Crítica de La hierba del diablo, una muy modesta película de terror que lo fía todo a los sustos

Si algo tiene el género del terror es que es un terreno audiovisual muy agradecido: no requiere de grandes presupuestos ni de estrellas para funcionar de maravilla, como han demostrado una y mil veces las producciones de Blumhouse. Tampoco de alardes tecnológicos, dado que le sientan bien las bajas luces y dejarle al espectador cierto grado de incertidumbre suele ser hasta práctico y evocador.

Lo que sí es indispensable es que el guión tenga buenas ideas y que, desde la dirección y el montaje, haya cierto talento para ponerlas en pie de manera resultona. En el caso que nos ocupa, La hierba del diablo, el libreto parte de un cliché y la ejecución no resulta en absoluto brillante.

Así que se conjugan dos grandes inconvenientes para que funcione como se espera. No cuenta con elementos que la hagan original, ni la saquen del terreno de lo previsible y la ejecución dista de ser perfecta porque queda patente desde el comienzo que es una película bastante barata. Pero quizás lo peor es que el paso por la sala de montaje ha empeorado el trabajo en lugar de enriquecerlo.

En lo que sí es fiel a las tendencias es en recurrir a bastantes sustos, aderezados de subidas de audio para buscar la respuesta inmediata al estímulo en el espectador. Si quien nos lee disfruta de este tipo de propuestas, aquí va a encontrar el momento de dar unos cuantos respingos en la butaca.

Mauro es un influencer de gira por Colombia junto a su representante Santiago, que se afana en llevarlo de un lugar a otro mientras él desfasa cada noche ingiriendo ingentes cantidades de alcohol y compartiendo cama con muchas de sus fans.

De camino a Cali se encuentran a una mujer que se ha quedado tirada con el coche. Érika vive sola en una enorme casa en medio de la nada. Y allí se dirigen para recoger las herramientas con las que reparar su vehículo. Sin embargo, nada más llegar, ella se muestra muy hospitalaria y les invita a cenar. Ambos, obnubilados con la idea de seducirla, le siguen la corriente y deciden hacer noche allí.

Para su desgracia no son los depredadores, sino las presas. Érika esconde un turbio pasado y secretos familiares que van a poner sus vidas en peligro.

Poco a lo que agarrarse

La hierba del diablo es una película bastante torpe desde su planteamiento. Para empezar los personajes desde cuyo punto de vista seguimos la acción no le van a caer bien a nadie: cero empatía hacia la suerte que corran. Sin enganche emocional, lo único interesante es ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Se salen poco de los raíles de lo esperado, la verdad.

Y encontramos de nuevo problemas: de tipo narrativo (los flashbacks encajan a patadas con el devenir temporal del presente), tonales (pasa de ser una historia ligera a meterse en un dramatismo que no le pega) y de dosificación de la información (las explicaciones son muy discursivas y llegan a todo correr en los últimos minutos de metraje).

Tampoco es que las interpretaciones sean maravillosas. El desparpajo de Hamza Zaidi (Ocho apellidos marroquís), le va bien a su personaje, que no deja de ser un caradura con carisma en redes sociales y comportamientos de depredador, pero las situaciones son inverosímiles y el comportamiento de los demás es incongruente.

Lina Cardona hace lo que puede con su personaje, pero no tiene química con Max Marieges y, aunque resulte tentadora la idea de una secuela, como insinúa el desenlace, tendría que contar con un guión mucho más jugoso y más riesgo desde la dirección. Necesitaría sacarse de encima el aspecto de telefilm y darle una vuelta a la historia.