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Análisis de Sonic Mania para PS4, Xbox One, Switch y PC

Sonic Mania
Sonic Mania ya está listo para correr en el tartán de PS4, Xbox One, Switch y PC. A diferencia de Usain Bolt, la veterana mascota de Sega no sólo no se va a jubilar, sino que ha demostrado uno de los mejores estados de forma de su vida, que le ha servido para igualar los estratosféricos récords que marcara en los 16 bits lisos. Las gracias hay que dárselas a Christian Whitehead, un entrenador australiano que lo ha vuelto a convencer de su valía.

Sonic Mania ya está en la línea de meta, y el récord que ha marcado es estratosférico. Desde que Sega se convirtiera en third party, su famoso erizo azul ha dado más vueltas que un lanzador de martillo, encadenando algunas victorias parciales, como Generations, Colors o los Advance, con derrotas sonadas, como Sonic the Hedgehog (2006), Lost World o Boom. En el último lustro, las lesiones no le han dejado brillar, pese a aquella intentona que fue Sonic 4 de volver a las raíces 2D, cuyo Episodio 2, lanzado en 2012, aún duele.

Lo bueno de tanto fracaso fue que Sega se concienció de que había que hacer algo para que su mascota, aquella que vendió packs de Mega Drive a espuertas a principios de los 90, reverdeciera laureles, aunque fuera de color azul. Unos años antes, en la escena fan, se empezó a labrar un nombre un desarrollador australiano llamado Christian Whitehead, que realizó un juego llamado Retro Sonic con su propio motor gráfico, el Retro Engine. Su trabajo no pasó desapercibido para Sega, que le encargó versiones para móviles de Sonic CD, 1 y 2.

 

La cosa salió tan bien que la compañía japonesa decidió que él era el entrenador idóneo para devolver al puercoespín al éxito con un nuevo proyecto de altas miras. Así, llegamos a Mania, un juego que esperamos que los miembros del Sonic Team se jueguen mil veces, para que recuerden cómo se hacía un plataformas 2D protagonizado por uno de los mayores iconos de la industria. Muy raro sería que el venidero Forces, que pinta sospechoso, supere esto...

Análisis de Sonic Mania para PS4, Xbox One, Switch y PC

Smells like teen spirit

Sonic Mania es, exactamente, lo que muchos fans pedían desde tiempos inmemoriales: una vuelta a las raíces de plataformas en 2D. Es verdad que los tres Advance que se lanzaron en GBA fueron muy notables, pero no eran exactamente como las entregas de Mega Drive. Los fans talluditos queríamos que se recuperara la esencia pura de los 16 bits, y vaya sí se ha logrado.

¿Te ha invadido la nostalgia? ¡Mira nuestro unboxing de Sega Mega Drive!

Christian Whitehead, en colaboración con los estudios indies Cannonhead y PagodaWest Games, ha replicado al dedillo lo que hizo grandes a los cinco Sonic canónicos de Mega Drive, incluido CD, para el que hacía falta tener el Mega CD. Se trata de un juego nuevo, pero que recupera la jugabilidad y el apartado técnico de antaño, reimaginando muchos de sus contenidos y engarzándolos con otros inéditos.

Análisis de Sonic Mania para PS4, Xbox One, Switch y PC

La aventura consta de veinticuatro pantallas (qué tiempos aquellos en que se usaba esa palabra, ¿verdad?), ambientadas en doce fases diferentes. La cifra es una barbaridad comparada con las entregas de los 90, pues sólo el doble cartucho Sonic 3 & Knuckles podría mirarle cara a cara. De las doce fases, cuatro son nuevas y las otras ocho, puestas al día de zonas clásicas: Green Hill, Chemical Plant, Oil Ocean, Hidrocity, Flying Battery, Lava Reef, Stardust Speedway y Metallic Madness. Todas ellas vuelven con su misma apariencia, sus mismos enemigos o su misma música, pero con niveles rediseñados por completo. Cada uno echará en falta alguna fase concreta (en nuestro caso, por ejemplo, Star Light, Casino Night o Ice Cap, pero lo cierto es que la selección es muy buena y, además, en muchas de las fases, hay referencias a otras zonas clásicas, ya sea en forma de elementos jugables, de enemigos o de simples guiños: Marble Zone, Spring Yard, Scrap Brain, Metropolis, Angel Island, Carnival Night, Mushroom Hill...

Desde que uno ejecuta el juego, se da cuenta de lo que se avecina. El mítico grito de “Seeeeeeeega” ya lo anticipa. No sólo es un homenaje a los plataformas clásicos del erizo azul, sino que también incluye infinidad de referencias a títulos como Streets of Rage, The Revenge of Shinobi, Ristar, Daytona USA, Dr. Robotnik's Mean Bean Machine... Los segueros se volverán a sentir como en casa, como cuando la compañía japonesa estaba en la cresta de la ola.

