Crítica de El final de todo, la película catastrofista de Netflix

El catálogo de películas originales de Netflix sigue engordando a medida que la plataforma sigue produciendo filmes de todos los géneros. Esta vez el elegido ha sido el subgénero de películas sobre catástrofes, un subgénero que ha sido trillado en varias ocasiones con películas reconocibles como Deep Impact, El día de mañana o 2012. El final de todo se agrega a la oferta de películas de Netflix España con la sana promesa de sobrecoger, intrigar, y sorprender al espectador. Que lo vaya a conseguir es harina de otro costal.

David M. Rosenthal se puso a cargo de la dirección de El final de todo. El director es conocido por tocar un poco todos los palos en lo que a género se refiere, desde dramas como Janie Jones hasta comedias románticas como Falling up. Bien es cierto que ninguna de sus cintas ha destacado entre la crítica ni el público. El director ha tratado de transmitir a este estreno de Netflix algo de su experiencia previa en otros géneros, especialmente al inicio de la trama, pero la verdad es que nos ha dejado un poco fríos.

Las mejores películas de Forest Whitaker

Estados Unidos asolados.... otra vez

A estas alturas de la vida, hemos visto como Estados Unidos sufría desastres naturales ficticios, y no ficticios, tantas veces que ya se ha convertido en un cliché. En esta ocasión, un desastre por determinar golpea la costa oeste del país. Esto hace que todas las comunicaciones se vean interrumpidas y el suministro de luz se vaya al garete en todo el país. Como vaticinaron en su momento Los Simpson, en el momento en que se va la luz, a la gente se le activa un gen macarra y comienzan los saqueos y la histeria colectiva.

Ver galería

El final de todo (10 imágenes)

Uno de los puntos fuertes de esta película de Netflix es el repaso visual de varios estados del país en un contexto por supuesto casi apocalíptico. De hecho, en algunos tramos de la película no podemos evitar rememorar los paisajes de Fallout, con esa vida cotidiana interrumpida súbitamente. Especial mención al segmento final de la cinta, donde el cielo ya adquiere un color ocre como en Fallout 3. No queremos entrar en spoilers, pero seguramente el final os deje tan descolocados como a nosotros. Y lo queremos achacar a la falta de fondos.

Una road movie con altibajos

El final de todo es, en esencia, una road movie (una película que supone un viaje de un lugar a otro) a través de los ya mencionados paisajes desolados y hostiles de Estados Unidos. A través de este viaje los protagonistas, Tom y Will, de los que hablaremos más adelante, se irán enfrentando a situaciones cada vez más peliagudas para sobrevivir y poder seguir con su viaje. Pero viajar a través de un país que está colapsado por un desastre natural de proporciones bíblicas no es dar un paseo por el parque.

En este drama de carretera se nos muestra, por enésima vez, como el ser humano pierde el norte y el civismo cuando las cosas no van como se supone que está establecido. Los robos, el pillaje, el vandalismo y las paranoias se irán sucediendo a lo largo de este viaje llevando a los protagonistas al límite de su cordura. Pero, como hemos dicho, esto es algo que hemos visto en infinidad de películas de este subgénero, y es un tema que está tan usado que prácticamente son copias de un guión a otro.

Dos caras populares

El dúo protagonista de El final de todo se compone de dos ganchos con bastante popularidad. Por un lado tenemos a Will, interpretado por Theo James (Conocido principalmente por la serie Divergente) un abogado que tiene la suerte de querer pedir la mano de la hija de Tom, a quien da vida el oscarizado Forest Whitaker (El último rey de Escocia, Rogue One: Una historia de Star Wars) un exmilitar que ha ganado una pequeña fortuna y que nos deja la lección de que si tú dices que has sido Marine, los militares te hacen caso sin comprobarlo.

De entrada, los dos protagonistas se nos muestran como distantes y con facilidad para tener roces entre ellos. Sin embargo, al avanzar la historia de este road movie, esa tensión que hay entre ellos desaparece tan fugazmente que hace que nos preguntemos para qué le dieron importancia en los primeros compases de la película. Contar con estas dos caras conocidas hace que la cinta gane, desde luego, pero no hace que la historia que tienen que interpretar mejore.

Uno de los grandes problemas de El final de todo es precisamente el guión de Brooks McLaren. La historia arranca muy bien, tiene ritmo, tiene intriga, tensión entre los personajes de James y Whitaker y el misterio de no saber qué está sucediendo realmente. Sin embargo, a medida que avanza la historia, ésta se va volviendo cada vez más lenta, y si nos apuráis hasta repetitiva a pesar de ser una película de 113 minutos.

El resultado final que ha conseguido esta película de Netflix es un intento por ponerse a la altura de los grandes títulos de este subgénero de desastres, pero se queda lejos, muy lejos de conseguirlo. Engancha de entrada pero a medida que la trama se desarrolla hace que perdamos ese fuego inicial y que cada vez nos importe menos lo que va sucediendo. Mientras que algunos detalles del aspecto visual están muy cuidados otros como son el desarrollo de la historia se desinflan con demasiada rapidez. Ahora solo nos queda esperar a ver cuál será el próximo enfoque de Netflix.