Crítica de Intimidad - Sexteto interpretativo de oro y mensajes claros contra la violencia machista

Hacía tiempo que no os hablábamos de una producción española original de Netflix que nos resultara tan completa y necesaria como Intimidad. La serie, compuesta por ocho episodio de unos 45 minutos de duración, aborda los delitos contra la intimidad: desde la difamación hasta el acoso, el chantaje o el porno de venganza.

Lo hace llevándonos a varios entornos de sobra conocidos: el de la política, en el que confluyen muchos intereses cruzados; el de una fábrica en el que se aborda el conflicto en un entorno laboral y el de un instituto, donde una adolescente tiene que lidiar con una situación bien desagradable.

El trasfondo en los tres casos es el mismo: tres mujeres de distintas edades y posiciones ven en peligro su intimidad cuando sus exparejas deciden, por distintos motivos, hacer públicos o amenazarlas con hacer públicos fotografías y vídeos de índole sexual.

La trama de Intimidad arranca presentándonos a Malen, una figura política de primer nivel que aspira a la alcaldía de Bilbao y que se ve sacudida por la exposición pública de un vídeo en el que mantiene relaciones sexuales con su amante en una playa.

El terremoto mediático no se hace esperar y pronto su vida privada empieza a resquebrajarse con su marido y su hija en el centro del huracán. Por si eso fuera poco, sus adversarios dentro de su propio partido acuden como hienas a tratar de moverle la silla, aunque Malen no va a achantarse fácilmente. 

De forma paralela conocemos la historia de Ane, cuyo final fue mucho más triste: después de ser acosada de forma sistemática en su puesto de trabajo cuando se filtraron una foto y un vídeo de una orgía en la que participó en el pasado, no consiguió superar la culpa y el miedo y terminó suicidándose. 

Su hermana Bego junto a una concienzuda investigadora, intentarán por todos los medios hacer justicia, llevar ambos casos hasta el final y convencer a las víctimas de que, por serlo, no son débiles ni merecedoras del escarnio, sino que hay cauces legales y terapias para sanar, ser resarcidas y protegidas.

No es tu culpa, pasa mucho más de lo que crees y es un delito

Laura Sarmiento y Verónica Fernández han creado una serie de rabiosa actualidad que pone el dedo en la llaga respecto a prácticas que hemos venido viendo en los titulares desde hace mucho tiempo. Son también hábiles a la hora de retratar cómo se actuaba antes y cómo se actúa a día de hoy. Ha habido un cambio de paradigma brutal, aunque queda aún mucho camino por recorrer.

Intimidad muestra una amplia galería de personajes femeninos: algunas son mujeres en posiciones de poder que, precisamente por eso, se ven muy expuestas a este tipo de situaciones, pero también a otras con vidas mucho más corrientes que no quedan exentas de verse en posiciones similares.

El principal mensaje que traslada Intimidad es que sea cual sea el caso y el daño a la reputación y la imagen (a la autoestima también) lo mejor que se puede hacer es denunciar, buscar ayuda, protegerse. Tampoco hay maniqueísmos: ni todos los hombres son malos, ni todas las mujeres santas.

El lenguaje que utiliza la serie es además de una gran propiedad y señala sin ápice de duda los problemas que como sociedad se nos plantean en un momento en el que la gestión de la imagen pasa también por un control de la reputación digital.

Transversalmente Intimidadaborda también cuestiones como la homofobia, los delitos de odio y lo necesario que es romper los círculos de impunidad en los que se mueven a menudo quienes infligen estos daños.

La ley del silencio u omertá es un tema que se trató con una brocha mucho más gruesa en Anatomía de un escándalo, pero aquí queda más claro aún el entorno en el que se mueven agresores y víctimas que incluye testigos mudos y testigos activos en las agresiones a la libertad de los demás.

En otras palabras: está quien delinque y está quien crea el caldo de cultivo para que lo haga y/o mira a otro lado. Tremendo el repertorio de excusas para que esto suceda: la inversión de la victimización, el pielfinismo, la apelación a tiempos pretéritos supuestamente mejores...

Intimidad es una serie necesaria y compleja que gana en profundidad a cada episodio. Es de una gran apertura hacia los tiempos en los que vivimos y cuenta no solo con unos valores de producción altísimos (le saca un increíble partido a las localizaciones, ya sean interiores o exteriores) y unas interpretaciones fabulosas sino también a unos mensajes que tendríamos que grabarnos a fuego.