Análisis Desperados III Estrategia en el Oeste para PS4, Xbox One y PC

Ya no se hacen juegos como Desperados III. La saga de Spellbound se había tomado un largo descanso, desde el lanzamiento de John Copper´s Helldorado en 2007, y ahora regresa gracias a THQ Nordic, con un nuevo estudio a sus espaldas (Mimimi toma el relevo) y el mismo desarrollo táctico en tiempo real, ambientado en el salvaje Oeste. 

Desperados seguía muy de cerca la estela de Commandos Behind Enemy Lines. Al igual que el juego de Pyro Studios (uno de los hitos del desarrollo patrio), se trataba de una visión única de la estrategia. En lugar de los elementos claves del género RTS; la recolección de recursos, creación de unidades y dirección de grandes ejércitos, apostaba por la perspectiva isométrica y un control "pormenorizado" en que los recursos eran las habilidades únicas de nuestros personajes y no podíamos permitirnos perder a ninguno de ellos. Pero el control se mantenía en tiempo real.

Y ese es el desarrollo que regresa, casi de forma inmutable en Desperados III. En esta ocasión, una precuela del juego original. Nos reencontramos con el forajido John Cooper y su banda (un grupo de buscavidas típicos del western, en que se encuentran un trampero, una ladrona, un doctor y una sacerdotisa vudú). Cada uno de ellos cuenta con habilidades exclusivas que debe utilizar para infiltrarse y  eliminar a los pistoleros rivales. 

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Infiltración en el salvaje Oeste

Porque aunque se trate de un juego ambientado en el Oeste, Desperados III apuesta por la infiltración. No tenemos ninguna oportunidad en los enfrentamientos cara a cara frente a grupos de enemigos armados; nuestra única posibilidad es mantenernos lejos de sus conos de visión (¿hace cuánto que no veíamos este recurso?) mantenernos en silencio, ocultar los cadáveres, apagar los faroles...

Así que cada nivel nos plantea una situación "típica" del género: el ferrocarril, una ciudad fronteriza, los pantanos el interior de un burdel o una gran hacienda del sur en la que acabar con una serie de objetivos. Desperados III es tremendamente exigente, así que debemos meditar cada uno de nuestros movimientos -podemos controlar desde uno a los cinco miembros de la banda- y escoger en qué momento usar las habilidades de cada uno. También podemos realizar ataques contextuales, como lanzar rocas sobre un enemigo despistado o enfurecer a un toro para que embista a su cuidador. 

Las habilidades exclusivas son clave para superar cada nivel. Cooper puede eliminar a los enemigos a distancias cortas con el cuchillo, sin hacer ruido, o usar sus revólveres cuando la cosa se pone fea. El doctor McCoy es un francotirador y puede curar a los aliados, Hector cuenta con una escopeta recortada y un cepo para osos... el uso de estas acciones especiales está limitado, y resulta mucho más efectivo si lo combinamos en el modo Showdown. 

En cualquier momento podemos planificar acciones simultáneas de equipo (es necesario para hacerse cargo de grupos numerosos de centinelas y atravesar pasos vigilados). En la primera fase del modo Showdown movemos a los "fantasmas" de cada uno de los personajes y seleccionamos una acción, después lo activamos para que actúen simultáneamente, de manera automática... y cuando sale bien, es muy satisfactorio. Pero no os confiéis porque completar cada misión muy trabajoso.

Un planteamiento de vieja escuela

Decimos trabajoso y no difícil, porque los escenarios se superan mediante ensayo y error. El juego está diseñado para ello (de hecho incluye un sistema de guardado rápido para agilizar un poco nuestro avance). La idea es pensar en cómo vamos a afrontar cada obstáculo, ¿dejamos vivos a los pistoleros y atravesamos los arbustos o les damos "pasaporte" y arrojamos los cadáveres por un terraplén? y después ver si realmente funciona. Si es así, salvamos la partida y avanzamos hasta el siguiente escollo. 

Es algo inherente al género, pero también parece una forma de avanzar algo anticuada. Y no es el único aspecto que parece anclado en el tiempo en Desperados III. El sistema de control está lastrado por el uso manual de la cámara, que nos obliga a desplazar, rotar y hacer zoom constantemente, y en algunos momentos nos deja "vendidos" porque no sigue de manera automática al personaje que controlamos. En la versión de consola, claro, porque el control con teclado y ratón resulta mucho más intuitivo. 

Y lo mismo podemos decir de algunos fallos en la Inteligencia Artificial enemiga, o de los largos tiempos de carga entre niveles. Pero no todo es malo. El motor Unity, menos potente que otros engines gráficos, se ha aprovechado bien y es capaz de mostrar unos niveles detallados que nos hacen sentir como en un western clásico, la banda sonora está a la altura, y los diálogos (en inglés) consiguen arrancarnos alguna sonrisa y demuestran la personalidad de nuestro forajidos (en particular hay una estupenda discusión entre Hector y McCoy).

Lo que a algunos les parecerá anticuado a otros -los amantes de este género- puede parecerles simplemente clásico. Una vez que superamos todas las "trabas" e interiorizamos cómo funciona la infiltración en Desperados III, la verdad es que resulta desafiante y entretenido. E incluso disfrutamos estudiando la repetición de cada nivel, descubriendo cómo nos hemos movido, las ejecuciones y las veces que hemos muerto.

No esperéis ninguna revolución. Mimimi Studios se ha mantenido en los cánones de la táctica en tiempo real (es el mismo equipo que nos brindó Shadow Tactics Blades of the Shogun hace 4 años en PC) y tiene muy claro que su juego está dirigido a un público reducido, que va a recibir exactamente lo que esperaba.