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Crítica de Érase una vez en Euskadi: algo más que un cuento nostálgico sobre la infancia

Érase una vez en Euskadi

Crítica de Érase una vez en Euskadi, el debut en el largometraje de Manu Gómez trasladando en tono autobiográfico su visión de los 80 en Euskadi. Estreno en cines el 29 de octubre de 2021.

Pocas óperas primas tienen la fuerza de Érase una vez en Euskadiy no es de extrañar si tenemos en cuenta que sigue al pie de la letra el manual del buen guionista/director: tener algo potente que contar sobre un tema que se conoce de forma íntima.

Manu Gómez compone así una historia en la que recrea la Euskadi de su infancia, a mediados de los años ochenta, en la que era un crío que no llegaba a comprender los tiempos tan chungos que le había tocado vivir, con un trasfondo social convulso, complejo y muy alejado de la visión siempre idealizada que tenemos de dicha década, a la que volvemos los ojos de manera demasiado complaciente.

Eran los tiempos de los apartados privados en los videoclubs donde se alquilaban las pelis porno, la guerra del Betamax y el VHS, los yonquis enganchados a la heroína, la violencia de ETA que seguía haciendo adeptos entre los jóvenes y otro buen puñado de coordenadas que nos sitúan en el mapa de una infancia marcada por las alegrías y las tristezas.

Y es que el gran atractivo de esta película es el hecho de que es capaz de discurrir como la vida misma, mostrando todas las caras de un pasado que añoramos pero que también tenemos que saber mirar en perspectiva para tener una idea completa de lo que supuso en la forja de nuestra identidad.

¿De qué trata exactamente Érase una vez en Euskadi? Nos desplazamos a 1985 para conocer a un grupo de amigos compuesto por Marcos, José Antonio, Paquito y Toni. 

Están muy ilusionados por la llegada del verano porque todos tienen grandes planes: ganar carreras de ciclismo, irse de vacaciones a la playa o hacer alguna que otra travesura como espiar a sus vecinas.

La realidad, no obstante es que sus familias están haciendo un gran esfuerzo por criarlos y que ellos deben ir tomando decisiones importantes a pesar de que no lleguen a comprender todavía la crueldad del mundo que les rodea. 

Aunque puede parecer una historia muy local, lo cierto es que es justo lo contrario:Érase una vez en Euskadi es muy universal sin dejar de retratar con acierto la idiosincrasia de una época muy concreta.

Los temas que trata: la amistad, el primer amor, el contacto con la ideología, la adscripción a un determinado colectivo social, la dirección marcada por la familia, la forma en la que se encara la frustración... tienen un alcance que supera la estrecha frontera del título.

Otra gran virtud de Érase una vez en Euskadi es la de mezclar con maestría distintos géneros: tiene un gran componente de relato generacional desprejuiciado pero también toques de comedia en la que irrumpe de pronto la desgracia. Consigue tocar muchos palos e impactar con contundencia en el espectador que, por decirlo informalmente, no ve venir por dónde le va a golpear la historia.

Los niños aún no tienen, no todos al menos, la capacidad de comprender lo que sucede más allá de sus conflictos inmediatos pero todos comparten el ser hijos de personas desplazadas de otros lugares del país. Y como quien escribe sabe muy bien de qué habla esta película, de las apreturas de las familias, de los encajes de bolillos para adaptarse, etc. solo se puede alabar un guión lleno de matices.

Atentos además al repartazo de personajes secundarios. Es una película muy coral en la que vemos discurrir el mundo infantil y el adulto de forma pareja. Los niños protagonistas son Asier Flores, Aitor Calderón, Miguel Rivera y Hugo García y crean un grupo bastante verosímil de muchachos con sus pecularidades que consiguen mimetizarse bien gracias a las caracterizaciones y la dirección actoral.

Pero es que entre los adultos encontramos a Marián Álvarez (La unidad), Luis Callejo (Libertad), Vicente Romero (Adiós), Arón Piper (El desorden que dejas), Ruth Díaz (Hogar) y Yon González (Las chicas del cable), entre otros, todos ellos perfectamente integrados en el ecosistema que se nos presenta.

Desmitificadora, demoledora en algunos momentos pero sobre todo reflexiva respecto al pasado que hemos dejado en el retrovisor y que nos ha conformado como personas y como sociedad, Érase una vez en Euskadi es un debut sensacional.

No debemos perder de vista a Manu Gómez, un guionista y director con una voz propia que ha sabido hacer un sinfín de hallazgos en esta película honesta en la que la violencia de ETA sirve de trasfondo pero no de tema principal y que sin contar con grandes medios, cala y deja poso.

VALORACIÓN:

Érase una vez en Euskadi es una película rodada con corazón, con excelentes interpretaciones y con la gran virtud de saber trasladar la mirada infantil de un grupo de chavales que se mueven en un entorno muy hostil. Se nota el tono semiautobiográfico, la ambientación está muy lograda y los personajes son entrañables. Divierte, retrata y emociona.

LO MEJOR:

La ambientación, los giros de guión más inesperados y la mirada inocente de los niños hacia una situación social convulsa y compleja.

LO PEOR:

Hay subtramas que funcionan algo peor que otras, aunque todas añaden capas a la historia.
Hobby

80

Muy bueno

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