Crítica de Dragon Ball: Aventura mística

En opinión del que esto firma, hay un punto de no retorno en la historia de Dragon Ball: el momento en que Tao Pai Pai mata al indio Bora ante los ojos de su hijo Upa. Esa es la primera ocasión en la que uno de "los buenos" muere. A partir de entonces, las aventuras desenfadadas comenzaron a ceder terreno irremisiblemente al drama y a los combates más apocalípticos y el humor comenzó a volverse más tibio. No es algo necesariamente malo, pero desde luego marcó el inicio de un Dragon Ball diferente.

Esta película Aventura mística, la última antes de entrar en la serie Z, replantea ese momento dramático y lo mezcla con otros provenientes de la saga de la Red Ribbon y de los Torneos de Artes Marciales. El resultado es más homogéneo y agradecido de lo que cabría esperar, aunque con algún altibajo.

Chaotzu, el pánfilo

Como siempre, los personajes clásicos se presentan en nuevos roles: Chaotzu (Chaoz en el doblaje castellano) es un emperador retraído y bonachón, que es defendido por su amigo Ten Shin Han y por los hermanos Tsuru Tsennin (el maestro Cuervo) y Tao Pai Pai. Los héroes intentarán detener los malvados planes de estos aspirantes al poder y, por el camino, se encuentran con el duende Karin, el sargento Metallic, el general Blue... ¡Y Arale! Una vez más, el ritmo de los cameos es tan intenso que no da tiempo a aburrirse, aunque algunos están más forzados que otros. En concreto, el del duende Karin está metido con calzador. Ni entrenamiento ni nada, dice a Goku "para pelear hay que estar tranquilo" y desfilando. Lo mismo sucede con el general Blue, un personaje enormemente carismático en la serie que aquí sirve de mero calentamiento a Tao Pai Pai.

Por su parte, el sargento Metallic (esa especie de Schwarzenegger gigantón) tiene casi más minutos de estrellato que en la propia serie, aunque es cierto que ver un robot siempre mola. ¿Y qué decir de Arale? Es verla corretear y la sonrisa te brota en la cara. No brilla tanto como nos habría gustado, pero solo por ese momento "pedrada a Tao Pai Pai" ya está justificada. ¡Viva Dr. Slump!

Ahora bien, la relación más interesante de esta película es la de Ten Shin Han y Chaotzu. Este último ni siquiera tiene el rol de aspirante a luchador del manganime. Tanto mejor, porque en el fondo siempre fue un poco estorbo (vale, la inmolación con Nappa sí moló) y así se le muestra como el chico bueno capaz de ablandar el corazón de un tipo duro como Ten Shin Han. Todo un acierto.

Por su parte, Tao Pai Pai sigue siendo tan temible como siempre y gracias a esta película recordamos lo mucho que nos impactaba su técnica. ¡El tío se iba volando sobre una columna que había partido con el dedo! Sin duda, es uno de los grandes villanos de Dragon Ball y en Aventura mística repite todos sus "highlights".

Sí, también aparecen Oolong, Puar, Lunch y Mutenroshi, pero solo este último aporta algo de interés dramático, al confundir a Ten Shin Han. Una pena que no se explote su rivalidad original con Tsuru Tsennin. Por su parte, Krilin y Yamcha aportan algo de músculo... ¡Yamcha incluso gana un combate!

Además, el diseño artístico está bastante cuidado y replantea con acierto el palacio de Chaotzu con una imaginería tradicional asiática que viene que ni pintados a estos personajes.

Así, aunque hay bastantes personajes de relleno, se reciclan muchos momentos del original y la animación es bastante genérica, ésta es posiblemente la película más equlibrada de la "primera trilogía", pues ofrece humor, aventuras, peleas y hasta un poco de emotividad sin tiempo para el aburrimiento... No se puede pedir mucho más en cuarenta minutos de anime.

Recordad, en nuestro especial podréis leer las críticas de todas las películas de Dragon Ball.