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Crítica de Dragon Ball: El último combate

Crítica de Dragon Ball: El último combate
ARGUMENTO: Bardock es un saiyano de casta menor que sirve a Freezer en su deseo de conquistar planetas. Un golpe de un rival herido le otorga la capacidad de tener visiones sobre el futuro. Poco a poco, se percata de que Freezer planea acabar con todos los saiyanos destruyendo su planeta. 1990 - DIRIGIDA POR Kazuo Hashimoto - GUIÓN DE Takao Koyama

Esta es una de las rarezas de Dragon Ball que más gustan a los fans. ¡Y con razón! Aunque Akira Toriyama explicó en el manga cómo la raza saiyana se extinguió a manos de Freezer y que Bardock, el padre de Goku, supuso el último bastión de defensa frente al tirano, en realidad nunca se mostró cómo fueron esos últimos momentos del planeta Vegeta. Toei cubrió ese hueco con la creación de esta El último combate, un especial de televisión que se emitió en Japón en 1990. Esto, junto a Un futuro diferente, la convierte en una rareza dentro de las películas de Dragon Ball, que normalmente se lanzaban en vídeo o se estrenaban en festivales de anime.

También resulta especial el hecho de que, por primera vez, no se "inventó" un argumento para la película, sino que se buscó desarrollar hechos canónicos del manganime. Por ello, esta vez no hay errores de continuidad relevantes (salvo alguno chiquitín que luego comentaremos). Por cierto, por petición popular, aviso de que esta crítica incluye spoilers de la película a go-go.

Crítica de Dragon Ball: El último combate

El héroe destinado a fracasar

Hay algo especial en Bardock. Para cuando supimos de su existencia en el manganime, él llevaba años muerto, pero ya tenía un aura de leyenda que incomodaba al mismísimo Freezer. Por eso, esta película ya partía con kudos de ventaja. Como si de una nueva trilogía de Star Wars se tratara (pero sin Jar-Jar), nos brindaba la oportunidad de regresar a la época en la que los saiyanos estaban en el cénit de su civilización, para verlos en acción. Allí Bardock era un guerrero menor, un tipo a la sombra del rey Vegeta y del ejército de Freezer. Al principio se lo presenta como un tipo arisco y pasota, que ni siquiera está interesado en asistir al nacimiento de su hijo Kakarot (el nombre original de Goku). Sólo guarda cierta lealtad hacia su escuadrón y más concretamente hacia su amigo Toma.

Sin embargo, a partir de que comienza a tener visiones sobre el futuro, se replantea su forma de percibir las cosas. No sabe qué es, pero comienza a notar algo especial en Kakarot, a la vez que, a medida que asimila que Freezer es un traidor, va ganando en determinación y furia. Precisamente, uno de los aspectos más poderosos de El último combate es que juega mucho con lo que no se ve: nosotros sabemos que Bardock murió y Freezer culminó su rastrero plan, pero los minutos pasan en la película y vemos que el tesón del protagonista no decrece.

En el climático combate final, mientras arrasa con todos los soldados de Freezer que ve a su paso, llegamos a pensar, solo por un instante, que quizá lo consiga. Y es que Bardock representa todo lo que nos encanta de los saiyanos: son salvajes y despiadados, pero tienen un orgullo por su raza y un espíritu de lucha dignos de alabanza. Si a eso le sumamos que tiene el rostro de Goku, pero con una cicatriz y lleva un pañuelo en la frente teñido con la sangre de sus aliados muertos, no se puede ser mucho más molón.

Crítica de Dragon Ball: El último combate

Ese estupendo final también es interesante por el propio Freezer. Como decíamos, Bardock asciende hecho un torbellino hacia la nave del tirano, demostrando una fuerza y furia impropios de su condición de guerrero menor. Prepara un ataque contundente, mientras grita que va a conseguirlo, que cambiará el futuro de todos. Sin embargo, Freezer ni se inmuta, solo levanta un dedo. Cuando llega el ataque del protagonista, el malvado cornudo genera una descomunal bola de energía sin pestañear, que acaba de un plumazo con todos sus soldados, el propio Bardock y el planeta Vegeta. Antes de que los súper saiyanos de nivel 74 y las fusiones imposibles invadieran Dragon Ball, Freezer era el ser más poderoso del universo. Esta escena nos ecordó lo terrible que era el personaje. Incluso daba un poco de miedo.

