Crítica de Los Borbones: una familia real, la serie documental que deja a la monarquía española en cueros

Arranca Los Borbones: una familia real contando que en España tenemos todos dos familias de forma forzosa, la carnal y la real, aunque la historia de esta última pasa por momentos que podrían formar parte de una película de ficción sin pestañear.

La monarquía española lleva años brindando titulares variopintos así que como objeto de estudio es una institución muy compleja que ha pasado de representar los valores de la Transición española y tener una reputación a prueba de balas (con la connivencia de los medios de comunicación) a quedar en entredicho por múltiples razones... algunas de las cuales han terminado en penas de prisión y exilio.

Se suma a esta cuestión el desconocimiento generalizado de nuestra historia reciente, como demuestra el hecho de que los planes de estudio rara vez profundicen en los sucesos del siglo XX y mucho menos ofrezcan una simple mirada a los 22 años de recorrido del siglo XXI. 

Así que como veis hay motivos de más y de sobra para abordar ahora la situación que atraviesa la monarquía en nuestro país. Aunque casual, el regreso del rey emérito Juan Carlos I a España no ha hecho sino avivar el interés por esta docuserie que recoge eventos bastante recientes. En pocas palabras, a pesar de que haya muchos aspectos que tenemos frescos, esta serie era muy necesaria.

¡Más que eso! Es de esperar que haya hecho lo difícil, abrir el melón, y que sirva de estímulo para que se produzcan más obras documentales que profundicen aún más en determinadas cuestiones.

Ana Pastor y Aitor Gabilondo presentan Los Borbones: la familia real, la serie documental que lanzan el 31 de mayo

Y no solo por tener un valor intrínseco como obra audiovisual, sino por su valor como símbolo del cambio de los tiempos y de nuestra capacidad para analizar una institución que necesita evolucionar y abrirse a mejorar en aspectos como la transparencia o la ejemplaridad de la que tanto había venido alardeando sin cumplir lo que a la ciudadanía le exigía.

El hecho de que los creadores Ana Pastor y Aitor Gabilondo hayan expresado que no han tenido ningún tipo de presión respecto al trabajo que estaban desempeñando ya deja claro hasta qué punto han cambiado las cosas respecto a como estaban hace apenas una década.

Los Borbones: una familia real muestra, desde su primer episodio, una mirada única y sin precedentes sobre la familia real española, con materiales de gran impacto e interés público a lo largo de seis episodios de aproximadamente una hora de duración y de carácter temático, es decir, que es una serie documental que no sigue un orden cronológico para abordar los sucesos.

Acordes y desacuerdos

Entre sus mayores fortalezas, el brillo que le saca el montaje al trabajazo de documentación que ha conseguido aflorar imágenes y testimonios inéditos.

También la amplia muestra de personajes entrevistados para aportar sus observaciones acerca de los hechos narrados: historiadores, escritores, periodistas, colaboradores y personas cercanas a la Casa Real. 

La diversidad es uno de los grandes valores de la serie, que no se pliega a recurrir a los tres expertos de siempre sino que roza una lista de cuarenta personalidades y se atreve incluso a hacer un trabajo de prospección, lanzando preguntas a la audiencia como "¿qué pasaría si...?".

Entre sus debilidades, el grafismo y la banda sonora que, si bien es cierto que le aportan dinamismo a la narración, también alejan el tono de Los Borbones: una familia real de la objetividad y son dos grandes distractores.

Aunque determinados aspectos de las vidas de la realeza hayan tenido un tratamiento muy sensacionalista acaparando portadas de prensa rosa, aquí lo que se pretende es comprender, sobre todo, el desafecto generalizado por la institución y la caída en desgracia de la figura de Juan Carlos I y sobre todo establecer un puente con sus antepasados, especialmente Alfonso XIII.

Con él comparte al menos dos grandes pasiones: el dinero y las mujeres pero es que los paralelismos asombrosos son desde luego de lo más llamativos. 

Pero, al margen del daño que se le ha hecho a la monarquía desde dentro, la docuserie también muestra la voluntad de sus nuevos miembros por cambiar su imagen. Lo hace sin dar masajes ni caer en la idealización de ninguno de ellos, pero sí señalando el viraje de 180 grados en la actitud y la predisposición a la mejora.

"Una de las virtudes de Patria [en la que Aitor Gabilondo trabajó como guionista] es que no parece ficción, sino que parece un documental. En este caso, es al revés: es la realidad, pero parece ficción porque es como Juego de tronos... hay traiciones, sucesos de todo tipo. Es tremendamente atractivo", decía Pastor en la presentación de la serie.

Pues a eso hay que sumarle que es imposible despegar la mirada de la pantalla, ¡y eso que hemos vivido muchas cosas en directo! Pero hay que reconocer que la docuserie sabe ponerlo todo en perspectiva y darle un sentido. Nuestro consejo: no os la perdáis.