La apuesta de la comedia española para rascarle a la taquilla unos cuantos corazones es Hasta que la boda nos separe, una película de humor en la que exprime todos los tópicos de las preparaciones de las bodas tomando como modelo la película francesa La wedding planner (Jour J) de Reem Kherici de 2017.
No en vano la protagonista de la historia es Marina, una wedding planner de lo más particular, que de hecho no cree en el compromiso y vive su vida sentimental de forma despreocupada y sin ataduras.
Todo su mundo de seguridad se viene abajo cuando conoce a Carlos, uno de los invitados en una de las bodas que ella ha organizado. Aunque su encuentro es breve, tiene una gran repercusión dado que él convive con su pareja, Alexia, la mujer ideal.
Cuando ella encuentra la tarjeta de Marina en uno de sus bolsillos, la única excusa que se le ocurre a Carlos es pedirle matrimonio y decirle que le ha destripado la sorpresa... Y así comenzarán los preparativos para un enlace para el que nadie está preparado y que termina de la forma más surrealista posible.
Tener a lo más granado de la comedia actual en pantalla y no conseguir una película hilarante, tiene delito. Sobre todo porque este es el apartado que le da un poco de sabor español a una propuesta calcada de otro país y que por tanto es la que abre los códigos a la audiencia patria.
Esto es justo lo que le pasa a Hasta que la boda nos separe. Todos los "sospechosos habituales" del género tienen una presencia mayor o menor: Leo Harlem, Malena Alterio, Antonio Resines, Jordi Sánchez, Ernesto Sevilla, Gracia Olaya, Adrián Lastra, Salva Reina o Antonio Dechent son algunos de los secundarios que aparecen en algún momento en pantalla. Además de Ricardo Castella y Jorge Ponce, que forman parte de La resistencia y tienen un par de momentitos de gloria desternillantes.
Del conjunto, apenas un puñado de ellos dan en la diana sacándoles a la audiencia unas risas. El problema no es suyo, sino de las líneas que les toca defender y que dan fe de la escasa calidad del guión de Eric Navarro, colaborador de Dani de la Orden en numerosos proyectos, además de Marta Sánchez y Olatz Arroyo, guionistas de la serie Allí abajo, serie que por cierto tampoco destacaba por sus ingeniosos gags.
A nivel técnico poco se le puede reprochar a la película, más allá de falsear las luces en algún momento de intimidad que queda más o menos justificado. Sus problemas son más bien los narrativos dado que ni siquiera consigue cumplir en la resolución final, que tendría que ser el punto álgido de los enredos y no solo carece del ritmo necesario como para despertar la complicidad del espectador, sino que es además una secuencia mal planificada y anticlimática. En pocas palabras: la película está mal resuelta.
Más sólida es en su arranque, cuando da la sensación de que va a ser capaz de salirse de los raíles para ofrecer un humor más gamberro y transgresor que el que vemos habitualmente en otras comedias románticas al uso. Tenemos chistes sobre muertos y pullas a la infancia en un contexto que de paso pone las cartas sobre la mesa sobre la actualidad... Parecía que iría por otro camino...
Por desgracia, Hasta que la boda nos separe va perdiendo fuelle poco a poco, aunque sea un verdadero placer ver a la reciente ganadora del Goya, Belén Cuesta (La trinchera infinita), regresando a la comedia después de su paso por algunos de los títulos imprescindibles del cine reciente como Kiki, el amor se hace, o Ventajas de viajar en tren, por no hablar de Paquita Salas, serie en la que su personaje, Magüi, es magistral.
En suma, poca broma con la comedia. Sigue siendo uno de los géneros más complicados de cultivar y más denostados y no tiene pinta de que esta película vaya quitarle a la etiqueta de "comedia española" la losa de la mala fama.
VALORACIÓN:
Plagada de actores y actrices habituales en las comedias españolas de enredo similares, Hasta que la boda nos separe no termina nunca de despegar, con apenas unos cuantos guiños de humor gamberro en el comienzo que sacan una sonrisa... el resto es más de lo mismo.LO MEJOR:
Gracia Olayo, Malena Alterio y Ernesto Sevilla, con sus pequeños cameos y el arranque de la película, que cuenta con más ritmo y espíritu transgresor.LO PEOR:
A partir del primer tercio la película carece de alicientes y el guión no tiene ni pies ni cabeza. El final es anticlimático.50
Regular
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