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Crítica de Kotaro vive solo - El anime sobre cómo un niño puede sacar lo mejor de nosotros

Kotaro vive solo

Netflix trae un nuevo anime que busca emocionarnos y hacernos reflexionar a través de los ojos del pequeño niño Kotaro, a la vez que redescubrimos la sociedad japonesa.

Muchas veces, cuando pensamos de forma genérica en los animes, suelen venirnos a la mente shonens plagados de acción o historias "destroyer" para adultos, pero, como cualquier forma de expresión, puede presentarnos historias y enfoques que nos causen tanto o más impacto. Ese es el caso de la nueva serie Kotaro vive solo.

Este anime recién estrenado en Netflix se basa en el manga Kotaro-wa Hitori Gurashi, que lleva publicándose desde 2015 y su argumento nos cuenta la historia del pequeño Kotaro, un niño que de repente se muda a un sencillo edificio de apartamentos para vivir por su cuenta.

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Su vecino Shin, un vago dibujante de manga, encuentra en cuidar del niño la motivación que le falta en el día a día, a pesar de que Kotaro parece de lo más autosuficiente para su edad y se expresa como si fuera un señor feudal japonés. 

Juntos, aprenderán a conocerse mutuamente, a la vez que estrechan su relación con los vecinos y los compañeros de guardería de Kotaro.

Los 10 episodios (de unos 25 minutos de duración, cada uno), suelen contener unas cuantas historias cortas, aunque la trama general va progresando poco a poco. El leit motiv de la serie es el misterio en torno al propio Kotaro. ¿Dónde están sus padres? ¿Por qué se comporta de esa forma el niño y de dónde saca el dinero para el día a día?

Pero, en realidad, esa excusa sirve para que reflexionemos sobre diferentes aspectos de la condición humana, desde las pequeñas cosas como disfrutar de una simple comida hasta aprender a respetar los sentimientos y preocupaciones de los demás.

Kotaro vive solo aborda temas muy espinosos, como los malos tratos o las casas de citas, pero lo hace con una sorprendente naturalidad y, sobre todo, consigue que podamos ver el mundo, con sus luces y sus sombras, a través de la mirada inocente de un niño.

Uno de los grandes aciertos de esta serie de Netflix es cómo nos hace comprender los aparentemente absurdos comportamientos de los niños, que muchas veces pueden tener toda la lógica del mundo si nos disponemos a ver las cosas con su perspectiva.

Kotaro vive solo

En ese sentido, estas historias ofrecen momentos realmente conmovedores, que juegan con el chocante comportamiento de Kotaro (el cual muchas veces se comporta imitando a Tonosaman, un samurái de dibujos animados) para "rompernos la defensa" y justo después golpearnos en la cara con la cruda realidad a la que ha de enfrentarse el niño.

Quizá, de hecho, la serie abusa de esa estructura para llegar al espectador, lo que puede provocar que acabe siendo algo sensiblera de más en ocasiones, pero la intención y el resultado suelen conectar en la mayoría de los capítulos.

Pero este anime de Netflix no busca el humedecernos los ojos y ya. De hecho, tiene mucho humor, el cual suele ser muy blanquito y absurdo, pero resulta irremediablemente encantador. 

Es más, los momentos humorísticos pueden ser muchas veces una crítica acertada a las particularidades de la sociedad japonesa: la necesidad de guardar las formas a cualquier precio, los malos entendidos por ese exceso de celo... Otras veces, simplemente son gags cómicos que no buscan más que hacernos sonreír.

Puede que el mayor valor de Kotaro vive solo se encuentre en eso, en buscar el lado bueno de las cosas incluso cuando las cosas puedan pintar fatal. Pero también el lado bueno de las personas: todo el mundo se comporta de una determinada manera por algo. Quizá, en vez de lanzarnos a criticar, deberíamos observar y escuchar más, como hace Kotaro.

Para el espectador occidental, la serie tiene un "plus" de interés, porque nos muestra aspectos cotidianos de la cultura japonesa muy interesantes de ver, desde la propia relación entre vecinos hasta cómo se compra en un "konbini" o cómo es normal ir a ducharse entre extraños en unos baños públicos. En cierto modo, recuerda a animes como De yakuza a amo de casa.

Y todo esto, bajo el paraguas de una animación sencilla, simple, pero efectiva y elegante, que juega bien con la iluminación y los escenarios para "dirigir" nuestro estado de ánimo. Los diseños de personajes tienen bastante carisma (¡qué extrañas pupilas!), dentro de que quieren presentar personas "normales" de la sociedad japonesa.

Kotaro vive solo

La "verdad" de sus expresiones está en los pequeños gestos: un plano corto de su puño apretado para hablar de la pena contenida, una media sonrisa que esconde cómo se conmueven... A veces, expresamos más con lo que callamos que con lo que decimos.

En conjunto, se trata de una serie de animación que puede interesar a cualquier tipo de público y que, aunque quizá pueda parecer demasiado sensiblera (o quizá, demasiado "cotidiana") para algunos, esconde muchos mensajes interesantes. Si sois padres, os hará sonreír ante lo bien que representa la lógica de los niños.

VALORACIÓN:

Un compendio de pequeñas historias que consiguen calar en nosotros gracias a la inocencia de su protagonista. Habrá a quien todo esto le parezca demasiado "pastel", pero esconde mensajes interesantes... Y momentos muy divertidos.

LO MEJOR:

Lo importante de muchos mensajes que nos lanza. Algunos momentos de humor absurdo.

LO PEOR:

A veces se empeña demasiado en tocarnos la patata.
Hobby

80

Muy bueno

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Etiquetas: Netflix