Crítica de Lazos Malditos, terror sobre el folklore italiano en Netflix

Halloween está a la vuelta de la esquina y el catálogo de Netflix se prepara con toda suerte de películas y series de terror. Como solemos decir con esta plataforma, hay tal cantidad de productos que cuesta dar en la diana a la hora de elegir, pero un punto a favor de esta variedad es que hay bastante margen para un terror alejado de Hollywood, al menos en su ambientación. Lazos malditos es un relato de miedo relativamente convencional, pero que llama la atención por hincar sus raíces en la tradición y las supersticiones del sur de Italia.

Allí, no solo hay vino y enormes olivares, también han calado costumbres y miedos que muchos tacharían de absurdos, pero que para una película de terror como esta vienen que ni pintados. En Lazos malditos (Il legame, en su título original), vemos la historia de Emma, una mujer de ciudad que tiene una hija, Sofia, de una relación previa y ahora quiere casarse con Francesco, un brillante músico cuya familia ha vivido siempre en un ambiente rural y muy tradicional.

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Cuando los tres viajan para conocer a la madre de Francesco, Emma parece encantada con ese lugar bucólico, pero pronto comienzan a darse fenómenos muy siniestros mientras la madre de Francesco y su asistenta mantienen una actitud muy sospechosa.

Al igual que sucede con otras producciones europeas de corte parecido como Marianne o Curon, el espectador parece algo más predispuesto a pasar por el aro de la historia, ya que, al igual que Emma, somos extraños en un entorno con unas normas, secretos y rituales que no podemos comprender. Para poder hacerlo, no queda otra que ir adentrándonos en la madriguera del conejo. En concreto, la película nos aclara desde un principio que el terror gira en torno a la "fascinación", una especie de encantamiento que vincula a una persona con otra, de tal forma que su voluntad y energía se drenan poco a poco.

Con estos ingredientes, podría parecer que Lazos malditos va a apostar por la sota, caballo y rey de la historia, pero es cierto que se guarda algunos ases en la manga para confundirnos y dar más vidilla al argumento cuando creíamos que ya todo estaba claro. Para hacer eso, la historia nos aclara algunos acontecimientos que, la verdad, cuesta un poco creer, por mucho que la trama gire en torno a lo que gira. Ciertos aspectos que no desvelaremos aquí parecen forzados en exceso.

Así, el último tercio de la historia (dura una hora y 33 minutos, se ve con facilidad) pierde un poco la solidez del resto y se lanza más a por un terror algo más convencional, más basado en el susto de toda la vida, por lo que la magia se diluye un poco. Aún así, hay ciertos momentos que son crueles y viscerales, por lo que el espectador nunca deja de perder el interés.

Buena parte del mérito es de Mariella Lo Sardo, que interpreta a la madre de Francesco, pues su actitud críptica y algo siniestra ayuda a que nos mantengamos con l a guardia alta en todo momento. Y claro, también es crucial el papel de Mía Maestro (a la que quizá recordéis de la serie The Strain) como una Emma que parece ser la única cuerda en un entorno de locos. Pero, ¿quién tiene realmente las respuestas a lo que allí está sucediendo?

Más allá de unos planos e iluminación muy funcionales, no hay grandes alardes técnicos ni efectos especiales rimbombantes, pero todo cumple muy bien su cometido, desde el maquillaje hasta una música distorsionada muy adecuada. El director Domenico Emanuele de Feudis pone en su primer largometraje lo técnico al servicio de la historia. Lo hace sin brillar, pero tampoco sin desentonar en ningún momento.

En conjunto, Lazos malditos es una historia de miedo que a veces se acerca al melodrama, pero que mantiene el pulso con bastante solidez y consigue contar una historia de fantasía sin que nos quedemos decepcionados diciendo "ma che cosa dici".