Hay un tercer personaje a destacar en la película: Vegeta. Aunque Goku era un recién nacido, el príncipe de los saiyanos ya era un niño. ¡Y menudo niño! La película lo muestra como una fuerza de la naturaleza. Lo más interesante es su carácter, aún frío y despiadado. Aunque no llega a interactuar con Bardock, su trama secundaria también da pistas sobre lo que se vería en Namek: rinde pleitesía a Freezer mientras lo mira desafiante, seguramente pensando en el día en que conseguirá librarse de él. Sin duda, un estupendo aperitivo de esa escena durante la batalla namekiana en la que Vegeta llora al pedir a Goku que vengue a los saiyanos.

Crítica de Dragon Ball: El último combate

Pero su mejor escena tiene lugar casi al final. Nappa lo llama por el scouter y le comunica que su planeta natal ha sido aniquilado junto a toda su raza. Sin alterar el rostro, Vegeta le pregunta si no tiene nada más de lo que informar. Mientras la cámara se aleja, un mar de cadáveres se amontona a su alrededor. Brutal.

Y es que el impacto visual es uno de los puntos fuertes de la película. Por un lado, se juega con imágenes como las mencionadas y otras más surrealistas, relacionadas con las visiones de Bardock: el momento en el que se ve a sí mismo en Namek, junto a un Goku que está de espaldas a él es muy poderoso y supone un gran guiño a los fans. El montaje también es más creativo de lo que nos tienen acostumbrados estos films, con flashazos de acontecimientos futuros, mezclados con la voz agorera del alien que lo condenó a ser un visionario.

El último gran momento de la película tiene lugar mientras Bardock se está desintegrando. Durante un segundo, ve a Goku encarando a Freezer. Intuyendo que su venganza llegará en el futuro, el héroe muere con una sonrisa. Si viviste la lucha contra Freezer como un servidor, seguro que ese momento te puso la piel de gallina.

Crítica de Dragon Ball: El último combate

No todo es positivo en El último combate: tiene pequeñas incongruencias, como la visión de Goku y Freezer. Se supone que es una premonición, pero Goku nunca vio a Freezer en su primera forma, tal y como se muestra. Por otro lado, cuando el pequeño Goku se encuentra con el abuelo Son Gohan, se muestra muy amistoso, cuando se supone que al principio era un demonio de cuidado. También se puede achacar el hecho de que la película abusa de algunos recursos, como la voz en off del alien o algunos flashforwards sobre la juventud de Goku.

Son detalles menores que no estropean una película más elegante de lo normal, huidiza del guión clásico de Dragon Ball (demuestra que una película de este universo no necesita estar saturada de combates para funcionar) y que supone, en definitiva, una referencia fundamental para los puristas de la saga.

Por cierto, ¡se me olvidaba hablar de las referencias en los nombes! Aunque esta película no destaca por su humor, precisamente, sí respeta la simpática costumbre de usar nombres "con trasfondo" para los personajes. El amigo de Bardock, Toma, recibe su nombre de la palabra "tomato", mientras que Bardock hereda su nombre de "burdock", que se traduce como bardana (una planta herbácea). Curioso, ¿verdad?


Recordad, podéis ver las críticas del resto de películas de Goku en nuestro especial Dragon Ball.

VALORACIÓN:

Aunque su desarrollo es atípico para una película de Dragon Ball, el resultado es uno de los más redondos e intensos de la saga.

LO MEJOR:

Saber que Bardock no puede ganar y, aún así, seguir teniendo fe en él.

LO PEOR:

Algunas imágenes se "reciclan" a lo largo de la película.
Hobby

83

Muy bueno

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