Crítica de Amanece: un debut intimista con gran plantel femenino

La cinematografía española ha abandonado sin ningún problema las grandes urbes y las películas ambientadas en lo rural o la España vaciada cada vez son más. En este caso, con Amanece viajamos a una Almería cuya potente luz hasta hace daño a los ojos.

Amanece es el debut en el largometraje de Juan Francisco Viruega y cuenta con un gran plantel femenino, como Aura Garrido, Iria del Río o Isabel Ampudia, con la que ya había trabajado en cortometrajes, según nos contó la actriz en una entrevista.

Se podría decir que estamos ante un drama intimista, una película de mujeres (lo que en ningún caso quiere decir que no esté dirigida también para hombres) en la que el entorno y las emociones van de la mano.

Dividida en capítulos, Amanece cuenta el drama vital de las tres mujeres de una familia: una madre y sus hijas que se mueven en la veintena y la treintena. Cada una de ellas en una situación personal con pocos agarres, y siempre con el peso de la enfermedad terminal de la madre que ya se encuentra en sus últimos días.

Desde los primeros minutos el espectador siente el tono de la película que se desarrollará en los diálogos, pero sobre todo en los silencios, las miradas y los pensamientos que en ocasiones son evidentes gracias a las interpretaciones.

Una relación que se acaba, una vida sin rumbo, la muerte, las cuentas pendientes que se tienen entre ellas y el lugar, el pueblo y la luz que significan el hogar, pero también el dolor que va acorde a este. Amanece es una película irregular, pero que tiene unos valores claros.

Al ritmo de las actrices

Los tres nombres principales del reparto son de sobra conocidos y son ellas las que van marcando el ritmo de la película bajo una interesante dirección de actores (actrices en este caso). El cómo han adaptado su trabajo a la cadencia de la película es interesante, más todavía cuando todo es domeñado por el cuarto protagonista: el paisaje.

La fotografía luminosa y el ambiente seco de sol duro son constantes y, este paisaje exterior, referencia del interior de cada personaje. Personalmente, me recordó al valor que le daba al entorno Julio Medem en trabajos como Tierra o Lucía y el sexo.

Pero también hay que reseñar algunos problemas que tiene el largometraje de apenas 90 minutos de duración. El primero de ellos es que opta por lo evidente: el guion acaba por despejar algunas cuestiones con momentos poco sutiles, como la necesidad de verbalizar la explicación del mismo nombre de la película, así como los momentos finales.

Además, algunos tramos son discutibles, como una ensoñación que ocurre en el primer capítulo, cuando el espectador todavía se está acostumbrando a un ritmo moroso que no es para todos los públicos.

En todo caso, hay que decir que la película de Juan Francisco Viruega es interesante en diversos aspectos. Habrá que ver en qué proyectos se embarca el director tras Amanece.