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Crítica de Destroyer: una mujer herida, con Nicole Kidman

Destroyer
Nicole Kidman protagoniza Destroyer: una mujer herida , un thriller policiaco junto a Sebastian Stan y Toby Kebbell. que llega a los cines a partir del 22 de febrero de 2019.

Destroyer: una mujer herida (espantosa coletilla, por cierto), no cuenta una historia extraordinaria ni la trata de una forma especialmente llamativa en lo que realización o montaje se refiere. Pero sí tiene el mérito de crear todo un show interpretativo con su actriz principal, a la que vemos en avanzado estado de descomposición en pantalla. Su personaje se cae a pedazos (de hecho, al parecer parte del metraje lo rodó con gripe, aprovechando para el papel la debilidad de la enfermedad, que hacía que le pesaran las piernas y le costara sostenerse en pie).

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Bebiendo más del drama que del thriller policiaco, esta apuesta deja sobre los hombros de Nicole Kidman buena parte del peso de sacar adelante la película. Dicho en otras palabras: es su principal atractivo.

Por desgracia, los departamentos de peluquería y maquillaje, no están a la altura (distan mucho, por ejemplo, de los que han compuesto la tercera parte de True Detective donde vemos a los actores Mahershala Ali y Stephen Dorff envejecidos de una forma tremendamente realista). A menudo, la posticería de Nicole Kidman nos distrae de lo que es más importante: su trabajo interpretativo en un rol bastante extremo. Y, seamos sinceros, ni siquiera lo necesita: es una actriz que sabe transmitir una miríada de estadios emocionales con tan solo una mirada.

En Destroyer: una mujer herida interpreta a la investigadora Erin Bell que, en el pasado, fue parte de una operación encubierta para atrapar a Silas, el líder de una mafia de California cuyos planes pasaban por dar un golpe en un banco. Arrasada por la culpa tras el resultado de dicha infiltración, años después le saltan todas las alarmas y tiene que recomponerse lo mejor que puede para hacer frente al regreso de Silas, que parece estar interesado en desestabilizarla de nuevo.

Desesperada, su única forma de dar con él y enfrentarse a las malas decisiones que tomó en el pasado será volver a tomar contacto con sus excompañeros de fechorías y tirar del hilo hasta encontrarlo. En su lucha, además, encontrará otro escollo en su hija, con la que apenas se relaciona y cuyas compañías no son nada recomendables.

Como punto de partida, hay que señalar que el guión escrito a dos manos por Phil Hay y Matt Manfredi es inncesariamente sucio y sórdido, abusando de primeros planos y flashbacks que tardan muchísimo tiempo en resolverse en pantalla y componiendo por tanto una experiencia de visionado tediosa y desagradable. Baste decir que el quid de la cuestión está en un atraco que no se muestra hasta casi hora y media después de comenzado el metraje.

Respecto al resto de las interpretaciones, están desaprovechadísimos talentazos del calibre del de Tatiana Maslany o Scoot McNairy, en papeles secundarios en los que apenas tienen espacio para brillar mientras que Sebastian Stan (Capitán América: El Soldado de Invierno), James Jordan y Toby Kebbell tienen el mismo problema que Kidman: la sobrecaracterización, lo que les resta autenticidad y solidez por tanto.

A nivel narrativo, Destroyer: una mujer herida opta por la clásica trampita de despistar al espectador con dos planos temporales distintos, algo que da cuenta de lo endeble que es la propuesta desde el principio (y lo predecible, a pesar de todo). Alarga demasiado el chicle en una eterna presentación de personajes cuyo único fin es el de conducir a la protagonista al gran villano final que, por otra parte, se desinfla demasiado rápido.

La sensación que deja la película es la de haber perdido el tiempo con una fórmula policiaca harto resobada: sólo la rescata del tedio una trama secundaria que cobra protagonismo al final de la película y que nos da, al fin, una tercera dimensión para la protagonista, la de la maternidad, que es la única que la humaniza y permite al espectador empatizar con ella. Si no llegara tan tarde...

VALORACIÓN:

A este thriller dramático le sobran varias vueltas en círculo: se entona justo al final, cuando por fin le llega al corazón al espectador pero hasta ese momento es repetitiva e innecesariamente sórdida.

LO MEJOR:

Los últimos coletazos de la película en la que se nos ofrece al fin el vínculo madre-hija que tiene capacidad de emocionarnos.

LO PEOR:

El maquillaje y posticería de Nicole Kidman: es una gran actriz que no necesita disfrazarse para construir un personaje extremo.
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