Crítica de El cuarto pasajero: vuelve un Álex de la Iglesia desternillante con un par de maletas de mala leche

Tras el estreno de Veneciafrenia el pasado mes de abril, Álex de la Iglesia lanza su segundo largo del año, la película El cuarto pasajero, anteriormente conocida como BlaBlaCar, de 102 minutos de duración y que se mueve en línea con el estilo y los giros de Perfectos desconocidos. Nos la trae Sony Pictures España el próximo 28 de octubre.

Se trata de una comedia de tintes románticos en clave de road movie en la cual son fundamentales los secretos de los personajes principales así como las decisiones que toman a lo largo de un viaje delirante en el que iremos conociéndolos en profundidad.

El cuarto pasajero nos presenta a Julián, un hombre maduro, divorciado, razonable, tranquilo... y enamorado hasta las trancas de la joven y atractiva Lorena, a la que le saca veinte años. Planea confesarle sus sentimientos a pesar del vértigo que eso le supone porque ambos llevan cultivando una amistad desde hace meses viajando juntos cada semana de Bilbao a Madrid.

Sin embargo, en esta ocasión se unirán en el trayecto dos pasajeros adicionales que van a introducir mucha tensión en su relación: Rodrigo, un buscavidas que no hace más que armar barullo por donde pasa y Sergio, un tipo algo bohemio y decidido a vivir la vida sin pensar en las responsabilidades.

Mientras Julián se aclara y tiene un ataque de celos sin precedentes, tendrá que hacer frente a otros problemas como tener a la Guardia Civil pisándole los talones o enfrentarse a sus propios dilemas morales que pasan por admitir que es algo fantasma y que, en realidad, su vida necesita un poco de pimienta.

Cuando todo fluye

En contraste con Veneciafrenia, Álex de la Iglesia se sumerge en un proyecto en el que tiene la capacidad de controlar mucho mejor la producción: pocos personajes, pocas localizaciones (aunque algunas de ellas tengan complejidad numérica como es el caso de la multitudinaria secuencia del atasco) y una historia más contenida por el cerco de la verosimilitud... con sus licencias, claro.

No faltan, eso sí, momentos de acción que involucran especialistas, efectos especiales y mucha artesanía para que luzcan de maravilla. El cuarto pasajero es la película que te esperas: propone un rato de evasión muy divertido que no va a cambiarle la vida a nadie pero que funciona muy bien, incluso aunque a veces se deslice por el terreno de lo manido en materia de comedia romántica.

Tres pilares fundamentales: el guión, escrito al alimón por De la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría; la música de Roque Baños, que le imprime ritmo, tensión y nervio a las imágenes, de por sí bien pulidas por Álex y las interpretaciones de dos grandes actores como son Alberto San Juan y Ernesto Alterio, a quienes se ve disfrutar cada vez más de su oficio con cada nuevo papel que abordan.

Como además los dos personajes que les han caído entre las manos son verdaderos caramelos y se complementan a la perfección por puro choque de caracteres, El cuarto pasajero acaba siendo una anti-buddy movie que arranca carcajadas. Ambos dan un recital interpretativo y a buen seguro han aportado mucho desde la improvisación.

Aunque Blanca Suárez y Rubén Cortada tienen papeles menos lucidos, dan "el tipo" para sostener la parte que les toca, basada sobre todo en su atractivo físico. Además tenemos varios personajes secundarios que aportan su gracejo natural como es el caso de Carlos Areces, Jaime Ordóñez y Enrique Villén. Con cada aparición, le dan un giro de tuerca a la historia dándole una nueva vida.

Conocemos a la perfección las motivaciones de los personajes y vemos en el fondo de su alma una caricatura de nosotros mismos cuando se les pone al límite con bastante mala leche, así que no hay fisuras. ¡Id al cine a verla, que no os vais a arrepentir! Es una de las películas españolas más destacadas del mes aunque lo mismo dejáis de plantearos compartir el coche...