Crítica de Chicken Run: Amanecer de los nuggets, una secuela que ha tardado 23 años

Hablar de Chicken Run significa mirar mucho más atrás de lo que parece. Han pasado 23 años desde que la película de animación en stop motion actualizó en versión pollos el clásico La gran evasión. Una historia de la que seguramente guardarás buen recuerdo y que ahora continúa en salas, y pronto en Netflix.

Lo primero a apuntar es lo inesperado de este lanzamiento. Cuando se anunció hace cuatro años hubo cierta sorpresa por el tiempo pasado y también temor por lo que podría hacerse, pero aclararé desde el principio que el largometraje llevado a cabo por Sam Fell cumple con lo esperado.

La producción ha sido de los estudios Aardman, Pathé, DreamWorks Animation y Netflix Animation. Un buen número de gigantes que han dejado bien atado el producto hecho con plastilina y arcilla. Como toda la vida.

Chicken Run: Amanecer de los nuggets vuelve a los dos protagonistas principales, Ginger y Rocky, quienes viven en una idílica isla donde se ha asentado una pacífica comunidad. Mediante una ágil elipsis se une lo acaecido en la primera película con la crianza de su hija Molly, desde que sale del huevo hasta que se convierte en una rebelde adolescente.

Al igual que le ocurrió a su madre, Molly ve en su entorno una cárcel, aunque esta vez no lo sea, y quiere descubrir mundo. Las circunstancias le llevarán a ver pasar un camión que anuncia un supuesto paraíso para animales de su especie, pero... ya se puede imaginar el resto. 

Como siempre con estas películas llenas de giros de guion y momentos cómicos, lo mejor es saber poco de la historia para sorprenderse como un niño, que al final es para quien está enfocada la historia, aunque no del todo.

El principal punto fuerte de la obra se encuentra en que se ha mantenido el plano visual y el stop motion es agradable a la vista. Con muchos fondos y movimiento constante, más que en la primera, hasta se ven las huellas de los creadores en algunos momentos.

Es una película que no se sumerge en la nostalgia y tampoco evita las referencias a Chicken Run: Evasión en la granja. En ese aspecto, como secuela es válida, pero también a modo de historia independiente. Todo se entiende bien. 

Chicken Run: Amanecer de los nuggets tiene varios niveles de lectura

Uno de los principales aciertos de la película es que los niños la disfrutarán por toda la aventura que ocurre en pantalla, pero los adultos también tendrán un visionado con más mala leche. Hay temas en la historia que solo con la experiencia de los años quedan claros, aunque no sean excluyentes.

El tono funciona entre lo cómico y la ironía, pero también exige dejarse llevar. Chicken Run: Amanecer de los nuggets cuenta con un guion básico en estructura, previsible en lo que va sucediendo, aunque maneje bien las elipsis. Tras verla quedan en la memoria más momentos puntuales que el mismo arco narrativo, algo dubitativo en ocasiones.

El problema se encuentra en que para los adultos hay que hacer un esfuerzo de rendirse y disfrutar, de no buscar demasiado. Estarán ante un pasatiempo agradable que no tiene la ambición que guardan, por ejemplo, las películas de Pixar. Aunque lo cierto sea que no siempre hace falta.

En todo caso, la película llega en el momento adecuado para disfrutarla en soledad o con los más pequeños. Chicken Run: Amanecer de los nuggets es un ejercicio agradable de animación que podrá interesar más o menos, pero que no molestará a nadie.