Análisis de Moss: Book II, una de las mejores experiencias que da la realidad virtual

Parece que haya pasado una eternidad desde aquel nuevo boom de la realidad virtual, en el que montones de juegos llegaron a PlayStation VR, Oculus Quest... ¡O nuestros móviles! Pero la llama sigue viva y uno de los títulos más atractivos de 2018 ha regresado.

Moss: Book II es la secuela de uno de los mejores juegos del catálogo de PlayStation VR. El primer Moss asombró por su estética y su uso tan original de la realidad virtual. En vez de jugar en vista subjetiva o cercana, controlábamos a una ratoncita a mucha distancia, como viendo dioramas de fantasía.

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La segunda parte de Moss continúa con la dinámica y con la historia. La ratoncita Quill ha conseguido rescatar a su tío y ahora ha de enfrentarse a una nueva amenaza: un extraño búho que ataca a los roedores. Para derrotarlo, deberá encontrar cinco reliquias diseminadas por mundos de fantasía.

Y esa fantasía es la clave, pues todo está organizado como si fuera un cuento de hadas. Nosotros controlamos a Quill con el stick y los botones del Dual Shock 4 (no se pueden usar los mandos Move, pero no se echan en falta)y a la vez tomamos el papel del Lector, un místico "ayudante" que acompaña a la heroína mientras lee sus historias.

Quill puede moverse, saltar, trepar y atacar con su espada, mientras que nosotros, como el Lector, podemos mover un orbe (simplemente, moviendo nuestro mando) que, al tocar ciertos objetos, provoca interacciones "mágicas". Puede que algunos se desplacen, en otros crecerán plantas que abran nuevos caminos...

También podemos inmovilizar a los enemigos con el orbe, o arrastrarlos hasta algún interruptor que nos convenga. La mezcla del control clásico para Quill con el control por movimiento para ese orbe da pie a puzzles muy ingeniosos y divertidos, que suponen cierto desafío pero distan mucho de ser desesperantes.

Para la ocasión, Quill no solo usa la espada, sino que en esta entrega aprende a usar un enorme martillo y unas estrellas arrojadizas. Las estrellas y sus rebotes sirven para resolver ciertos puzzles y derrotar a los enemigos con ingenio.

Por su parte, el uso del martillo deja cierta estela que también podemos aprovechar para superar algunos desafíos de ingenio. Todo esto se une a los objetos mágicos que ya conocíamos de la primera parte y a una duración algo superior para Moss 2: unas 6 horas en total.

La primera parte se quedaba en unas 5 peladas, así que, sin ser ninguna maravilla, algo hemos mejorado en ese sentido.

Lamentablemente, el control no se ha pulido tanto como nos habría gustado y seguimos teniendo algunos momentos en los que la ratoncita se atasca si la colocamos de forma desafortunada. También nos hemos encontrado con zonas "escalables" que no agarraba, pero sí lo hacía al recargar el punto de control.

Son momentos molestos, pero se dan muy de higos a brevas y no empañan una experiencia que es tan sorprendente como satisfactoria.

Su dinámica de puzzles recuerda a aventuras clásicos como Trine o The Cave, mientras que los combates, que son numerosos, se basan por lo general en derrotar oleadas de enemigos para que se abra la siguiente puerta, a lo Devil May Cry.

Todo ello, mientras una narradora nos va contando lo que sucede (los voces siguen en inglés, pero ahora hay textos y subtítulos en castellano), a la vez que ella interpreta las voces de todos los personajes, como si fuéramos niños a los que nos están leyendo un cuento.

Esa ambientación tan entrañable también se nota en la propia Quill, que parece estar viva de verdad. Se alegra cuando cumplimos un desafío, nos señala dónde podría haber una pista... 

Al ver todo esto con el visor de PlayStation VR, la sensación de tridimensionalidad nos hace sentirnos como unos gigantes mirando un diorama de cuentos en miniatura.

De hecho, se nos insta a curiosear, pues los escenarios están llenos de recovecos que solo descubriremos si nos acercamos con la cabeza, como si buscáramos algo diminuto de verdad.

A la vez, si miramos hacia arriba podremos descubrir gigantescos árboles o los detallados techos de un templo. Todo, desde la arquitectura hasta los animales, tiene un nivel de detalle asombroso para un juego de realidad virtual, lo que hace que disfrutemos simplemente curioseando a nuestro alrededor.

Por cierto, como nosotros estamos en una posición fija en cada escenario y no nos desplazamos más allá de lo que hagamos con la cabeza, el "motion sickness" (el mareo por movernos, habitual en la realidad virtual) aquí es mínimo. Solo lo hemos notado si nos acercamos de golpe a algo.

En conjunto, Moss: Book II no supone un salto cuantitativo o cualitativo muy grande respecto a la primera parte, pero es que aquella ya era muy buena.

Sigue resultando refrescante y encantador, porque realmente nos hace sentir dentro de un mundo mágico en el que cada giro de cabeza nos puede dar una pequeña sorpresa. 

Esto hace que pueda ser disfrutado tanto por jugones expertos como por aquellos a los que la realidad virtual les intimide un poco, porque aquí la experiencia es cómoda.

No será el desafío más difícil o largo de vuestras vidas, pero quién nos iba a decir que una simple ratoncita protagonizaría uno de los juegos más interesantes que ofrece la realidad virtual a día de hoy... Se nos erizan los bigotes de pensarlo.