Crítica de Freelance: John Cena y Alison Brie desperdician su talento en una comedia fallida

¿En busca de una buena comedia de acción para disfrutar de coreografías imposibles y jugosas carcajadas? Si ese es tu plan, va a ser difícil que Freelance te deje satisfecho. Es casi incomprensible que un guión así pertenezca a este siglo: no solo el concepto está desfasado por completo, sino que cae en todos los lugares comunes del mundo, pero mal, sin gracia ni convicción alguna.

Si comedias como La ciudad perdida buscaron reflotar el espíritu de las comedias de aventuras ochenteras con relativo éxito, en este caso da la sensación de que Pierre Morel (Venganza), no tiene ni idea de qué hacer con la pareja protagonista.

La química entre John Cena y Alison Brie es nula, inexistente, una quimera, y lo peor es que, teniendo ambos una vis cómica más que apreciable, da la sensación de que se neutralizan el uno al otro.

Cena no consigue ese registro en el que se siente tan cómodo en el que desprende camaradería como grandullón tierno y Brie nunca consigue tomarle el pulso a un personaje antipático primero y absurdo después, pero siempre incómodo.

Freelance arranca con un ritmo frenético con unos títulos de crédito iniciales narrados por el propio protagonista, Mason Pettits, en los cuales nos habla de su pasión, las fuerzas armadas, y su gran decepción, la abogacía y la vida sedentaria en un barrio residencial.

Sin embargo, un accidente provoca que tenga que abandonar su trabajo soñado y abrazar esa vida de la que había venido huyendo. En suma, es infeliz trabajando en lo que siempre detestó, a pesar de que quiere a su esposa y a su hija con locura.

Precisamente acepta un encargo de un buen amigo para dejar de sentirse atrapado en su aburrido trabajo de oficina: tendrá que ser el escolta de Claire Wellington, una periodista en horas bajas que busca reflotar su carrera entrevistando a Juan Venegas, el dictador de un país latinoamericano.

Cuando parece que va a lograr conseguir la exclusiva de su vida, estalla un golpe militar pergeñado por el sobrino de Venegas y los tres tienen que escapar si quieren sobrevivir.

Freelance es una firme candidata a estar nominada en unas cuantas categorías en los próximos premios Razzie. No solo cuenta con unos efectos especiales reguleros y un libreto anticuado sino que el humor brilla por su ausencia en una película de 109 minutos que se hace interminable.

Esto llama especialmente la atención porque se trata del debut en el largo de Jacob Lentz, uno de los guionistas del show de Jimmy Kimmel, uno de los programas más vistos de los Estados Unidos y, por ende, un tipo al que se le presuponía mucho más talento para armar una historia al menos entretenida. 

El principal problema de Freelance es que no tiene nada que contar y por tanto va dando palos de ciego sin dar nunca en la diana: a veces parece una sátira política, a veces un drama familiar, por un momento se pone tórrida pero tampoco va a ninguna parte. Resultado: un gigante con pies de barro que se va diluyendo a cada paso.

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No es gamberra, ni rompedora, ni siquiera mínimamente original. La acción es poca y torpe, así que no nos da motivos ni para disfrutar apagando la neurona y los diálogos... son incalificables.

Pero su mayor pecado, con mucha diferncia, es el de desperdiciar el talento de John Cena y Alison Brie. Ellos se merecen algo mejor y nosotros como espectadores, algo más de respeto. 

Hubo un tiempo en el que hacer películas suponía tal esfuerzo que era impensable no tener nada que ofrecerle al público. Hoy se estrenan en plataformas digitales joyas que funcionarían y podrían hacer taquilla y llegan a salas comerciales proyectos sin sustancia como el que hoy nos ocupa. El mundo al revés.