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Crítica de Un caballero en Moscú: Ewan McGregor regala su mejor actuación de los últimos años

Un caballero en Moscú -  Ewan McGregor

Crítica de Un caballero en Moscú, dirigida por Sam Miller y Sarah O'Gorman. La serie de SkyShowtime está protagonizada por Ewan McGregor, Mary Elizabeth Winstead y Johnny Harris, entre otros. El estreno de Un caballero en Moscú en SkyShowtime es el 18 de abril de 2024.

Hay una conexión particularmente magnética entre la literatura y los hoteles. Un teatro de imaginaciones que Hemingway, King, Wolfe y tantos otros convirtieron en posada de su escritura, pero también de sus historias. Es un espacio fetiche; sus maletas, sus decorados, sus enigmáticos huéspedes y sus trabajadores atrapados en un escenario que acaba tomando su propia vida.

En lo personal es inevitable que parte de su aura me amarre con un misticismo que, cuando se cruza con el cine, puede despertar las mismas notas de olor que un libro recién abierto. Y eso es lo que me ha ocurrido cuando las puertas de Un caballero en Moscú se han abierto en mi propia casa.

Puede ser el espíritu compasivo, refinado y resiliente del personaje del soberbio Ewan McGregor, el exquisito trabajo en el diseño de producción, la atmósfera con la que han embriagado el Metropol en el contexto histórico ruso de principios del XX... y pueden ser todas a la vez. Porque Un caballero en Moscú late al compás de tantas historias que viven en la imaginación de un hotel.

No he tenido la oportunidad de leer la novela original de Amor Towles en la que se basa la nueva serie de SkyShowtime, de la que ya están disponibles los tres primeros episodios —que también se pueden ver en Movistar Plus+—, pero a buen seguro que, después de lo mucho que he disfrutado de la miniserie, pronto estará en mi estantería.

Una fábula con el Kremlin de escaparate

Ewan McGregor es el conde Aleksandr Ilich Rostov. Fue condenado a muerte por los bolcheviques en 1922, pero salvado bajo un inaudito arresto domiciliario en el mismo hotel Metropol que durante tantos años también había sido como su hogar.

¿Por qué? Un poema escrito años antes por el propio Rostov se convierte en su salvación: versos que  alientan a la rebelión, criticando la ostentación de las clases altas y de la propia familia real. Su único punto de comunión con los bolcheviques.

El Metropol es el epicentro de Moscú. El mismo en el que originalmente Lenin pronunciaba sus discursos antes de la Revolución que acabaría con sus bolcheviques en el poder. Rostov no puede poner un pie en la calle; si lo hace, será ejecutado inmediatamente.

Despojado de la suite 317, que otrora había sido la habitación fija de nuestro protagonista, el aristócrata es desterrado a una minúscula y fría buhardilla provista con una pequeña ventana y una cama sencilla que muy lejos están de sus costumbres.

Pero a Rostov le da igual. Su resiliencia, un rasgo clave del personaje y del propósito común de novela y serie, lo lleva a enfrentarse con una paradójicamente cálida actitud a su recién impuesto arresto en el Metropol. Y en ese baile de emociones, Ewan McGregor está espléndido.

Un caballero en Moscú

Su personaje es a la par erudito y humilde, compasivo y luchador. Sus miradas pueden ser tan amablemente embriagadoras como punzantemente tristes. Es la melancolía del Theodore de Joaquin Phoenix en Her (Spike Jonze, 2014) junto al júbilo de Peter Pan del eterno Robin Williams.

Estas dos características se hacen patentes en su relación con la pequeña Nina Kulikova (Alexa Goodall) en el arranque de la serie y después con Sofía (Billie Gadsdon), que se convierten, como los hijos, en el espejo de las virtudes y los defectos de uno mismo.

McGregor consigue de una forma excepcional trasladar el dolor y la alegría en cada episodio de la miniserie sólo con sus ojos, encerrando todo el universo de un personaje del que Towles, su autor, tiene que estar endiabladamente orgulloso.

Las aventuras de Rostov por el hotel se convierten pronto en un viaje poderosamente contradictorio. Por un lado, la estúpida banalidad de todo aquello que la aristocracia ha convertido en bandera por su privilegio. Por otro, la pérdida de la pasión por los pequeños placeres de la sofisticación.

Su riqueza de grises hacen que el personaje sea tan apetecible. Su aspecto de profesor entrañable, en contraposición a la realidad del hombre del que no conocemos oficio, es una paradoja que casa estupendamente con su idea de presentar la belleza detrás de cada vida, pobre o rica.

Mientras Rostov añora su infancia entre sofisticados relojes de pared y muebles de orfebrería, la mujer que cambia sus sábanas guarda los restos de las comidas de los ricos para dar un festín a su hijo pequeño. Y esto nos lo presenta de una forma extremadamente delicada, ligera y amable coqueteando permanentemente con la banalización.

Un caballero en Moscú

Al carisma de McGregor se suman también la poderosa Mary Elizabeth Winstead y la estoicidad de Johnny Harris. Personajes que potencian la atmósfera de misticismo de la serie hasta convertirla en una fábula, rodeados a su vez de pequeños flashbacks de memoria más artísticos que narrativos con los que terminan de apuntalar el espíritu evocador de Un caballero en Moscú.

En ellos, Rostov rememora su vida, a su familia y, en especial, a su hermana. Son destellos oníricos construidos en montaje en un cambio de formato que rompen radicalmente la continuidad del espectador de una forma, todo sea dicho, demasiado abrupta.

La serie también utiliza su narración de forma ecléctica para con sus personajes, dando más presencia a todos los que rodean la vida de Rostov en el Metropol, ya sean amigos o enemigos, consiguiendo una profundidad que la aleja brillantemente del maniqueísmo y la idealización absurda de cualquier línea de pensamiento.

Y es que el Hotel Metropol es, en sí mismo, un ente viviente. Sus pasajes ocultos, sus traiciones, los secretos de sus salas y sus enigmáticos trabajadores... Una atmósfera a la vez trágica y a la vez ostentosa cuya estética marca con precisión el estilo de la serie gracias a su bucólica fotografía.

Un hotel de sofisticados grises

Es una historia de combate. No contra unas ideas, ni contra un poder. Es la lucha contra la opresión con el corazón como arma de doble filo, que encuentra en los brillantes personajes de un hotel los lazos que reflejan los propios sueños y tormentos.

Conserva todo su espíritu literario sin dejar atrás la reflexión social y política, aún cuando pasa por ellas de puntillas. No es la bella fábula que llenará tu corazón a lo Todas las criaturas grandes y pequeñas. Tampoco es una revisión de comedia mordaz al estilo de Jojo Rabbit. Pero tiene resortes de ambas.

Un caballero en Moscú respira como el hervor del café en medio del silencio de una mañana cálida. Como el traqueteo de un viejo tren rodando por vías desgastadas. Como el enigmático conserje de un hotel que a medianoche se vuelve mágico.

VALORACIÓN:

Un caballero en Moscú es un agradable viaje literario por el Hotel Metropol que Ewan McGregor convierte en una fábula acogedora: su contexto histórico, junto a una narrativa intrigante e inteligentemente desarrollada la convierten en una delicia por el ritmo tan suave que le imprimen sus personajes.

LO MEJOR:

Ewan McGregor da un recital: es una de sus mejores interpretaciones en los últimos años.

LO PEOR:

Ciertos recursos del montaje no fluyen con la misma suavidad que el resto de la narración.
Hobby

86

Muy bueno

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Etiquetas: SkyShowtime