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Crítica de Bienvenidos a Marwen, la película de Robert Zemeckis

Bienvenidos a Marwen
Crítica de Bienvenidos a Marwen (Welcome to Marwen), la nueva película de Robert Zemeckis, director de Forrest Gump protagonizada por Steve Carell. En cines a partir del 1 de marzo de 2019

Poco se está hablando de la última película de Robert Zemeckis... Bienvenidos a Marwen es un proyecto de largo recorrido en el que el director se zambulló allá por 2013 y que por fin llega a la cartelera española después de haber sido vapuleada sin piedad por la crítica estadounidense. Le han caído toda clase de epítetos, desde "desagradable" hasta "artificial" o "desastre fascinante".

Y aunque tienen algo de razón (estamos ante una de las películas más extrañas y extravagantes de este director) parecen también echar por tierra con demasiada facilidad sus numerosas virtudes entre las que destaca una forma muy interesante de conjugar imagen real y animación. 

Como introducción es necesario hablar de Marwencol, el documental que ha servido de base e inspiración para crear este relato que fue realizado por Jeff Malmberg en 2010 (participa por cierto en la película en calidad de productor).

En él se narra forma en la que ve la vida Mark Hogancamp, un exmilitar que, tras sufrir una agresión homófoba, despierta de un coma de nueve días con serios daños cerebrales y amnesia. Apenas recuerda quién era él mismo, a qué se dedicaba o cómo era su vida antes de ese momento.

Descubre el imprescindible documental de Malmberg

Su forma de congraciarse con la realidad es a través del arte: sus lesiones le impiden continuar con su trabajo anterior de ilustrador de la Segunda Guerra Mundial, de modo que decide crear una ciudad belga en miniatura ambientada en ese periodo en la que representa escenas que luego fotografía.

Su relación con su entorno no es sencilla, dado que tiende a mezclar lo que sucede a su alrededor con elaboradas fantasías, de forma que se representa a sí mismo y a las mujeres que, en sus palabras "le han salvado" en forma de bélicas y glamourosas muñecas tan sexys como listas para la acción.

Así encontramos a Wendy (Stefanie von Pfetten), la camarera que lo recogió del suelo cuando "le sacaron los recuerdos a patadas de la cabeza"; a Carlala (Eliza Gonzalez), la cocinera del bar en el que trabaja; a Anna (Gwendoline Christie), una enfermera rusa que le atiende periódicamente y le lleva la medicación; a GI Julie (Janelle Monáe), una terapeuta veterana que perdió una pierna en Irak y le ayudó a volver a caminar; a Roberta (Merritt Wever), la dependienta de la tienda de maquetas donde adquiere sus muñecos y, por último, a Nicol (Leslie Mann), su nueva vecina, de la que se enamora rápidamente.

Por desgracia, son personajes que tienen muy poco desarrollo y que, en realidad, conocemos más a través de sus alter-ego de plástico que por ellas mismas. Bienvenidos a Marwen pretende ser una carta de amor a las mujeres, casi como una reivindicación como fuertes y luchadoras salvadoras pero siempre desde la óptica deformada de Mark así que con todos los clichés fetichistas del mundo: escotazos, tacones altos y la picardía propia de unas Mata Hari de mediados de siglo XX.

La cinta de Zemeckis funciona mucho peor como retrato de una mente fracturada que el documental del que bebe, echándose en los brazos de la espectacularidad que le permite conjugar esa mezcla que adelantábamos de imagen real y animación. Y llegados a este punto hay que decir que se ha rodeado de un equipo excepcional.

Las capturas de movimiento del reparto permiten que la integración de las expresiones faciales y los desplazamientos de los muñecos sean muy realistas y su esculpido artesanal, los "maniquíes" de los efectos digitales, es una auténtica maravilla. De esta forma, CGI y efectos tradicionales se den la mano para crear secuencias de una calidad alucinante.

En este sentido, Bienvenidos a Marwen luce muchísimo demostrando el amor incondicional de Mark por todo ese idílico mundo que ha creado en su jardín y que le permite dejar de ser la víctima para convertirse en un héroe... De lado queda otro de los aspectos que sí abordaba el documental y por el que tanto Zemeckis como la coguionista Caroline Thompson (responsable de los libretos de grandes películas como Pesadilla antes de Navidad y Eduardo Manostijeras), parecen haber preferido pasar de puntillas...

Y es que la crueldad más extrema también existe en este mundo en miniatura, y no nos referimos a las secuencias relacionadas con la guerra fictica: las muñecas disparando sus metralletas, lanzando bombas o las torturas de los soldados nazis, sino al hecho de que todo lo que le sucedía a Mark tenía un reflejo en sus fantasías. Así, cuando sentía que una mujer lo "abandonaba", la "mataba simbólicamente también en el juego. Con el componente creepy de que los límites de realidad y ficción no los tenía nada claro, como señalábamos antes.

Está claro que la historia es apasionante y cuenta con elementos muy atractivos, pero deja un sabor muy agridulce mostrar de una forma tan idealizada una realidad realmente turbadora en muchos aspectos y, sobre todo, llama la atención que se haya abordado en forma de ficción, edulcorando bastantes aspectos, teniendo un documental tan reputado y bien documentado al que no le hace ninguna falta añadirle mucho más.

Por último, hay que destacar dos cosas: siendo Steve Carell un magnífico intérprete, en esta ocasión convence menos que cuando participa en comedias, donde se mueve como pez en el agua. De hecho, resulta más sencillo empatizar con su muñeco que con él, que es un individuo tan peculiar. Y, claro está, la banda sonora es deliciosa: contiene temazos de Roy Orbison, Jack White, The Temptations y Glenn Miller & orchestra. Una gozada para cualquier melómano.

VALORACIÓN:

Robert Zemeckis firma una de sus películas más extravagantes e indigestas de los últimos tiempos: su retrato de un hombre roto que busca en un hobbie una terapéutica evasión no termina de funcionar, pero su mundo ficticio en el que la realidad y la fantasía colisionan se muestra de forma brillante y rompedora.

LO MEJOR:

La banda sonora, los efectos especiales y la integración de lo artesanal y lo digital. La forma es una pasada.

LO PEOR:

Genera una sensación extraña en el espectador la excentricidad de la cinta, sobre todo por la forma hipersexualizada en la que retrata a las mujeres.
Hobby

75

Bueno

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