Crítica de Culpable: Jake Gyllenhaal vuelve a atormentarse en Netflix

Sí, consolegas, Jake Gyllenhaal (Spider-Man: Lejos de casa, Los hermanos Sisters) lo ha vuelto a hacer: el actor estadounidense está de estreno en Netflix con Culpable y nos regala una nueva escena sufriendo el tormento de su personaje delante de un espejo. Como tú y yo cualquier lunes debajo de la ducha a las ocho de la mañana, pero sin ser Gyllenhaal, vaya.

Culpable está dirigida por Antoine Fuqua (Los siete magníficos, El protector) con guion de Nic Pizzolato, pero su historia está basada en la película orginal danesa The Guilty que en 2018 se llevo entre premios y nominaciones un buen puñado de halagos en el circuito de cine europeo.

Un escenario es suficiente para Gyllenhaal

Joe Bayler (Jake Gyllenhaal) es un operador de la policía para emergencias del 911 que se nos presenta en su centro de trabajo llevando a cabo una labor que desde el primer minuto demanda una inteligencia psicológica que podría acabar con la salud mental de cualquiera.

Es el caso de Bayler, quien se nos presenta visiblemente nervioso y exaltado mientras intenta conciliar su vida con un trabajo que le está pasando factura. Aún así, el agente recibirá una llamada de socorro y será incapaz de no implicarse más allá de lo laboral para intentar salvar su vida.

La idea, como podéis leer, es más bien sencilla. La construcción, sin embargo, es todo un alarde de recursos de realización e interpretación con los que Jake Gyllenhaal soportará sus 84 minutos de duración en un único escenario.

El reto es verdaderamente interesante. Culpable se desarrolla casi como una ficción sonora en la que cada ruido captado por los auriculares de Bayler se convierte en un resorte para que el actor saque todo el arsenal con el que nos deslumbró en Enemy, Nightcrawler, Animales Nocturnos y tantas otras.

A lo largo de la película nos sentiremos en la piel de un radioyente que, pegado al aparato como si no hubiera pasado el último medio siglo, chistamos para silenciar a cualquiera que pueda provocar que perdamos el oído de un detalle o una palabra que marquen la diferencia. La tensión de Culpable, sólo por su complejidad, es una auténtica delicia.

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Siendo ésta su herramienta, la imaginación se convierte en un compañero de viaje que redondeará sensaciónes. Sí que hay, sin embargo, algún que otro desliz en el que nos sacan de ese juego ingenioso para mostrarnos imágenes que solo confunden y sientan un precedente incómodo para el resto de la película.

La evolución de Culpable, a pesar de su relativa sencillez, consigue ser absolutamente satisfactoria, acertando de pleno en cada giro dramático de la historia que viviremos en los ojos de Gyllenhaal. Y la mayor sorpresa es que su estructura es tan precisa que conseguirá que la historia y la tensión fluyan como las notas de un piano hasta llegar al clímax.

 El sonido, la asignatura pendiente

Llamada tras llamada, Bayler irá avanzando poco a poco en su investigación y el rescate de la persona que pide socorro, y nosotros haremos lo propio conociendo un poco más sobre el carácter del protagonista a medida que se enfrenta a los giros de la historia.

Como no todo podían ser elogios, Culpable hace honor a su nombre cuando trata de desarrollar las subtramas familiares de su protagonista. El tratamiento que hace de ese conflicto queda un tanto superfluo, pero darle mayor porcentaje de metraje hubiera arriesgado la efectividad de la historia principal.

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Podemos pedirle peras al olmo, cómo no, pero este estreno de Netflix es una experiencia que merece la pena. Aunque solo sea para que te pique el gusanillo por la película original, a la que no desmerece en ningún caso.

Puestos a exigir, este thriller de Netflix pide a gritos un poco más de cariño para el sonido. Ese desliz del que hablábamos en el que tiran de imágenes dudando del ingenio del espectador, hubiera sido mucho más satisfactorio si el juego se hubiera centrado exclusivamente en el audio que recibimos.

Y es que no hay una fórmula perfecta. Culpable nos presenta una historia sencilla pero sorprendente, con un Jake Gyllenhaal al que le han hecho un traje a medida para que se luzca con su personaje. 

Su drama humano no consigue ser lo que realmente despunte, pero la tensión que construye a su alrededor es más que suficiente como para que disfrutemos en pleno 2021 de una película que sólo necesita un escenario simple y un actor exprimiendo su archiconocido talento para los personajes oscuros.