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Crítica de El año de la furia, una película que sirve de advertencia sobre la Historia que no queremos que se repita

El año de la furia

Crítica de El año de la furia, la nueva película escrita y dirigida por Rafa Russo protagonizada por Daniel Grao, Martina Gusman, Alberto Ammann y Joaquín Furriel.

Hacía ya quince años que Rafa Russo no se ponía detrás de las cámaras para dirigir una película. En concreto, desde que lanzara en 2006 Amor en defensa propia. Entre tanto, sí que ha seguido ejerciendo como guionista en películas como La decisión de Julia y tv-movies biográficas como Clara Campoamor. La mujer olvidada; Concepción Arenal, la visitadora de cárceles o Frederica Montseny, la dona que parla, que se estrenó este mismo año.

En el caso de El año de la furia, se conjugaban varios elementos que le interpelaban especialmente: una trama centrada en dos guionistas que se ven arrinconados por la represión, un episodio sombrío de la Historia uruguaya poco conocido para el gran público español, mucho más familiarizado con los conflictos de Argentina y Brasil y toda una galería de personajes complejos pero muy bien delimitados que le permitían explorar la situación desde múltiples puntos de vista.

La acción nos sitúa en el Montevideo de 1972 para mostrar los sucesos previos al golpe de Estado militar que solo un año después asolaría el país implantando una dictadura que se extendería hasta 1985.

Diego y Leonardo, interpretados respectivamente por Alberto Ammann y Joaquín Furriel son dos guionistas de un programa de humor para la televisión que ven cómo sus superiores les imponen cada vez más cortapisas para evitar ofender a los militares que de facto están tomando el control de los medios y de las calles.

Mientras ellos lidian por mantener su posición en el canal echando mano del surrealismo para continuar expresando su inconformismo, Rojas (interpretado por un excelente y visceral Daniel Grao), un teniente del ejército que es obligado a torturar a supuestos militantes o simpatizantes de la guerrilla de los Tupamaro conoce a Susana (Martina Gusman, a quien hemos visto en El inocente), una prostituta que termina por convertirse en una especie de refugio emocional en la que descargar su intensa culpabilidad y con quien terminará conectando de forma íntima.

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El año de la furia nos muestra el caldo de cultivo previo a un alzamiento militar de devastadoras consecuencias: de cómo poco a poco se van recortando las libertades, de la deshumanización de los adversarios políticos, de la forma paulatina en la que la represión va incrementándose hasta asfixiar a los personajes de la película. Estamos ante un guión de ficción, pero que consigue de forma muy certera mostrar los pasos previos a un estallido de violencia que pasan claro está por institucionalizarla de forma clandestina.

De todo ello hemos hablado en una entrevista maravillosa con Rafa Russo, Daniel Grao y Alberto Ammann que además nos han hablado de qué les ha llevado a participar en este proyecto y en su postura respecto a la posibilidad de que algo así pudiera volver a ocurrir:

Russo, como nos ha contado, no ha querido renunciar a realizar un planteamiento estético atractivo: además de recrear muy bien la década de los 70 a nivel de puesta en escena y dirección artística, busca la belleza en la composición de los planos y en la fotografía de Daniel Aranyó.

Por supuesto tiene una gran importancia el drama personal de los protagonistas que son los vehículos para trasladarle a la audiencia la brutalidad de la represión militar y de sus consecuencias en las personas que fueron interrogadas y torturadas, pero por fortuna mantiene muy bien el tono sin ser demasiado explícita en la crueldad ni recrearse en la violencia. En este sentido es elegante, pero no blanda.

Por otra parte, la película tiene una doble vertiente de thriller y de romance frustrado que se va entrecruzando gracias a esa rica galería de personajes de las que os hablábamos desde el comienzo. Los reductos de esperanza son pocos pero muy claros: el amor, la lealtad, el humor y el arte, si es que no concebimos la lealtad como una forma de amar y el humor como una forma de hacer arte.

En resumidas cuentas, El año de la furia es una película dura, compleja y conmovedora que no se queda en la superficie de las cosas sino que las muestra desde muchas ópticas distintas. Cada cual que saque sus propias conclusiones y piense en qué mundo quiere vivir... y a qué precio, si es que tiene capacidad de elegir.

VALORACIÓN:

Rafa Russo regresa a la dirección con una película compleja y comprometida que nos brinda todo un abanico de posturas frente a la represión militar en el Uruguay de comienzos de los años 70, pero que por encima de todo nos lleva a pensar en el presente.

LO MEJOR:

El balance entre turbiedad y belleza formal, el diseño de los personajes y las implicaciones de un guión mucho más actual de lo que parece.

LO PEOR:

Hay subtramas de amores frustrados que elevan el conjunto y otras que entorpecen la narración.
Hobby

75

Bueno

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