Crítica de Broker: Kore-eda da otro recital de buen cine retratando a personajes solitarios que se encuentran en el camino

Desde este miércoles 21 de diciembre tenéis en carteleras Broker, la nueva película de Hirokazu Kore-eda, protagonizada por Song Kang-ho (Parásitos), Dong-won Gang (Península), Bae Donna (The Host) y la popular cantante surcoreana, Ji-eun Lee "IU". 

La película tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes, donde el protagonista del filme, Song Kang-ho, recibió muy merecidamente el premio al mejor actor. En España la película participó en el Festival de San Sebastián dentro de la sección Perlas, que recoge una selección de los largometrajes más destacados del año en otros festivales internacionales.

Broker es una rara avis en ciertos aspectos, mientras que en otros deja claras las inquietudes del director japonés. 

Por una parte, supone una novedad en el sentido de que es la primera vez que Kore-eda rueda fuera de Japón, interesándose además por una realidad social tan triste como la de los buzones para la recogida de bebés abandonados (baby boxes), una iniciativa puesta en marcha en Corea del Sur para tratar de ayudar a madres sin recursos y facilitar una vía de integración de los niños en la sociedad.

Pero la película dista mucho de ser un campo de rosas: si bien no se posiciona ni a favor ni en contra de dicho sistema, que existe desde 2010, afronta el debate en torno a la necesidad de "actuar" para que evitar la muerte de recién nacidos no deseados e incluso del dolor que acaba derivando de abandonar y ser abandonado.

También se habla de los prejuicios hacia quienes hacen uso de este sistema y de los "agujeros" en su gestión, como las dificultades de los niños mayores de una determinada edad para encontrar un hogar de acogida e integrarse finalmente en una familia.

Pero... ¿qué es una familia?

La película nos presenta a una joven desesperada que decide deshacerse de su bebé entregándolo en uno de esos buzones habilitados a tal efecto. Sin embargo, en lugar de llegar a las manos de la iglesia que tendría que ocuparse de él, es recogido por dos hombres que se dedican a robarlos para venderlos a parejas dispuestas a pagar una buena suma por ellos.

Cuando la madre busca a su niño arrepentida, descubre el negocio ilegal de estos dos hombres, y decide unirse a ellos en la búsqueda del mayor beneficio encontrando a los padres adoptivos ideales. 

Ellos no lo saben, pero hay dos investigadoras que que van tras sus pasos en su inusual viaje por carretera para pillarlos in fraganti en plena operación y enviarlos a la cárcel.

Broker es una de esas películas que salen por donde menos te esperas. Puede que la presentación de los personajes te haga dudar de sus verdaderas e íntimas intenciones: al comienzo sus pretensiones pueden parecer egoístas, pero a medida que pasamos tiempo con ellos, conocemos su pasado y vemos su parte más escondida, nos enamoramos de todos y cada uno de ellos.

Son, básicamente un grupo de solitarios que se encuentran en el camino y se dan cuenta de que juntos son más fuertes.

Llega un momento de la narración en el que la película se convierte en un lugar cálido en el que apetece quedarse a vivir.

El excepcional talento de Kore-eda para retratar familias atípicas, sin vínculos de sangre pero con afinidades emocionales que van más allá de las relaciones sentimentales al uso, hace de Broker una delicia emocionante (y en absoluto sensiblera).

En suma, este salto del cineasta al cine surcoreano da como fruto una película muy disfrutable, llena de contenido, con una exposición a veces algo contemplativa y cadenciosa de la realidad pero también con una mirada afilada a los defectos de la sociedad en la que vivimos.

Plantarle cara a determinados problemas como el abandono de neonatos es duro, pero no se puede mirar a otro lado sin más. Él afronta el reto con sensibilidad, ternura, sentido del humor y un conocimiento del arte de contar historias que hace el viaje placentero.