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En la variedad, está el gusto

El juego se puede disfrutar con tres personajes: Sonic, Tails y Knuckles. Cada uno cuenta con unas características muy marcadas, que condicionan el avance por los niveles. El erizo es el más rápido y puede sacar partido extra a algunos de los escudos especiales, que son de cuatro tipos: normal, fuego, electricidad y agua. Por ejemplo, si lleva el de fuego, puede impulsarse en el aire. Por su parte, el zorro puede volar por tiempo limitado. Finalmente, el equidna, aunque es más lento, puede planear y trepar muros. Lo mejor es que el 'timing' de los saltos y el movimiento es, exactamente, el que había en Mega Drive.

Como siempre, el juego se puede disfrutar en cooperativo local, ya que Sonic y Tails comparten pantalla. Por lo general, al zorro lo maneja la CPU, pero, si un segundo jugador coge un mando, puede pasar a controlarlo, lo cual resulta útil, especialmente, en los jefes finales, ya que, al no tener anillos, puede atacar sin miedo a perderlos. Además, el zorro puede llevar al erizo en volandas brevemente. Eso sí, durante los niveles, tiende a quedarse rezagado y a desaparecer momentáneamente si el primer jugador va a toda pastilla, lo cual puede ser frustrante.

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Sonic Mania hace gala de un diseño de niveles soberbio y muy variado. No es sólo que las doce fases sean de su padre y de su madre, sino que, además, las dos pantallas de cada fase son muy distintas entre sí, merced al uso de diferentes mecánicas jugables, como, por ejemplo, tirolinas, 'blandiblú' o cascadas de petróleo. Cada fase tiene un enfoque del plataformeo y unos enemigos específicos, aunque elementos como los tirabuzones están prácticamente en todas. No sucede lo mismo con las secciones acuáticas, la avioneta, las estrellas que nos hacen rebotar... En comparación con las entregas clásicas, los escenarios son más verticales y ofrecen un mayor número de caminos potenciales por los que avanzar.

La dificultad está bien medida, al asociarse a la obtención de anillos. Mientras tengamos al menos uno en cartera (cuando nos hieren, podemos recuperar los que podamos durante unos instantes), no podemos morir, al menos por culpa de un enemigo (sí podemos diñarla si caemos al vacío o algo nos aplasta). Eso sí, hay un límite de diez minutos para superar los niveles, así que no podemos dormirnos en los laureles. Si perdemos todas las vidas, no hay límite de continuaciones, pero se nos obliga a volver a empezar la primera pantalla de la fase en la que estuviéramos.

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Hablando de dificultad y de diseño de niveles, el juego cuenta con la friolera de veinticinco jefes finales, cada uno con sus propios patrones de ataque. Las diferentes apariciones de Robotnik (nada de Eggman) y sus esbirros están basadas, en buena medida, en las entregas de Mega Drive, pero también hay luchas nuevas, algunas bastante peliagudas. No es aconsejable actuar como un pollo sin cabeza, pero también es cierto que no hay ninguno al que tengamos que enfrentarnos sin anillos, como sí sucedía en Sonic 1 y 2, por ejemplo.

Sin bolas, no hay paraíso

Las fases de bonus no faltan a su cita, y las hay por partida doble. Por un lado, vuelven los laberintos de Sonic 3 y Sonic & Knuckles, en los que debemos recoger sólo las bolas azules, cuidándonos de tocar las rojas y sabiendo que las de estrella nos hacen rebotar hacia atrás y que las amarillas nos catapultan por los aires. La velocidad se incrementa progresivamente y hay que tener muchos reflejos para no pifiarla o meterse en un callejón sin salida. La recompensa si cogemos todas las esferas azules son emblemas que conmemoran el vigésimo quinto aniversario de la saga, que se cumplió en 2016, y que sirven para desbloquear extras. Para activar esos niveles, basta con tocar un poste de guardado teniendo más de veinticinco anillos en la cartera.

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¿Y qué pasa con las siete esmeraldas del caos que otorgan el derecho a convertirse en el ansiado Super Sonic? Están, por supuesto, pero con fases de bonus totalmente diferentes y que están ocultas en forma de anillos gigantes por los niveles, como también sucedía en las dos entregas mencionadas en el párrafo anterior. El desarrollo de esos bonus está inspirado en los de Sonic CD, de modo que, en entornos tridimensionales, debemos dar caza a un ovni. Para ello, hay que recoger unas ristras de bolas azules, que aumentan nuestra velocidad, y anillos, que incrementan el tiempo límite, cuidándose de chocar con pinchos que nos restan segundos. Cuantas más bolas azules acumulamos, más rápido va el personaje, pero más difícil es maniobrar sin chocar con nada o, directamente, caer al vacío.

De primeras, esas fases pueden parecer un poco puñeteras, pero, en cuanto se les coge el truco, es bastante asequible desbloquear al casi invencible y velocísimo Super Sonic. Lo único que echamos de menos, puestos a pedir, es que no se hayan incluido de ninguna forma los laberintos de colores de la primera entrega o los canalones de anillos de la segunda.

