Logo Hobbyconsolas.com
Logo HobbyCine

Crítica de Cuphead – Temporada 2: Los maestros de la animación regresan a Netflix

Cuphead - Temporada 2 (Netflix)

Cuphead ha estrenado la temporada 2 en Netflix y vuelve a traernos un despliegue artístico, estético y animado de proporciones bíblicas. Una serie hermosa.

La temporada 2 de Cuphead ha llegado a Netflix. Después de una primera temporada soberanamente increíble, la serie de animación que adapta el videojuego de la empresa canadiense Studio MDHR se había puesto el listón tan alto que era prácticamente imposible superarlo. Así pues, el objetivo era básicamente mantener el nivel.

Vaya por delante que lo han conseguido. Es difícil plantear una crítica de Cuphead temporada 2 sin sonar repetitivo. A fin de cuentas, la historia de estos objetos inanimados que cobran vida por obra y gracia de la animación es, probablemente, lo menos interesante de la serie. Caen bien y son divertidos. Poco más.

¿Acaso necesitamos que todo sea grandilocuente, con un mensaje y un subtexto entre capas y capas de profundidad, con enormes presupuestos, secuencias de acción inimaginables y personajes que capturen todas las realidades simbólicas coexistentes en nuestro mundo? No lo creo. Desde luego, esta serie de animación de Netflix no lo necesita.

Venga. Voy a repetirme. Lo siento, debo hacerlo. La temporada 2 de Cuphead es fascinante. Es exactamente lo mismo que la primera tanda de episodios. Me encuentro observando esta serie de televisión con la boca abierta. Se me cae la baba ante el despliegue artístico, estético y animado. Es una proeza. No puedo decir otra cosa.

«No queda sino batirnos», diría —imitando a don Francisco de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos en la saga de Alatriste— para defender a capa y espada el espectáculo audiovisual que sugiere esta adaptación televisiva de un videojuego que, ya de por sí, posee una naturaleza artística de proporciones desproporcionadas, valga la redundancia.

La segunda temporada de Cuphead es igual de hermosa que la primera. Los personajes siguen siendo adorables, pero el sentido estético y el genuino interés por emular la animación clásica, sin remilgos, con herramientas modernas, me conduce a preguntarme una y otra vez por qué no hay más proyectos con esta técnica cinematográfica.

La magia de Cuphead en Netflix es arrolladora. Es capaz de sostener episodios prácticamente procedimentales —aunque hay referencias a eventos anteriores¬— sin necesidad de nada más que, durante unos quince minutos de duración, ofrecernos un espectáculo circense de corte técnico y artístico. Es solo eso. Una excusa para lucirse.

Siento, en muchas ocasiones, que estoy viendo un cuadro en movimiento. Como cuando eres pequeño y colocas el ojo por primera vez en un caleidoscopio. ¿Entiendes algo de lo que estás viendo? No. Son formas y colores. Pero qué formas y colores, ¿verdad? Qué bonito. Y qué interesante. No puedo dejar de mirar. Seguiré observando.

Cuphead, la serie de animación de Netflix, es un poco así. Un poco caleidoscopio. Es cierto que, más o menos, puedo decir de qué va. Hay unos protagonistas que son dos tazas y que viven aventuras con otros personajes inanimados en un mundo de fantasía, muy colorido, con mucho verde y con localizaciones recurrentes.

Más allá del paisaje, el lienzo de Cuphead es una ventana al mundo de la animación clásica. Todo lo que rodea esta serie, como el videojuego, es un homenaje todopoderoso e ininterrumpido de los primeros pasos de Walt Disney en el mundo del arte. Da la sensación de que es una serie vieja. Muy vieja. Viejísima.

De hecho, más allá de la exposición artística y del síndrome de Stendhal que genera esta Florencia de la animación, el aire que me traslada Cuphead está muy próximo a la nostalgia. Soy capaz de perder de vista la sombra de la treintena que planea sobre mí y empieza a traerme voces de impagos a causa de mis excesos.

 

Me encuentro mirando el televisor con una sonrisa agridulce. Soy feliz por lo que veo. Estoy disfrutando todo lo que me propone. Y, al mismo tiempo, vuelvo a cercenarme los recovecos del alma con los incomprensibles colmillos de la ansiedad mientras el tiempo corre. El tiempo sigue corriendo. Y el presenta se vuelve pasado pensando en atraparlo.

Cuphead es capaz de eso. Creo que hay que valorarlo. Aunque sea una cuestión subjetiva, debo hacerlo. No quería repetirme. Pero es que… La serie animada de Netflix tiene los mismos puntos a favor que en la primera temporada. Los mismos defectos. En fin. Si os gustó la primera entrega, ved esta. Es muy buena. Maldita sea, es buenísima.

VALORACIÓN:

La temporada 2 de Cuphead en Netflix es continuista, pero eso no resta ni un ápice de su valor. Una serie hermosa y fascinante, con una naturaleza artística, un gran sentido estético y una animación portentosa y arrolladora. Estaría siglos viendo los mismos episodios.

LO MEJOR:

La naturaleza artística, el sentido estético y la magnificencia de su animación.

LO PEOR:

No parece haber un vehículo narrativo. Es un despliegue de artificio y ya.
Hobby

90

Excelente

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Hobbyconsolas.

Etiquetas: Netflix