fuera de la Ciudadela
- Batarianos
Estos 4 ojos, literalmente, son nativos del planeta
Khar'shan. Prefieren su beneficio personal al de la
comunidad galáctica. Como muchas otras razas, desarrollaron los
viajes interplanetarios tras descubrir unas ruinas proteanas.
Después de que el Consejo desestimase su petición para que los
humanos se retiraran del Borde Skylliano, decidieron retirar
su embajada de la Ciudadela y dedicarse a actividades "más
lucrativas", como el tráfico de drogas o la trata de esclavos, dos
especialidades que venían practicando desde siglos atrás.
- Quarianos
Originarios del planeta Rannoch, sus grandes dotes para la
tecnología les permitió crear una nueva especie de sintéticos, los
geth. Poco después de que estas avanzadas máquinas
adquirieran consciencia y viendo el peligro potencial, los
quarianos trataron de exterminarlos, pero ellos fueron los
perdedores y tuvieron que abandonar su planeta natal. Perdieron su
embajada en la Ciudadela, que no supo ni quiso perdonar su
problemática creación robótica. Durante siglos han vagado por el
espacio a bordo de la Flota Nómada, lo que les ha dejado
desprovistos de cualquier defensa inmunológica. Por eso, siempre
deben ocultar sus cuerpos bajo un traje, máscara incluida que
simula el ambiente de su planeta natal. Son buenos exploradores, ya
que pueden pasar gran parte de su vida en la
"peregrinación", un viaje que les obliga a encontrar algo de
valor que merezca la pena llevar de vuelta a la Flota Nómada.
- Geth
La especie sintética por antonomasia de Mass Effect. Como
individuos aislados tienen una inteligencia muy limitada pero en
presencia de otros geth funcionan como una mente colmena que
les asemeja a otras especies inteligentes de la galaxia. Más allá
de los Sistemas de Terminus, en el Velo de Perseo es
donde llevan a acabo sus misteriosas actividades. Han servido como
enemigo de la saga desde el principio de los tiempos e incluso
hemos llegado a conocerles y entenderles gracias a Legión,
uno de los tripulantes de nuestra nave.
- Krogan
Formidables luchadores de aspecto reptiliano. Nativos del planeta
Tuchanka, lo convirtieron en un árido desierto después de
los enfrentamientos con bombas nucleares. Ahora viven en clanes y
resultan los perfectos mercenarios si necesitas una solución rápida
y contundente a tus problemas. La fuerza bruta es su mayor virtud y
pocas veces se paran a pensar antes de actuar (ver salarianos para
aprender más de los krogan).
- Vorcha
Especie insectoide brutalmente agresiva. Algunos krogan
forman alianzas con ellos para trabajar como mercenarios. Son tan
primitivos que sólo han podido viajar a otras partes de la galaxia
escondidos en naves de otras especies. Su inclinación a la
violencia es uno de los motivos por los que el resto de especies se
aleja todo lo posible de ellos. Bueno, eso… y por esas caras tan
feas.
- Recolectores
Son proteanos adoctrinados por los segadores, que se dedican a abducir y a experimentar con todo tipo de especies de la galaxia. Otro de los enemigos clásicos de la saga.
Especies del pasado
Segadores
Son una especie de máquinas orgánicas gigantescas cuyo mayor
entretenimiento consiste en eliminar cualquier tipo de vida
orgánica de la galaxia cada 50.000 años. Creadores de los relés
de masa y de la propia Ciudadela. Al margen de su
inmensa capacidad destructiva y de su kilométrico tamaño, pueden
adoctrinar a otros seres, convirtiéndolos en sus esclavos.
- Proteanos
Especie extinta, si habéis jugado a Mass Effect 3 no
tanto, que sucumbió ante el poder de los segadores. Desde la
Ciudadela organizaban su vasto imperio, sometiendo al resto de
especies que se plegaban ante su poderoso ejército. Pueden
comunicarse con otros seres con tan sólo tocarlos, del mismo modo
que la baliza de Eden Prime transmitió a Shepard algunos
datos cuando la tocó.
- Rachni
Especie insectoide que, pese a su aspecto, demuestra gran
inteligencia. Dominan los viajes espaciales, construyen sus propias
armas… Su mente funciona a modo de colmena, siendo las reinas las
que dominan el cotarro. Uno de los mejores momentos de toda la saga
(y una de las decisiones más difíciles) es cuando conocemos a una
de las reinas en el primer Mass Effect.
El espacio es infinito
En la industria del videojuego estamos acostumbrados a ver como todo tipo de libros, cómics o películas se acaban convirtiendo (previo desembolso de una jugosa suma a cambio de la licencia) en videojuegos de mayor o menor calidad. Últimamente estamos viviendo el efecto contrario, videojuegos que traspasan las fronteras de nuestras consolas para ampliar su universo en forma de libros, cómics, merchandising...
Hasta la fecha hemos podido disfrutar en nuestro país de tres novelas, escritas por Drew Karpyshyn, un novelista que además de para BioWare también ha trabajado para LucasArts creando 3 libros sobre Star Wars. Revelación, Ascensión y Castigo son muy recomendables, en especial la primera de ellas, que sirve como perfecta introducción a este gigantesco universo.
También han salido 5 cómics: Evolución, Redención, Invasión, Blasto: eternity is forever, Planetas de Origen y Foundation. La verdad es que cualquiera de ellos es una lectura interesante para un fan de la saga pero, sin duda, el de Blasto es el más divertido. Para los que no se acuerden de Blasto es ese simpático personaje de televisión del que podemos oir hablar en muchas ocasiones en la Ciudadela. Es un detective hanar que persigue a todo tipo de villanos y contrabandistas. ¿Un hanar de acción?, sobra lo demás.
El merchandising tampoco puede faltar a la cita. Hemos visto camisetas, tazas, mochilas, figuras de todo tipo, réplicas de las naves más emblemáticas de la saga... En definitiva, el mínimo exigible para las hordas de freaks. De todos los productos anunciados, nos quedamos con la tabla de snowboard el N7, que se puede reservar en la web de BioWare. Incluso hay apariciones en otros videojuegos, como en Minecraft.
Como véis, el universo Mass Effect es bastante completito, incluso para una película de animación. A mi modo de ver, la obra de BioWare es tan gigante que en algunos aspectos al resto de universos de ficción. Sí amigos, me refiero a la interactividad que sólo nos dan los videojuegos. Son horas y horas de experiencia acumulada viviendo dentro de ese universo, tomando nuestras propias decisiones, forjando la trama y, en definitiva, moldeando el universo a nuestro gusto. Y como prueba, una ración de curiosas estadísticas para descubrir lo diferentes que pueden ser las partidas de unos y otros jugadores. Por si a algunos os han quedado dudas, podéis echar un vistazo al resto de nuestros universos de ficción para elegir vuestro favorito.