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La relatividad plataformera

Llegar al final de Sonic Mania lleva entre tres y cuatro horas, una cifra muy correcta, si se compara con las entregas antiguas. Además, para enfrentarse al verdadero jefe final y ver el desenlace bueno, hay que conseguir las siete esmeraldas, lo que puede llevar alguna hora más. Asimismo, hay dos modos adicionales. El primero es Crono, en el que el objetivo es superar cada pantalla, con un número reducido de enemigos, en el menor tiempo posible, de cara a dejar nuestro sello en los rankings online. El segundo es Competición, un modo para dos jugadores a pantalla partida, en el que no sólo cuenta quién llegue primero a meta, sino también detalles como el número de anillos acumulados. Asimismo, hay varios extras desbloqueables.

El juego cuesta 19,99 euros, y los merece sobradamente. Ahora bien, no se entiende la decisión de Sega de sacarlo sólo en formato digital. Ha habido algunas declaraciones y filtraciones de tiendas que invitan a pensar que pueda llegar una edición en disco en algún momento, pero, por ahora, no es oficial. Lo único parecido que hay es la llamativa edición coleccionista, exclusiva de Amazon, que, por 89,99 euros, ofrece una figura de más de treinta centímetros, una réplica de un cartucho de Mega Drive con un anillo, una tarjeta metálica... y un código para descargar el juego, sin disco alguno. No hablamos de una compañía indie que no se pueda permitir un lanzamiento físico, sino de una de las más importantes de la historia de los videojuegos y de su saga más icónica...

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Píxeles en alta definición

El gran encanto de Sonic Mania es que recupera la esencia que tuvo la saga en los 16 bits, y eso incluye los gráficos pixelados y coloridos, sólo que en alta definición, sin experimentos raros como el de Sonic 4. El diseño de los tres protagonistas es igual al de los 90, con unas animaciones adorables para según qué acciones, como el simple hecho de mirar hacia arriba o el de tambalearse sobre una cornisa. Lo mismo sucede con los escenarios, que no sólo son un festival cromático, sino que condicionan enormemente la jugabilidad. Además, hay efectos muy vistosos, como la onda expansiva que se produce cuando perdemos los anillos o los incendios que puede provocar el escudo de fuego sobre algunas superficies inflamables, como la madera o el petróleo.

Mención especial merece la secuencia de animación que sirve como intro, que es un homenaje a la que daba la bienvenida a Sonic CD y que también recuerda un poco a la serie de dibujos animados de los 90. En cuanto a rendimiento, el juego va a 60 fps, una tasa que sólo se resiente ligeramente en ciertas ocasiones, cuando corremos de forma desenfrenada. Particularmente, celebramos que ya no estén las molestas ralentizaciones de los laberintos de bolas, que hacían que, en Mega Drive, llegaran a ser injugables por momentos.

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La banda sonora también recoge el testigo de los 16 bits y sus 'chiptunes'. Las ocho fases que se han recuperado presentan las míticas melodías de antaño en su primera pantalla, mientras que, en la segunda, hay remixes. Muchas de ellas son de ésas que es inevitable tararear durante días. Además, se han recuperado tonadillas como la del menú de selección de ranura para guardar en Sonic 3 o la de los citados laberintos de bolas. Lo mismo sucede con los efectos al coger anillos, machacar a un enemigo o superar un nivel.

El Hijo del Viento

No tantos como con el Cometa Halley, pero ha habido que esperar un porrón de años para que el deseo de muchos se hiciera realidad: volver a ver a la mascota de Sega correr en 2D como lo hacía en los 90, cual Carl Lewis o Hicham El Guerrouj. Ha tenido que venir un gurú australiano a recordarle a un erizo japonés lo afiladas que podían llegar a ser su púas, pero la espera ha merecido la pena, porque Sonic Mania es uno de los mejores juegos de su trayectoria plataformera. La fórmula visual y jugable sigue igual de vigente que en Mega Drive, porque es una nostalgia sin fecha de caducidad. Sonic está hecho un chaval.

VALORACIÓN:

Christian Whitehead se merece una ovación cerrada por haber devuelto la velocidad a un erizo con mucha tendencia a la lesión. Sonic Mania es un digno heredero de los cinco grandes plataformas 2D que el puercoespín protagonizó en Mega Drive, de cuya fórmula apenas se había vuelto a saber.

LO MEJOR:

Jugabilidad, gráficos o BSO son los de Mega Drive. Veinticuatro pantallas muy distintas. Guiños a gogó. Super Sonic y los jefes. Irradia nostalgia.

LO PEOR:

Sin edición física al uso. Que no estén los bonus de Sonic 1 y 2. En cooperativo, Tails 'se pierde'. Pequeñas caídas de frames al ir a toda mecha.

Plataformas:

Nintendo Switch,

PC,

PS4,

Xbox One

Versión comentada: PS4

Hobby

93

Excelente

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