Crítica de El agente nocturno, el thriller de espías de Netflix

No sabemos si se convertirá en el nuevo éxito de Netflix donde sigue reinando Hasta el cielo: la serie, pero la producción de Sony El agente nocturno (The Night Agent) tiene la vocación, al menos, de lanzar una segunda temporada como queda claro al final de esta primera.

Ojo, no es que la trama quede abierta, todos los cabos quedan bien atados, pero se sugiere una "apertura a otros continentes" en futuras misiones top secret.

Esta primera entrega consta de diez episodios de entre 43 y 55 minutos de duración que suelen arrancar con un flashback que ilumina algunos aspectos personales y profesionales de los protagonistas, atrapados por las consecuencias de sus actos o de su inacción, según cada caso.

Hora de demostrar la valía propia

Peter Sutherland es un agente del FBI de perfil bajo que ha sido reclutado para trabajar a medio camino entre la agencia y la Casa Blanca dentro del proyecto de los Agentes Nocturnos. Es la apuesta personal de Farr, la líder del gabinete de la presidencia. si bien su labor es estar pendiente de un teléfono que casi nunca suena.

Hasta que un día se encuentra al otro lado de la línea a Rose Larkin, la sobrina de dos agentes que son aparatosamente asesinados y a la que consigue ayudar a huir in extremis. Parece ser que ellos andaban tras la pista de un infiltrado que podría volver a atentar en terreno estadounidense, con la ayuda de alguien que está demasiado cerca de la presidenta Travers.

La crisis de confianza en el equipo llega hasta la puerta de la Oficina Oval en la medida en que está en peligro la seguridad no solo de los ciudadanos sino también de sus representantes. Se está gestando una conspiración de primer nivel y Sutherland, que sufre las consecuencias de que su padre fuera acusado de traidor y falleciera antes de limpiar su nombre, se va a ver contra las cuerdas.

El agente nocturno es una serie que tiene todo lo necesario para funcionar de forma correcta: un buen diseño de producción, buen balance de despachos y acción y unos personajes que, sin ser memorables, consiguen posicionarnos de su lado el tiempo suficiente como para mantener nuestra atención gracias a la tensión creciente que se va gestando en torno a un inminente golpe terrorista.

Quizás se antoja algo excesiva la duración de los episodios de y las vueltas que da sobre sí misma para dejar claros los juegos de alianzas, a menudo resbaladizas entre los distintos miembros que pululan alrededor del objetivo, que viene a ser el entorno en el que se enroca la presidenta.

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Por lo demás desarrolla una historia de inicio: es la presentación del personaje Peter Sutherland como héroe nacional (ojo al tema escogido para finalizar la temporada) y el periplo para salir de la sombra de su padre y ganarse de facto el rol de agente de campo en el programa de los Agentes Nocturnos, lejos ya de la monotonía de permanecer a la espera de una llamada.

Lo hemos visto "romper el cascarón" y, de triunfar en la plataforma, le queda un largo camino por recorrer. Dependerá, claro, de cuántos espectadores la consuman y lo hagan hasta el final.

Shawn Ryan, el productor ejecutivo de la serie SWAT, ha creado un buen producto partiendo del libro de Matthew Quirk, si bien carece de una vuelta de tuerca que la haga salirse del patrón del género en el ecosistema del streaming.

En sus propias palabras, en una entrevista para Collider, ha señalado a su público objetivo: “Si te gustan los libros de Jack Ryan y los de Jack Reacher, si te gustan las películas de la saga Bourne, si te gustan las intrigas políticas, entonces El agente nocturno es para ti".

El corte clásico de la historia, las pocas estridencias argumentales y la sensación de dejà vu van de la mano de la solvencia general para poner en pie la historia. Veremos si es suficiente para sobrevivir, porque la competencia es más dura que nunca.